Economía - ¿Bienvenido, Mr Draghi?

Una Visión Diferente

Ya han pasado unos cuantos días desde que Mario Draghi anunció su último paquete de medidas para sacar definitivamente a la Eurozona de la crisis y llevo queriendo escribir al respecto desde hace más de una semana, pero reconozco que no sabía cómo afrontar el post. En primer lugar, porque hacer digerible todo lo que el máximo dirigente del BCE ha determinado para los menos doctos en materia económica, no es sencillo. Y en segundo lugar, porque no quería ni por asomo quedarme en lo fácil, que es criticar sin proponer algo, aunque metidos en el atolladero en el que estamos, reconozco que suena pretencioso. En cualquier caso, no me gustaría dejar de intentarlo.

Dentro de las medidas sin precedentes y totalmente revolucionarias desde el prisma europeo que se han tomado, cabe destacar que no sólo se han bajado los tipos hasta el 0,05%, sino que además el BCE prepara una compra sin precedentes de activos bancarios para introducir liquidez en el sistema y reflotar el crédito de una vez por todas. ¿Será la solución definitiva? Yo creo que no, que hacen falta más cosas, porque el problema de Europa no es de falta de liquidez y aunque la carestía de crédito es una obviedad, tampoco es ésta la única de las dificultades. Aún así, no quiero comenzar por mis conclusiones, así que previamente me gustaría arrancar explicando las medidas, luego aportar mi visión de lo que realmente le ocurre a Europa y por último apuntar algunas ideas de mi propia cosecha. Intentaré simplificar al máximo para que todo el mundo me pueda seguir. Que no se me enfaden los puristas.

Las Medidas:

La primera de todas ha consistido en rebajar los tipos de interés aún más. Antes estaba al 0,15%, precio ya de por sí irrisorio, y desde hace unos días al 0,05%. Las bajadas de los tipos de interés en la economía tienen como finalidad principal animar la inversión, ya que facilitan el endeudamiento de las personas y empresas, así como animan el consumo. Esta medida tendrá efecto sobre el Euribor más pronto que tarde, indicador de referencia para la inmensa mayoría de hipotecas y préstamos, y ello debería hacer más llevadero tanto el desapalancamiento como el pago de los nuevos préstamos que se concedan. El aumento de la inversión debería tener un efecto claro y directo sobre el crecimiento económico, así como sobre la creación de empleo en consecuencia.

De forma indirecta, penaliza el ahorro, ya que los bancos retribuirán menos por los depósitos y cuentas corrientes. Ello de alguna forma debería incentivar también algo más el consumo (o la inversión, de nuevo).

Sin embargo, con los tipos de interés tan bajos, esta bajada adicional no tengo claro que vaya a tener un gran impacto. No es que las empresas no quieran nuevos préstamos, es que los bancos no los conceden por diversas razones. Muchas de ellas justificadas, otras impuestas y otras tantas por los temores que aún arrastran. Y  no es que las familias no gasten porque estén ahorrando, sino que más bien ahorran porque siguen teniendo importantes deudas que pagar.

Por lo tanto, bienvenida sea la bajada de tipos, pero su efecto, me temo, será muy reducido.

La otra gran medida anunciada por Draghi ha sido la compra de activos a los bancos. Esta es mucho más interesante y desde luego se presta a un debate en profundidad nada sencillo. Necesitaré hacer un poco de historia reciente para que se entienda bien la trascendencia del plan de Draghi, pero de nuevo, trataré de simplificar.

Tras la caída de Lehman Brothers y el inicio de la gran crisis financiera que aún nos tiene empantanados, los gobiernos de las principales economías del planeta decidieron que era el momento de incrementar la seguridad de la banca mundial para evitar futuros desastres. Todo ello desembocó en Basilea III, dónde se determinó que los requisitos de capital y solvencia de la banca debían ser mayores que antes. Cada vez que se concede un préstamo, los bancos consumen capital. Si las entidades están tiesas, porque han pasado una crisis financiera, y se les exigen mejores ratios, indudablemente el crédito no fluye, o fluye menos.

Adicionalmente, los gobiernos, y aquí hago especial hincapié en el Español, sobre todo tras el rescate bancario, obligaron a las entidades financieras a ser mucho más estrictas con el sistema de provisiones. Una provisión consiste en reconocer que un particular o empresa no te va a pagar el préstamo que se le ha concedido, en su totalidad o en al menos una parte. El sistema de provisiones va por porcentaje según la tipología del cliente, pero afecta a los préstamos dados, a los nuevos y también a las líneas de circulante, por muy absurdo que ésto me resulte desde fuera, por cuanto el descuento de un pagaré dependerá más de la calidad del librado que de la empresa que lo presenta al cobro. Cuando aumentan las provisiones, de nuevo simplificando mucho, empeoran los ratios de solvencia y capital. Por lo tanto, si los bancos ya lo tenían difícil para prestar, desde el rescate de nuestra banca lo han tenido bastante peor, aunque sea cierto, y ello conviene señalarlo, que en buena medida por el deterioro de los balances de las empresas desde que comenzó la crisis. El escaso crédito, además, era caro por cuanto la fragmentación de la banca Europea hacía que para financiarse pesara mucho más el riesgo país que la solvencia de las entidades o del proyecto a financiar. Con nuestra prima de riesgo disparada, el resultado era el que todos hemos conocido hasta la fecha.

El rescate de nuestra banca y la creación del banco malo (SAREB), ayudó mucho a nuestras entidades porque al poder liberar muchos de sus activos tóxicos, mejoraron sus balances y sus ratios. Es por ello por lo que en España, aún en unos niveles irrisorios, parece que el crédito comienza a mejorar algo. En Europa, aunque el crédito haya estado algo mejor, lo cierto es que las dudas sobre los balances de las entidades financieras aún persisten y es por ello por lo que se van a realizar nuevos test de estrés. Tengo la intuición de que nuestros bancos van a salir en su mayoría bastante bien parados. En ese aspecto, nuestro país ha hecho sus deberes.

La medida de Draghi, por lo tanto, consiste en comprar activos titulizados a la banca, buscando con ello meter liquidez en el sistema a la par que mejora los balances de los bancos. La condición es que ese dinero realmente se destine a financiar la economía real, y si realmente con esta compra de activos mejoran los ratios de las entidades, es posible que la medida tenga éxito. Además, se sube la penalización a la banca por tener dinero "parado" en el BCE. Es decir, que no sólo no le retribuyen los depósitos, sino que además deberán pagar más por ellos. Todo ello puede hacer que, efectivamente, el crédito fluya, pero insisto en lo dicho antes: la falta de crédito es sólo uno de los problemas que tiene Europa.

Es cierto que el BCE ha venido metiendo cantidades ingentes de liquidez en el sistema, pero éstas realmente no llegaban al ciudadano de a pie ni a la pequeña y mediana empresa por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque ese dinero se lo quedaban los bancos para cumplir con los nuevos requisitos de capital y solvencia que se han venido exigiendo desde el BCE, la propia comisión europea y algunos gobiernos, como ya se ha explicado, y en segundo lugar, porque el resto, una cantidad muy importante, se iba a financiar los déficits públicos de los estados. Es decir, por un lado el BCE metía dinero en el mercado, pero por otro lo sacaba. Aumentaba la base monetaria, pero no el dinero realmente en circulación. Una de las grandes paradojas de esta crisis es que prestar al estado no consume recursos propios a las entidades financieras, lo cual pervierte el mercado financiero, ya que el dinero no se desplaza hacia dónde pueda haber mayor rentabilidad, sino dónde haya menos riesgo. No se puede ser juez y parte. Y luego nos quejamos de que los mercados no funcionan bien sin advertir de que los que los regulan tienen sus propios intereses. En este caso políticos.

Por lo tanto, si se prohibe o limita que ese dinero vaya a los gobiernos, se mejoran los balances y se penaliza tener fondos en el propio BCE, la liquidez que Draghi va a insuflar a los mercados debería llegar a la economía real con un doble efecto: una mejora de la situación macro y microeconómica a corto plazo y una devaluación del euro (al haber más monedas, éstas valen menos) que deberían favorecer las exportaciones de los países de la Eurozona. España es uno de los países que más se puede beneficiar de estas medidas.

Acerca de la Política Monetaria:

La política monetaria no deja de ser una herramienta de política económica que casi siempre ha tenido dos finalidades: una, el control de la inflación, y dos, incidir en la demanda agregada de un país (vía animando inversión y consumo casi siempre). Para tal fin, los bancos centrales controlan los tipos de interés, así como las cantidades de dinero en circulación a través de lo que se llamaban operaciones de mercado abierto. Bernanke, mientras fue presidente de la FED, revolucionó las prácticas de este tipo con las llamadas "expansiones cuantittativas", a través de las cuales el máximo organismo monetario de los EEUU ha estado comprando no sólo deuda pública, sino también muchos activos financieros tóxicos que sirvieran, a la par que se inyectaba dinero en la economía, para limpiar los balances de los bancos y entidades financieras de aquel país. 

Cuando la política monetaria realmente logra impactar sobre la demanda agregada, el resultado es que suele bajar el desempleo. En estos casos, bajadas de tipos de interés y la mayor existencia de dinero en el mercado, hacen que la gente ahorre menos y consuma más, lo que sin dudas tira de la actividad hacia arriba y genera nuevos puestos de trabajo. Además, como estas medidas suelen generar cierta inflación, los activos como las viviendas tienden a revalorizarse, lo que permite muchas veces poder endeudarse más al existir mayores garantías. De igual forma, se incentivan las compras de bienes de equipo, por cuanto la financiación es barata y permite un mayor nivel de endeudamiento.

Pero la política monetaria no es la panacea. Son muchos los estudios que reconocen que tiene un impacto a corto plazo, pero que a largo éste es muy limitado. De igual forma, con un sistema financiero débil y fragmentado, en un momento además de incertidumbre, la intermediación de aquel suele ser muy ineficiente, lo que termina por hacer ineficaces muchas de estas políticas. Pongo un ejemplo: si se mete dinero en el sistema, pero los bancos no prestan porque creen que no hay demanda solvente, o porque tienen unos balances muy deteriorados, o porque se les exigen mayores necesidades de capital, como se ha explicado antes, el dinero no fluye y, por lo tanto, el efecto es mínimo. ¿Recordáis lo que exponía al inicio del post? Por eso Draghi en estos momentos no sólo quiere incrementar la liquidez, sino que quiere asegurarse que llegue a quién tiene que llegar.

Y toma esta medida, porque a Bernanke no le ha ido aparentemente mal con ella. Hoy EEUU goza de una tasa de paro mucho menor que la de Europa y ha visto como su desempleo ha disminuido a gran velocidad en los últimos años. La política monetaria de la FED se ha vendido como un caso de éxito mientras que al BCE y a la UE le han llovido palos por no hacer algo parecido. Y no lo ha hecho, porque la política monetaria también tiene sus riesgos en forma de inflación. Creo que en Europa el miedo de Alemania al respecto ha resultado ser infundado. Sin embargo, es cierto que la política monetaria heterodoxa puede hacer de "morfina", haciendo que los gobiernos no afronten los verdaderos problemas económicos de los países. Y yo creo que es ahí dónde se encuentra sobre todo Europa.

El caso de EEUU no es el Europeo por varios motivos. El primero, porque en EEUU existe una unión bancaria, al haber un organismo que regula a todas las entidades. En Europa se empiezan a dar los primeros pasos para ello pero hasta la fecha ha existido una gran fragmentación, lo que ha hecho que el dinero no llegue a todos los países en las mismas condiciones pese a que el BCE funcione como regulador para todos los países. Ello explica por qué es más fácil y más barato conseguir un crédito en Alemania que en España, como explicaba antes, y eso limita mucho la eficacia de la política monetaria. Recordemos que Europa ha enchufado muchísimo dinero ya al sistema sin demasiada efectividad. En segundo lugar, porque EEUU tiene una moneda única y un mercado laboral único en el que te puedes mover sin barreras culturales o idiomáticas, lo que favorece el movimiento de las personas hacia los lugares dónde se crean puestos de trabajo. Esa era una de las pautas que Robert Mundell, premio Nobel de Economía y uno de los padres del Euro, señalaba para el correcto funcionamiento de la Eurozona. Sin embargo, y pese a la emigración de muchos jóvenes españoles hacia otros países europeos, la realidad es que el mercado laboral europeo también está muy fragmentado por estas barreras idiomáticas y culturales. Ello también resta eficacia a la política monetaria, por cuanto la demanda agregada crece de forma asimétrica, lo que hace que se generen puestos de trabajo de igual manera. En tercer lugar, se obvia el impacto del "fracking" en la economía estadounidense. El gigante Norteamericano ha dejado de ser energéticamente dependiente, lo que unido al dinamismo de su economía, sin lugar a dudas le ha ayudado a ser muchísimo más competitivo. De igual forma, el que las materias primas cotizasen en dólares, le ha permitido "exportar inflación" (pero este es un tema demasiado complejo de explicar). La recuperación estado unidense tiene más que ver con todo ello que con la política monetaria en sí.

Los males de Europa:

Apunté muchos en uno de mis posts de este verano, por lo que voy a tratar no ser reiterativo, pero sí que me gustaría dejar claro que la falta de demanda, que es lo que está detrás de este tipo de políticas como las que ha implementado Draghi, son muy probablemente un mero síntoma de la enfermedad y no la enfermedad en sí. Bien está que al paciente le demos paracetamol para bajarle la fiebre, pero requiere más cosas si se quiere curar.

Europa tiene un problema de deuda pública al amparo de unos estados que son difícilmente sostenibles, por cuánto vienen registrando déficits primarios (esto es, lo que se recauda por impuestos y demás no da para pagar salarios de funcionarios, políticos, estado de bienestar, etc., en su totalidad, por lo que a sus gobiernos no les queda sino otra que endeudarse) desde la crisis del petróleo de los años 70. Hay excepciones, como España, la cual tenía un estado del bienestar sostenible y sano incluso antes de la burbuja y creo que sus problemas actuales son reconducibles, o la propia Alemania, pero el resto de países no pueden decir lo mismo. 

Así pues, este es el cuadro a 31 de diciembre del año pasado de nuestra querida Europa. España tenía un déficit público del 7,10% incluyendo las ayudas a la banca (esto quiere decir que sus gastos públicos superaron en un 7,10% sus ingresos públicos en 2013) y una deuda pública del 93,90% de nuestro PIB.  El Reino Unido tenía en la misma fecha un déficit del 5,80% y una deuda pública del 90,60% sobre su PIB. Francia, por su parte, tenía un déficit del 4,30% y una deuda pública del 93,5%. Italia tenía un déficit del 3% y una deuda del 132,60% sobre el PIB. Grecia, tenía un déficit del 12,7% y una deuda pública del 175,10%. Irlanda, por su parte, tenía un déficit del 7,20% y una deuda pública del 123,70%.

Es cierto que no hay un consenso acerca de cuánto es el volumen de deuda pública sostenible y que el debate es casi siempre interesado, pero a mi me gusta pensar en mentalidad micro para que cada cual saque sus conclusiones. Nunca firmaría una hipoteca que se llevara más de un tercio de mi salario anual entre principal e intereses. Y creo que una empresa nunca debe tener una deuda financiera neta que sea mayor que 4 veces su EBITDA (beneficio antes de impuestos, amortizaciones e intereses). Así pues una empresa muy rentable, que genere un EBITDA de un 10% sobre sus ventas, suponiendo que éstas son 10 MM de Euros, no debería tener una deuda que superase sus 4MM de euros (1MM de EBITDA x 4).  Es decir, el 40% de sus ingresos. España en 2013 destinaba un 19% de su PIB al pago de su deuda, lo que todavía es sostenible, pero al nivel que crece la deuda (por el alto nivel de déficit), y lo poco que crece el PIB, creo que en breve nos meteremos  en umbrales peligrosos. España, merced a su burbuja (y su consiguiente aumento de ingresos públicos), logró llegar al año 2007 con una deuda pública del 37% sobre su PIB pero lo cierto es que antes de la misma aquella se había movido siempre en el entorno del 60 ó 70% del PIB, en cuyos umbrales personalmente me siento cómodo y dan para tener unos servicios públicos de calidad. En Francia las primeras gafas son gratis para cada ciudadano, también la inmensa mayoría de tratamientos fisioterapeutas e incluso la psicomotricidad infantil. Todo ello con un número de funcionarios desproporcionados. Si te lo puedes permitir, estupendo, si te tienes que endeudar para hacerlo, tienes un problema.  Y cuando los estados se endeudan para financiar sus déficits, detraen dinero del mercado y ello dificulta la financiación de las empresas y las familias, lo que resta eficacia a las políticas monetarias. Si encima se suben los impuestos, apaga y vámonos, como se suele decir.

Pero es que además algunos países Europeos, como España , Francia, Irlanda o Reino Unido, han tenido y siguen teniendo una deuda privada (de familias y empresas) descomunal. Cuando ello es así y llega un período recesivo y con éste una demanda débil, se dispara la mora, los bancos tienden a prestar menos, las familias y empresas se vuelven más aversos al riesgo y, en consecuencia, la eficacia de la política monetaria también es limitada salvo que se produzca el llamado efecto riqueza, según el cual las personas observan como aumenta el valor de sus activos, tienen la sensación de ser más ricos y tienden a gastar más acelerando precios y crecimiento económico al elevar la demanda agregada. Sinceramente, creo que Europa no está en ese punto.

Con las principales economías europeas (salvo Alemania) con un problema de endeudamiento privado y/o público, es difícil esperar un aumento de Gasto Público (política fiscal) que tire de la economía (como pide la izquierda europea), por cuanto ello conllevaría más déficits y más deuda pública. Y también por ello es difícil esperar una mejora de la demanda agregada sostenible en el seno de la UE. A Europa le queda la salida de exportar a países fuera de la unión, pero ahí tiene de nuevo otro de sus problemas. 

 Europa no es competitiva, no es eficiente y no innova. No está preparada para la economía global y el drama es que el capitalismo Europeo no ha encontrado más solución que el recorte de los costes para poder competir, lo que nos lleva a un callejón sin salida. 

La eficiencia tiene que ver con emplear mejor los recursos que uno tiene, y en ese aspecto, uno puede intentar producir lo mismo utilizando menos materias primas o recursos humanos, o puede intentar generar más con los recursos existentes vía incrementos en la productividad. Dicho de otra forma, cuando eres una potencia en Innovación y Desarrollo, eres capaz de crear productos de valor añadido. Pero para llegar a ese punto, hay una serie de pasos que se deben dar previamente: fomentar la investigación en las universidad, atraer talento, favorecer la cooperación universidades - empresas, crear incentivos para que en el ámbito privado la apuesta sea también contundente y así un largo etcétera conocido por todos al que se debe dotar de un contenido estratégico. Al igual que, por ejemplo, hay pactos a largo plazo por las pensiones entre los partidos políticos, también debería existir algo parecido en lo que a la educación y las partidas destinadas a tal efecto se refiere. También debería haber un propósito de país, o en este caso de la Unión Europea, acerca del modelo al que se quiere tender, el horizonte al que se quiere llegar.

Sin embargo, nada eso ocurre en Europa. Ya hemos visto hace unas semanas que nuestras universidades no están entre las mejores. Que no lideramos la inversión en I+D+i. Que el talento busca nuevas oportunidades al otro lado del Atlántico.

Las consecuencias son visibles. La tasa de paro de Europa está en máximos históricos, y en países como Alemania, que, incido, es posible que tenga la economía más sana del continente, los salarios también han tendido a la baja. Los llamados "minijobs" que allí se dan son un estupendo ejemplo. Y lo que está pasando en España ahora también. El trabajo que se genera en estos momentos es precario y a tiempo parcial y aunque es cierto que en el escenario actual de nuestro país, ésto pueda ser lo razonable, no lo es menos que a mi me genera muchas dudas que el nuevo mercado laboral que nos quede genere tantos puestos de trabajo de "calidad" como antes de la crisis. Europa se ha desindustrializado, porque muchas de sus fábricas se deslocalizaron con el inicio de la globalización buscando con ello mano de obra más barata. Esto no sólo es un drama por el paro que deja, sino que lo es también porque demuestra la escasa cualificación que tenía (y tiene) la mano de obra europea en términos generales.

Cuando compites en la economía global, lo puedes hacer de dos formas. Una, metiéndote en la competencia racional (esto es, en costes y yendo a precio), y dos, haciéndolo vía competencia emocional, para lo cual es imprescindible aportar algún tipo de valor añadido. Por supuesto no todo es negro o blanco, y dentro de estos esquemas pueden existir puntos intermedios, pero Europa lleva varios años aproximándose cada vez más hacia lo primero salvo honrosas excepciones. ¿Alguno se acuerda de alguna compañía europea clave en el desarrollo de los ordenadores personales, la tecnología de la información, los smartphones o incluso las redes sociales? Con este escenario,a  Europa le va a resultar cada vez más difícil exportar... si no sigue recortando salarios y costes. En este panorama, marcan las reglas del juego los que están dispuestos a trabajar por menos. Y en Asia no hay ni fines de semana, ni apenas vacaciones, ni estado de bienestar.

Europa tiene un problema descomunal en lo que al sistema de incentivos se refiere, y ello unido a la situación expuesta con anterioridad, tiene consecuencia una sociedad muy poco dada a emprender. Es cierto que llega una generación de jóvenes entre los que se encuentran muchos españoles que parece dispuesta a cambiar esta tendencia, pero hace falta más apoyo desde los gobiernos, poner las cosas más fáciles para favorecer las "startups" y proyectos innovadores que puedan generar empleo. Los síntomas los vemos en las encuestas como las que señalábamos hace unos días: el 75% de los universitarios franceses quieren ser funcionarios.

Se valora más la seguridad en el puesto de trabajo que la posibilidad de progresar arriesgando y eso es justo lo opuesto a lo que ocurre en EEUU o en Asia. Los chinos sueñan con ser empresarios, al igual que una gran proporción de estadounidenses. Y ese esquema es el que permite progresar a las sociedades, crear innovaciones disruptivas y fomentar el crecimiento económico a largo plazo. Mi abuelo tiene ya 90 años y una trayectoria empresarial que está ahí, y el siempre ha defendido que España no necesita 5 millones de puestos de trabajo, sino 500.000 empresarios capaces de crear 10 puestos de trabajo cada uno. 

Europa tiene también un problema demográfico. No hay natalidad y cada vez seremos menos los que tengamos que mantener a más en los próximos años. Se corrigió este problema parcialmente hace unos años con la inmigración, pero hay una máxima que siempre se cumple, y es que los mercados se desplazan hacia dónde hay más rentabilidad. Y en el mercado laboral hay más rentabilidad dónde hay trabajos. Lo normal es que la inmigración, como ya ocurre en España, se dirija hacia otros lugares.

El problema en Europa, por lo tanto, no es de liquidez, sino estructural. Y dentro de esta "enfermedad" tan compleja, las medidas de Draghi pueden hacer que nos sintamos un poco mejor a corto plazo. Es posible que si realmente llega el dinero a la economía real, algo se animen las cosas, se reduzca un poco el paro y, sobre todo, al devaluar el Euro, temporalmente mejorarán las exportaciones. Sin embargo todo ello pienso que es insuficiente.

¿Qué soluciones pueden haber?

Sin lugar a dudas, todas estructurales y todas de diferentes tipos. En primer lugar, políticas, porque Europa requiere de aunar voluntades en pos del interés común. Se le deben dar mayores facultades a los órganos de gobierno de la Unión para que medidas como la unión bancaria, o incluso la unión fiscal se aceleren lo máximo posible. De igual manera, debería salir del parlamento un ambicioso proyecto a 30 años vista en el que se ponga el foco en la educación, para tener universidades entre las mejores del mundo, atraer talento y propiciar que Europa pueda convertirse en una potencia en I+D+i. 

Por el camino se tiene que llegar a un gran pacto en el cual el mercado laboral sea mucho más flexible, ya que por el camino vamos a seguir compitiendo en costes, a cambio de evitar los despidos masivos. Europa necesita bajar su tasa de paro lo antes posible, y aunque a todos nos gustaría que nos subieran el salario, alucino cuando a algunos políticos se les llena la boca hablando de ello. ¿Cómo? ¿De qué forma?

Tiene que haber mucho mayor apoyo al emprendimiento y se debe favorecer la financiación no bancaria. Además, tiene que haber una reforma fiscal que propicie la creación de empleo desde el minuto uno y las exportaciones. Es esencial un gran pacto para garantizar unos servicios públicos de calidad para toda la ciudadanía europea, llevando consigo una reforma drástica de las administraciones públicas europeas para hacerlas sostenibles. Se debe apostar por una política de igualdad real y una verdadera política de conciliación laboral y familiar que permita proyectar carreras profesionales en virtud de las vidas de las personas y no a la inversa. En paralelo Europa necesita una regeneración moral y de la clase política. Aunar ley moral y sistema jurídico es clave para el progreso de la Unión Europea.

Por el camino un poco de política monetaria nos puede venir bien, pero que la mejoría repentina que podamos sentir, no permita que perdamos el foco. A Europa le toca reinventarse. Una vez más. Como siempre ha hecho.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Fernando,

Hacía mucho que no escribía en tus post pero aún así no me pierdo uno.

Un gran post sin duda sobre todo para los que como yo somos unos ignorates en materia económica.

un saludo,

José

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