16 Años sin Sara

Pequeño Homenaje a una Gran Amiga

Se suele decir que el tiempo lo cura todo, pero yo creo que lo que hace es poner en perspectiva muchas cosas. Las penas seguirán siendo penas por mucho tiempo que pase, pero es cierto que podemos aprender a verlas de otra forma cuando dejamos a un lado el dramatismo del momento. Ello no quiere decir que dejen de doler, pero sí que podemos aproximarnos a ellas de otras forma. Esta mañana, mientras recordaba la fatídica llamada del 26 de diciembre de 2003, en la que me decían que Sara había muerto de forma repentina, un escalofrío me volvía a recorrer en mi interior. Sin embargo, la mirada de hoy, como la de un tiempo a esta parte, al recordar los días en los que disfruté de mi amistad con Sara, ya no es de dolor, sino de gratitud.

Desde que inicié este blog, cada 25 de diciembre ha habido un recuerdo especial a Sara. Al principio me costaba mucho escribir estas líneas sin llorar. Había mucha tristeza en cada párrafo, pensando en todo aquello que vivimos juntos y que ya nunca más se volvería a repetir. En el fondo siempre he sido una persona que ha tendido a lo sentimental y al que la nostalgia, en más de una ocasión, le ha jugado una mala pasada.

Pero el paso del tiempo no es lineal para cada uno, por lo que precisamente conviene no ser demasiado duro con uno mismo. Todos necesitamos hacer nuestros procesos y son las circunstancias de la vida las que, a menudo, los aceleran o ralentizan. Quiero decir, que aunque pasen los días, los meses y los años, éstos, en sí mismo, no tienen por qué suponer un gran cambio. Hay veces que necesitamos una sacudida para ver con perspectiva las cosas. En mi caso fue la muerte de mi primo Santi, también tan joven, y también de un día para otro, lo que supuso una enorme catarsis en mi interior. Pasé de Jorge Manrique, pensando en "cómo se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando", a Horacio y su "Carpe Diem".O lo que es lo mismo, aprendí que no importa tanto cuánto se viva, sino cómo se vida. En eso mi primo fue un maestro, y aunque recordar también aquel 14 de julio de 2016 me siga suponiendo una gran ansiedad, pensar en todo lo que vino después me produce un remanso de paz. Fue necesario aquel doloroso camino de Emaús para poder encontrar la perspectiva a la muerte. Morimos porque vivimos, siendo aquella algo inherente a nuestra existencia. 

Las penas siguen siendo penas, como decía al principio, y es por ello por lo que pensar en estas fechas y acordarme de Sara me sigue poniendo triste, pero con el tiempo he aprendido a gestionar esa nostalgia a la que antes hacía alusión, para transformarla en algo positivo. Hoy este post es de gratitud por todo lo vivido. Como decía el año pasado, Sara ya forma parte de la ecuación de mi vida, de esas personas que explican, en parte, quién soy, y es así por todo lo que pudimos compartir en su día. Ya no recuerdo Irlanda o las Fallas, nuestros partidos de fútbol y cumpleaños con una lágrima en los ojos mientras escribo estas líneas, sino con una sonrisa que me recuerda que Sara vivió, y que eso fue importante para mi, como para muchas otras personas a las que conoció durante sus 25 años de vida. Casi los mismos que vivió mi primo Santi.

Han pasado 16 años desde que se nos fue Sara y casi 3 y medio desde que se nos fue Santi. Brindo por ellos, por lo que fue su vida y por las vidas cruzadas que dejaron, la canción favorita de mi primo, y para que sigan encendiéndose.

Como algunos sabéis, 2020 será un año propicio al respecto :)

¡Feliz Navidad!






Comentarios

"Carpe Diem" no puedo estar más de acuerdo. Buen artículo y bonito de leer.

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