Economía y Sociedad - A vueltas con la Sostenibilidad
Recursos, escasez y límites a nuestro ritmo de vida
Se necesitan tres Españas para soportar nuestro ritmo de vida. Con este titular se hacían eco algunos medios del informe "Planeta Vivo" presentado por WWF, Red de la Huella Global y la Sociedad Zoológica de Londres. Para llegar a tal conclusión, el citado informe se basaba en un concepto llamado "Huella Ecológica". Éste mide los recursos naturales que necesita una economía para su desarrollo, así como los desechos derivados del mismo. Se mide por el número de hectáreas terrestres y marinas que precisa un país para mantener su actual nivel de vida. En resumidas cuentas y hablando en plata, la "Huella Ecológica" determina si una nación vive o no por encima de sus posibilidades medio ambientales, comparando el impacto de su actividad económica con su biocapacidad; es decir, su superficie total de tierras biológicamente productivas. Se puede decir que cuando la "Huella Ecológica" de un país supera a su biocapacidad, éste está consumiendo más bosques, tierras de cultivo, leguas marinas, en definitiva, recursos, que los que su propio territorio puede suministrar. O lo que es lo mismo, que la tierra no puede reponer los recursos naturales a la misma velocidad que son consumidos.
Así pues, cada español precisaría de 5,4 hectáreas productivas para sí solo para mantener su actual estatus, lo que multiplicado por el número de habitantes de nuestro país nos lleva a la conclusión de que nuestra querida España necesitaría multiplicar por 3,5 su biocapacidad para ser sostenible. Nos queda el dudoso consuelo de no ser los peores. Un ciudadano de Emiratos Árabes necesitaría 10,7 hectáreas para sí solo; un qatarí, 10,5; un estadounidense, 8, al igual que un belga. Los chinos precisarían de 1,6 hectáreas y los japoneses de 4,7. La dura realidad es que al ritmo de consumo actual de la población mundial, haría falta un planeta y medio para que la Tierra fuera sostenible desde un punto de vista medio ambiental.
Así pues, tenemos dos opciones. Una, seguir con nuestro actual nivel de vida hasta que definitivamente reventemos nuestro habitat, o dos, concienciarnos de que otro ritmo no sólo es posible, sino necesario. Tendemos a esperar a que nuestros políticos hagan algo sin darnos cuenta de que éstos no moveran un dedo si no hay réditos electorales de por medio. Son reactivos, siempre lo han sido, y por lo tanto sólo se apuntarán a la fiesta del ahorro energético y medioambiental colectivo, no la comenzarán. La revolución debe partir de nosotros mismos. Todos sabemos cómo podemos cuidar el medio ambiente.
Pero tal vez lo que nunca hemos pensado, y esto viene de nuevo a colación del libro de María Novo que me estoy leyendo, es que nuestra "Huella Ecologica" tiene un impacto social no menos importante. Al ser la Tierra finita, el que un país industrializado "ocupe" un territorio mayor del que le corresponde para mantener su nivel de vida, implica que alguien en otra parte del planeta disponga de menos. Como explica María Novo, "nuestros modelos de desarrollo están sustentados sobre el subdesarrollo de otras áreas" de la Tierra. El extraordinario desarrollo del nivel de vida del Norte se ha visto favorecido, en buena medida, por el inmenso flujo de recursos naturales procedenes del Sur, casi nunca pagado en su justa medida. Si en el año 2005 teníamos 175 millones de personas migrando alrededor del mundo en busca de una vida mejor, es en parte por lo que subyace detrás de la medición de la "Huella Ecológica": subdesarrollo, escasez de oportunidades y deterioro de la calidad de vida.
La sostenibilidad medio ambiental y social, por lo tanto, van de la mano. No puede entenderse la una sin la otra. Nuestro actual ritmo de consumo de recursos pone fecha de caducidad a nuestro modelo, y como apunta Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998, ningún sistema económico no ligado al desarrollo humano es sostenible. La pregunta, por lo tanto, es hasta cuándo durará el nuestro.
Comentarios
Me quedo con esta frase. Lo malo de todo esto es que hay un desajuste tremendo que parece no importar a nadie mientras no le toque de cerca, o pueda "tirar" de los recurso de otros.
Y esto, es muy peligroso porque es como pedir un crédito que nunca se podrá pagar y que puede sumir en la miseria ambiental y social a gran parte de la humanidad a corto plazo. Falta sentido común y sobra egoismo.
Un fuerte abrazo
No aprendemos
Desde hace unas semanas vengo trabajando en esa idea (la de la asociación entre sostenibilidad medioambiental y social) a raíz del libro de María Novo y cada vez lo tengo más claro. Empezando por nuestro modelo energético,por ejemplo. Nuestro nivel de vida y desarrollo nunca se hubiera alcanzado (ni se podrá mantener) sin la misma.
Suscribo letra por letra tu último párrafo. El epitafio es fantástico: falta sentido común y sobra egoísmo.
Un fuerte abrazo
Simpre decia que donde comen dos pueden comer tres y hasta cuatro, mientras que la gente me decía que mejor comer dos do´nde comen tres. Y el tiempo desgraciadamente me ha dado la razón.
Nuestra sociedad y forma de vida están en decadencia, o cambiamos o estamos asistiendo al declive de nuestra civilización. Y me temo que la historia nos está pasando factura.
Buen post y aprendo mucho de tu blog.
Un abrazo y buen finde
El informe al que hacía alusión en el post, afirma que nuestro nivel de vida dejó de ser sostenible en 1.990, pero lo increíble es la espiral en la que nos metemos tras la Segunda Guerra Mundial. Para reflexionar, desde luego. Del estado de bienestar hemos pasado al estado de consumo. Que estamos en un momento de cambio, colapso, o similar, parece bastante evidente.
Un fuerte abrazo