Sociedad - Sobre Laporta, el Derecho a la Información y la Caverna Mediática Españolista
Algunas Reflexiones
Vaya por delante que el post de hoy va a ser polémico, así que asumo que tal vez en algún momento deje de ser políticamente correcto (y mira que es difícil sacarme de mis casillas), pero es que creo que la ocasión lo merece.
Ayer el diario La Gaceta en su versión digital, publicaba unas fotos de Joan Laporta en una discoteca bailando en estado que provocaba vergüenza ajena. Desde la aparición en diferentes medios de dichas instantáneas, el debate ha ido ganando en intensidad. ¿Debían publicarse esas fotos? ¿Pertenecían a la esfera privada del presidente del FC. Barcelona? ¿Hasta dónde llega el derecho a la información?
La reacción de Laporta no se ha hecho esperar. Ahora resulta que las fotos las ha publicado la "caverna mediática españolista", añadiendo, además, que el problema es que "la gente no soporta que el Barça vaya líder". Dice Laporta también, que se atenta contra su integridad y su derecho a la intimidad. Tema peliagudo este último, sinceramente.
Pero vayamos por partes. Yo soy madrileño y madridista, socio para más inri, y las fotos del Sr. Laporta, realmente no me importan o me importan poco. Tengo mi opinión al respecto e incluso reconozco haberme echado unas risas con ellas, pero me preocuparían si el protagonista de las mismas fuera Florentino Pérez, la persona que representa, desde el punto de vista institucional, a mi equipo de toda la vida. Claro que me gustaría que el Madrid fuera líder, pero creo que poco tienen que ver las fotografías en las que se puede ver al presidente del FC. Barcelona, bañado en Champán a altas horas de la madrugada, con ese hecho.
Joan Laporta debe entender que es una persona pública, que ha aceptado el reto de dirigir a uno de los clubes deportivos más grandes del mundo (como dicen en Cataluña, uno que es mes que un club) y que, por lo tanto lo que haga o deje de hacer tiene repercusión. Pero por encima de todo ello, a Laporta le empieza a pasar factura, si no lleva tiempo pasándole ya, un mal del que adolecen la mayoría de nuestros políticos y cargos públicos cuando llevan un tiempo ocupando una poltrona. Me refiero a la confusión entre legitimidad legal y legitimidad moral, tema del que ya hablamos hace tiempo en este blog, hablando, precisamente, de otro presidente. En este caso, Ramón Calderón.
Una persona elegida dentro de un sistema democrático con unas garantías mínimas goza, efectivamente, de la legitimidad necesaria desde un punto de vista legal para ejercer un cargo. Lo que olvidan es que antes de ser elegidos, la gente evalúa si esa persona cumple con una serie de valores considerados como necesarios o apropiados, compartidos por la mayoría de una sociedad. Es decir, de un presidente o un cargo público electo, se espera que se comporte también, no sólo acorde a la ética, sino también a la moral de una colectividad.
Por eso lo de Joan Laporta es noticia. Porque de él, presidente de una de las empresas más importantes de nuestro país, representante de un club que es un sentimiento para mucha gente tanto de Cataluña como de fuera de ella, y que además ha sido elegido en unas urnas, se espera también que encarne los valores del barcelonismo, ese seny catalán del que mi bisabuela y abuela, nacidas ambas en Tarrasa, hacían gala. Laporta es presidente del Barça las 24 horas del día y en la intimidad podrá hacer lo que quiera mientras no se sepa, pero no puede pretender que estando de fiesta en una discoteca a los ojos de todo el mundo, desfasando hasta unos extremos que rozan lo grotesco, la gente no alucine y los culés no se lleven las manos a la cabeza. Y eso, señor Laporta, no tiene nada que ver con la caverna mediática españolista, ni la envidia, ni nada por el estilo, sino con la vergüenza que ha hecho usted sentir a los millones de aficionados de su club que no ven en usted reflejados los valores y cultura del Barça.
Y luego está el tema de la intimidad y el derecho a la información. Una cosa es la prensa del corazón, que hace fotos en lugares públicos buscando a menudo el morbo, y otra es la denuncia, que yo creo que se hace en este caso, de un personaje público en un estado lamentable. Otra cosa es que la foto se hubiera captado en una fiesta privada o en un domicilio particular. Entiendo que aquí pueda haber opiniones, pero lo siento, los periodistas están también para esto, para denunciar este tipo de actividades que, como he dicho antes, no se ajustan a lo que una colectividad espera de sus representantes.
Así pues, señor Laporta, sea usted humilde. Recuerde que un mes antes de que llegara Guardiola usted estaba más fuera que dentro del club, y que tuvo la suerte de acertar con un entrenador que, paradojas de la vida, representa como nadie los valores del Barça y está en las Antípodas, afortunadamente, de su indigno comportamiento. Ser presidente de un club tan grande tiene muchas ventajas, pero también sus inconvenientes y limitaciones, porque cada vez que uno sale de casa predomina el personaje sobre la persona.
Por lo tanto, Señor Laporta, si quiere saber la opinión de un madridista, le animo a que siga saliendo por las noches. Y si es posible, cambie los estatutos y hágase eterno en el cargo que ostenta si es que le dejan, porque no hay nada peor para una institución que encarnar los antivalores que le han hecho grande. Una institución, por cierto, a la que por encima de rivalidades deportivas tengo muchísimo respeto. El que atenta contra su integridad es usted mismo con comportamientos como el del pasado fin de semana o su incidente en el aeropuerto del Prat hace un par de años.
Opiniones mías aparte, el debate está servido. ¿Se debieron publicar las fotos de Laporta? ¿Se hizo bien en sacar el escándalo de Berlusconi y sus queridas? Ahí queda eso. Espero vuestros comentarios.
Vaya por delante que el post de hoy va a ser polémico, así que asumo que tal vez en algún momento deje de ser políticamente correcto (y mira que es difícil sacarme de mis casillas), pero es que creo que la ocasión lo merece.
Ayer el diario La Gaceta en su versión digital, publicaba unas fotos de Joan Laporta en una discoteca bailando en estado que provocaba vergüenza ajena. Desde la aparición en diferentes medios de dichas instantáneas, el debate ha ido ganando en intensidad. ¿Debían publicarse esas fotos? ¿Pertenecían a la esfera privada del presidente del FC. Barcelona? ¿Hasta dónde llega el derecho a la información?
La reacción de Laporta no se ha hecho esperar. Ahora resulta que las fotos las ha publicado la "caverna mediática españolista", añadiendo, además, que el problema es que "la gente no soporta que el Barça vaya líder". Dice Laporta también, que se atenta contra su integridad y su derecho a la intimidad. Tema peliagudo este último, sinceramente.
Pero vayamos por partes. Yo soy madrileño y madridista, socio para más inri, y las fotos del Sr. Laporta, realmente no me importan o me importan poco. Tengo mi opinión al respecto e incluso reconozco haberme echado unas risas con ellas, pero me preocuparían si el protagonista de las mismas fuera Florentino Pérez, la persona que representa, desde el punto de vista institucional, a mi equipo de toda la vida. Claro que me gustaría que el Madrid fuera líder, pero creo que poco tienen que ver las fotografías en las que se puede ver al presidente del FC. Barcelona, bañado en Champán a altas horas de la madrugada, con ese hecho.
Joan Laporta debe entender que es una persona pública, que ha aceptado el reto de dirigir a uno de los clubes deportivos más grandes del mundo (como dicen en Cataluña, uno que es mes que un club) y que, por lo tanto lo que haga o deje de hacer tiene repercusión. Pero por encima de todo ello, a Laporta le empieza a pasar factura, si no lleva tiempo pasándole ya, un mal del que adolecen la mayoría de nuestros políticos y cargos públicos cuando llevan un tiempo ocupando una poltrona. Me refiero a la confusión entre legitimidad legal y legitimidad moral, tema del que ya hablamos hace tiempo en este blog, hablando, precisamente, de otro presidente. En este caso, Ramón Calderón.
Una persona elegida dentro de un sistema democrático con unas garantías mínimas goza, efectivamente, de la legitimidad necesaria desde un punto de vista legal para ejercer un cargo. Lo que olvidan es que antes de ser elegidos, la gente evalúa si esa persona cumple con una serie de valores considerados como necesarios o apropiados, compartidos por la mayoría de una sociedad. Es decir, de un presidente o un cargo público electo, se espera que se comporte también, no sólo acorde a la ética, sino también a la moral de una colectividad.
Por eso lo de Joan Laporta es noticia. Porque de él, presidente de una de las empresas más importantes de nuestro país, representante de un club que es un sentimiento para mucha gente tanto de Cataluña como de fuera de ella, y que además ha sido elegido en unas urnas, se espera también que encarne los valores del barcelonismo, ese seny catalán del que mi bisabuela y abuela, nacidas ambas en Tarrasa, hacían gala. Laporta es presidente del Barça las 24 horas del día y en la intimidad podrá hacer lo que quiera mientras no se sepa, pero no puede pretender que estando de fiesta en una discoteca a los ojos de todo el mundo, desfasando hasta unos extremos que rozan lo grotesco, la gente no alucine y los culés no se lleven las manos a la cabeza. Y eso, señor Laporta, no tiene nada que ver con la caverna mediática españolista, ni la envidia, ni nada por el estilo, sino con la vergüenza que ha hecho usted sentir a los millones de aficionados de su club que no ven en usted reflejados los valores y cultura del Barça.
Y luego está el tema de la intimidad y el derecho a la información. Una cosa es la prensa del corazón, que hace fotos en lugares públicos buscando a menudo el morbo, y otra es la denuncia, que yo creo que se hace en este caso, de un personaje público en un estado lamentable. Otra cosa es que la foto se hubiera captado en una fiesta privada o en un domicilio particular. Entiendo que aquí pueda haber opiniones, pero lo siento, los periodistas están también para esto, para denunciar este tipo de actividades que, como he dicho antes, no se ajustan a lo que una colectividad espera de sus representantes.
Así pues, señor Laporta, sea usted humilde. Recuerde que un mes antes de que llegara Guardiola usted estaba más fuera que dentro del club, y que tuvo la suerte de acertar con un entrenador que, paradojas de la vida, representa como nadie los valores del Barça y está en las Antípodas, afortunadamente, de su indigno comportamiento. Ser presidente de un club tan grande tiene muchas ventajas, pero también sus inconvenientes y limitaciones, porque cada vez que uno sale de casa predomina el personaje sobre la persona.
Por lo tanto, Señor Laporta, si quiere saber la opinión de un madridista, le animo a que siga saliendo por las noches. Y si es posible, cambie los estatutos y hágase eterno en el cargo que ostenta si es que le dejan, porque no hay nada peor para una institución que encarnar los antivalores que le han hecho grande. Una institución, por cierto, a la que por encima de rivalidades deportivas tengo muchísimo respeto. El que atenta contra su integridad es usted mismo con comportamientos como el del pasado fin de semana o su incidente en el aeropuerto del Prat hace un par de años.
Opiniones mías aparte, el debate está servido. ¿Se debieron publicar las fotos de Laporta? ¿Se hizo bien en sacar el escándalo de Berlusconi y sus queridas? Ahí queda eso. Espero vuestros comentarios.
Comentarios
...pero lo haré para que nadie piense que me he ablandado, jajaja!! Creo que nos hemos instalado en la idea de que un club encarna y debe encarnar no se qué valores. Esto me chirría un poco, la verdad, y ahí radica la fundamental diferencia para mí con el asuntazo de Villa Certosa. Las gatitas de Berlusconi, un primer ministro con la polla tiesa y los desmanes a cargo del Erario público son y deben ser el notición de una legislatura. Para mí un club de fútbol, por mayoritario que sea el seguimiento del fútbol, es en parte un asunto distinto. No te debes ante nadie, ni por vínculo de la fe ni por los votos. Me refiero a que no te debes personalmente. Lo que se debe valorar es la gestión del club y la obtención de títulos. Quizá si todos tuviéramos una visión más austera del fenómeno (importan los títulos y el buen trato al socio, a la propia plantilla y la deportividad con el contrario), concluiríamos que: a) este señor se puede emborrachar como todo el mundo, porque el puntillo es algo natural y deseable incluso para exaltar hondas alegrías, siempre que se respete la Ley. b) la celebración por todo lo alto de cualquier cosa en un evento privado, aunque sea un lugar público, claro que tiene interés público; pero somos ese público los que deberíamos disfrutar menos con los regueros del champán y los que deberíamos saber siempre separar que la gestión honesta y acertada de una borrachera; y c) quizá un presidente de un club, a pesar del dogma común, puede que no sea más que eso: un presidente de un club, y un club puede no encarnar valores y otras entelequias.
No se si Laporta es o no un buen presidente y me es indiferente. Creo que su salida de la crítica españolista es la peor que podía haber elegido, rellena de bilis el asunto y es un error garrafal. Mi único problema (insisto, reflexiono en alto, no lo tengo nada claro) es tu acertada distinción entre legitimidad moral y legal. Tiendo a anteponer la segunda a la primera. La autocrítica de su gestión por los socios y la opinión pública debería ceñirse a los logros y fracasos, y empinar el codo me sigue pareciendo una cosa privada. Procuro impedir darle significado a una fiesta fuera de esa fiesta y querría que los socios criticaran su gestión con otras razones. Se que esto es imposible en este país (puede que en todos). Y hasta me pone la idea de que cualquier persona (que no se deba a los electores) desbarre de esta manera. Yo no le daría importancia al asunto, aunque sí entiendo el enojo general y de hecho participo en la crítica dura a su salida de pata de banco. A veces siento que al mundo que vive de la carnaza y la exclusiva, mientras no transgreda la Ley, debería estrellarse con un sano silencio e indiferencia por nuestra parte.
Un abrazo
Mil gracias por pasarte, como siempre. Por cierto, que el compañero de juergas de Laporta era tu amigo Xavier Sala i Martí, jajajaja.
Ahora hablando más en serio. Toda empresa tiene una cultura y unos valores y si su presidente es elegido por unos socios, me temo que debe actuar acorde a los mismos. Reitero que a mi que Laporta se coja una borrachera me importa poco porque este señor no representa a mi equipo. Sin embargo, entiendo que para mucha gente catalana, barcelonista de pro, que se identifica con su club y que ve que la persona que les representa es el hazmerreir del fútbol español, entienda que Laporta no es digno del cargo. No tiene que ver con el fútbol y su importancia, sino con la cultura empresarial, la cual en este caso, toca aspectos emocionales.
Ser presidente del Barça tiene muchas ventajas. Entre ellas el que en muchos sitios te traten como un ministro. Pero me temo que también tiene el inconveniente de tener que representar un papel en cualquier acto público durante el tiempo que se esté en el cargo. Sería reprobable que la foto se hubiera tomado en una boda (acto privado), en su domicilio particular (acto privado) o con su familia. Pero en una discoteca y haciendo todo el follón del mundo... Me temo que toca atenerse a las consecuencias.
Totalmente de acuerdo contigo en lo de Berlusconi.
Un abrazo
Creo que, asumiendo el carácter de empresa que tiene un club así, Fernando tiene razón en las consideraciones que han de llevar a la cabeza visible a mostrar los valores que tenga esa empresa. No hay visión, misión, ideario de una empresa que se limite a hablar de beneficios económicos.
Si yo fuera socio del Barça, me situaría como Nanius en defensa de buena gestión y con ls límites de la legalidad. Lo demás me parecería lo de menos.
Pero no lo soy y muchas personas sí, y a ellas, entiendo que como máximo órgano de decisión de un club, hay que tenerlas en cuenta, estemos de acuerdo con sus razonamientos o no. Si consideran que el comportamiento es indebido, por simple tautología lo es, ya que son ellos los que deciden si lo es o no.
Y quiero suscribir, en una postura que empieza a repetirse (y a veces me da miedín), la propuesta de Nanius: "A veces siento que al mundo que vive de la carnaza y la exclusiva, mientras no transgreda la Ley, debería estrellarse con un sano silencio e indiferencia por nuestra parte." Chapeau.
Aparte de aplicarla a deportes o mundo del "corazón", me interesa especialmente su aplicación a la política. Que juzguen los jueces, y no los medios, si hay ilegalidades. Que juzguen los cónyuges si hay adulterios. Y limitémonos los votantes a juzgar la calidad de la gestión y la identificación con nuestras ideas.
¿Hace?
Abrazos
PD: Pese a lo dicho, y en pro de aumentar el share de este blog, me comprometo a mantener cierta polémica con Nanius. Si decaen las visitas, epezamos a tildarnos de "facha" y "rojo", que seguro caldea el ambiente ;)
Estoy muy de acuerdo contigo en líneas generales. La carnaza y los comportamientos de las personalidades públicas entran dentro del campo de la moral, no de la ética, por lo que al resto no nos queda otra queda otra cosa que el respeto desde la distancia. En ese sentido, mientras no se transgreda la ley, poco podemos decir nosotros.
Un fuerte abrazo
Metiéndome en faena: lo que dices de la tautología me parece MUY interesante, pero yo lo había tomado de manera distinta. Laporta se debe a sus socios, por ellos gestiona el club y de ellos sale elegido. Si a ellos les indigna la borrachera del presi, bien (los tres coincidimos en que entendemos que se enojen). Pero y si no fuera así? no encuentro ninguna razón por la que tenga que pronunciarme en todo caso sobre Laporta no siendo socio del Barça. Si a ellos no les importara (supongamos), por qué habría de importarme a mi? Su comportamiento es indebido porque así lo entienden algunos socios. Sólo a los socios les tendría que parecer bien o mal el asunto, y si los demás no opináramos, pondríamos coto a la carnaza. Esa es mi opinión. Es que me resulta ridículo que no siendo socio del Barça alce la voz por un asunto privado con el argumento de que a algunos socios les enoje el asunto. ¿Deberíamos tener una opinión contraria a Laporta por emborracharse si dicha opinión no la tuvieran los socios que le han elegido? No veo por qué.
Y discrepo de Arturo y Fernando en esa idea de valores de un club de fútbol. Lo de la lógica de los beneficios es una simplificación oportunista. Aunque no nos guste verlo así, el club es igual que una empresa: sus "beneficios" son títulos, reputación, deportividad, un aura de buen juego e ingresos de la publicidad y las entradas. Es decir, sacar tajada a un servicio lo más perfeccionado posible. Ni más ni tampoco menos. Y es que a quienes le atribuís al fútbol no se qué valores a mostrar y representar os cuesta muchísimo salir de un duro convencionalismo y bajar al club de ese pedestal al que le habéis subido. Es una simple empresa, con su organización, sus costes, su proyecto de viabilidad y su dosis de suerte. Esta visión descarnada no es por eso irreal, sino que puede ajustarse mejor a la realidad; pero no la aceptamos porque creémos nostálgicamente que dotar al club de una bandera de valores que pasear es el lubricante legitimador necesario para evitar la desagradable y descarnada visión mercantilista de los clubs. Por eso, para mi, no existen tales valores: existen títulos, juego, victorias, deportividad y dinero de entradas en el debe o el haber de una cúpula directiva. Y lo que no hay son borracheras, que no empañan objetivamente (ni pueden conseguirlo) esas variables objetivas de la gestión.
Por cierto, estimado Fernando, a ver si vas a salir en La Vanguardia aguijoneado por Sala-i-Martin. Creo que Losantos le escribió una columna llamándole Sala i Martí (como tu) y recibió una respuesta muy poco cordial, jajaja
abrazos
Muchas gracias por lo del señor blog, jajaja, eso me ha gustado.
En cuanto a lo de los valores, me refiero a la cultura empresarial de la empresa FC. Barcelona. Tú has dado una palabra clave: Reputación. La imagen de la empresa la dan en buena medida sus miembros y si Laporta es la cabeza visible del Barça, es obvio que sus actuaciones afectan a la reputación del club.
Estoy de acuerdo contigo en que ninguno de nosotros somos del Barça y no tenemos ningún derecho a pedirle nada al Sr. Laporta, pero el motivo de mi post era no tanto por la borrachera sino por la salida de tono de su contestación. Por un lado por lo de la caverna mediática españolista. Y por otro por lo del derecho a la intimidad cuando este hombre ha dado el cante en todos sitios menos en la intimidad.
Se me ha pasado lo de Sala i Martí, jajaja. Ya te digo que mi bisabuela era catalano parlante y mi abuela ya no lo habla pero lo entiende. Creo que soy una persona con mucha sensibilidad en ese sentido, pero se me ha pasado, jejeje.
Un abrazo
A mi lo que relamente me preocupa es que de esa foto no solo se haga un notición sino que durante días sirva para alimentar a los medios. Como dice nanius yo diferencio entre lo de Berlusconi y lo de Laporta, porque un caso afecta a todos los ciudadanos de un país y lo de Laporta debería afectar, en principio a sus socios que son los que al final dirán si está gestionando adecuadamente la , empresa y transmitiendo sus valores. Claro, laporta, tampoco ha estado fino entrando al trapo y quizás por eso se esté llevando la que se está llevando.
Me preocupa más que aprovechando su cargo, y ahí entra el asunto de la legitimidad, se sirva del club para hacer política.
Extraordinario el post y los dos comentaristas de lujo (nanius y arturo)que hacen a este blog uno de los grandes.
Un abrazo
Mil gracias por pasarte y por tus palabras.
Estoy muy de acuerdo contigo, la verdad. Hay diferencias entre el caso de Berlusconi y Laporta. A mi el hecho en sí me provoca más risa que otra cosa, porque como bien dices, no soy del Barça y este señor no me representa. Me pareció patética su reacción posterior, y por eso escribí el post, porque me repatea que todo lo lleve a la política y al españolismo cuando lo que ha hecho es avergonzar a sus socios.
De nuevo mil gracias por tus palabras
Un fuerte abrazo
En serio, para mi el debate es más profundo. ¿Por qué los periodistas publican ciertas fotos y otras no?. ¿Qué hay de información en la fiesta de Laporta?. ¿Qué hay de vender ejemplares?. ¿Por qué se añade tensión a la sociedad a través de la información?. ¿Es el mismo caso que con las hijas de Zapatero?. Si los periodistas pueden publicar lo que quieran porque consideran que tiene valor informativo, ¿quién repara los daños causados al chico de Tenerife? En fin, Ferra que yo solo tengo preguntas, no respuestas. A ver si nos vemos pronto, que te llamé y te dejé un mensaje. Al "rojo" de Arturo le veo en breve, abrazos¡¡.
Mil gracias por pasarte y por tu comentario. Y mil gracias también por tu llamada. ME pillaste en una semana difícil y la verdad es que escuché tu mensaje tarde. Esta semana sin falta te doy un toque.
Interesante reflexión la tuya. Desde luego da para pensar mucho. Aún así, yo pienso que cuando una persona accede a un cargo público, adquiere una serie de beneficios y otros tantos sacrificios. Uno de ellos es que cuando te comportas en público no lo haces como una persona anónima, sino como representante de una entidad y, por lo tanto, eres noticia. Otra cosa muy diferente es que esas fotos fuesen tomadas en un domicilio particular o incluso una boda, dónde celebras un evento privado.
En lo que estoy de acuerdo contigo es en que la línea es demasiado fina. Lo de las hijas de Zapatero, por ejemplo, a mi me pareció lamentable porque ellas no son noticia ni personas públicas. Para colmo son menores.
En el fondo sólo te puedo aportar opininiones personales a tus preguntas. Lo complicado es que a menudo todo queda en manos de la moralidad de las personas y eso es peligroso en estos tiempos que corren.
Hablamos para vernos pronto.
Un fuerte abrazo
Fernando