Empresas - Dudas, Miedos, Vértigos
Sobre la Soledad del Directivo
Desde que oí a Javier Fernández Aguado hablar al respecto,
la llamada soledad del directivo es algo que frecuentemente me ha llamado la
atención. Siempre que asumes una responsabilidad, que tomas una decisión,
aparecen momentos de dudas, miedos y vértigos que tienes que resolver tú solo
aunque te veas rodeado del mejor equipo posible. Al igual que el delantero
cuando se planta delante del portero tras una buena jugada trenzada por los
centrocampistas, como directivo tú también tienes que tomar a menudo decisiones
en la más absoluta soledad.
Se supone que en la vida lo deberíamos ir sabiendo, que ella misma nos lo debería enseñar, pero en
las escuelas de negocio lo deberían recalcar, casi grabártelo a fuego: es imposible gustar a todo el
mundo. Siempre que tomas una decisión te estás exponiendo y eres susceptible de
ser criticado. A todo el mundo le gusta mandar… a priori. Cuando diriges una
empresa te das cuenta de que la responsabilidad pesa, más o menos, pero pesa, y
en el fondo a todos nos contraría cuando no todo el mundo aprecia algo que
nosotros hemos pensado tras un tiempo de reflexión y horas de soledad, esa idea que pensamos que es la mejor ponderando todos los pros y los contras, tras analizar todos los puntos de vista. El genero humano es así.
Cuando vas madurando comprendes que en esta vida hay pocas
certezas o verdades universales, pero de lo que se trata, tanto en tu faceta
personal como en la empresarial, es de tener unos valores y un horizonte al que
dirigirte, aunque por el camino, conforme vas aprendiendo en tu día a día, no
te quede otra que adaptarte a las circunstancias en la medida de lo posible.
Hay que aceptar la crítica. Tanto la buena como la que no lo es tanto, te deben
servir para mejorar, nunca para relajarte, pero también, y sin que ello
signifique mirarse al ombligo, para aprender a no escuchar en ciertas
ocasiones. Las dudas, los miedos y los vértigos son frecuentes compañeros de
viaje, pero lo que marca la diferencia entre las personas es la forma en la que
somos capaces de gestionarlos.
De nuevo en un aeropuerto, como hace unas semanas, a punto de embarcar y con la
sensación de que estoy en un proceso de crecimiento personal y profesional
enorme. En unas horas estaré presentando la reinvención de PradoRey al otro
lado del mundo, ese camino que hemos emprendido y que no está dejando a nadie indiferente.
Y es que algo de la locura de mi abuelo hemos heredado todos los que formamos
parte de este proyecto. Bendito equipo el que tengo. Miedos, dudas y vértigos en el equipaje, pero sobre todo con el ánimo por las nubes y
seguro de estar por el buen camino. De por sí ya es un triunfo. Próxima parada,
Tokio. Allá vamos.
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