Chapeau, Zizou

Algunas Reflexiones

Confieso que andaba tranquilo esta mañana visitando la finca con clientes pese al jaleo que intuía se estaba montando en el parlamento, cuando de repente me llegó un mensaje en el que me decían que Zidane se iba. Al principio creía que era una broma para quitar tensión al debate sobre la moción de censura, pero no tardé en darme cuenta de que la cosa iba en serio. Me quedé atónito, la verdad. Yo tampoco me lo esperaba. 

Y eso que durante este año he escrito algún post hablando sobre la gestión del éxito, sobre cómo Zidane no había sido capaz de meter nuevos estímulos ante un equipo que venía de ganarlo todo y que, apenas unos meses antes, parecía que no iba a encontrar rival esta temporada. La tozuda realidad es que el Madrid ya había perdido la liga antes de Navidad, que estaba fuera de la copa, cuando trazaba aquellas líneas a las que me refería hace un momento, en el mes de enero y que tenía por delante una eliminatoria contra el PSG que se presumía como un Himalaya casi inaccesible para un equipo que no terminaba de encontrar sensaciones. 

Cuentan los que saben, los que conocen los entresijos del vestuario blanco, que Zizou tocó fondo el día del KO copero ante el Leganés, cuando fue incapaz de motivar a sus hombres para que luchasen por una de las dos competiciones que le quedaban por delante, y que sólo la reacción de Ramos, viendo cómo su entrenador fetiche se derrumbaba, le permitieron al galo sacar fuerzas de flaqueza para seguir y rematar la temporada, contra todo pronóstico hace unos meses, ganando la Champions League por tercera vez consecutiva. Cuando parecía que Zidane había recuperado el pulso, que había devuelto el hambre a sus jugadores pese a las dudas y la evidente necesidad de refuerzos en algunas líneas, esta mañana ha anunciado que se va, que lo deja, que si el equipo quiere seguir ganando, necesita otro mensaje, otra metodología.

Aplaudo a Zidane. Lo que ha hecho es honesto y un gesto de valientes. Lo fácil hubiera sido quedarse, intentar estirar el  chicle, pero poca gente sabe también como el francés que en el Madrid sólo vale ganar y que la Champions puede tapar ciertas miserias, incluso todo, en algunas entidades, pero nunca en el club de Chamartín. Decía en enero que lo más difícil en la vida es gestionar el éxito. Cuando las cosas van bien, pocas veces se toman decisiones rupturistas, por cuanto se tiende a pensar que éstas van a seguir yendo estupendamente. Cuando las cosas van bien, cuesta mucho prescindir de algunos de los partícipes del éxito, por cuanto existe una sensación de "deuda de gratitud" con ellos aunque el proyecto dé evidentes síntomas de agotamiento. Y cuando crees que no tienes fuerza para liderar una regereneración, cuando piensas que no vas a ser capaz de tomar ciertas decisiones y sientes que, tal vez, hayas terminado un ciclo, lo mejor es dar un paso a un lado y dejár que venga otro.

Dirigir un equipo profesional de cualquier deporte es algo duro. Y si se trata del Real Madrid, ya ni hablamos. El de Concha Espina es el único club del mundo al que se le critica por ganar la Champions League jugando mal, aunque por el camino haya eliminado al PSG, a la Juve o al Bayern. El foco mediático debe hacer irrespirable la atmósfera durante muchos momentos. Y gestionar el ego de 25 cracks como los que componen la plantilla del Real Madrid, debe ser de todo menos sencillo. Yo el domingo hubiera despedido a Cristiano y abierto un expediente a Bale, pero resulta que en un equipo de fútbol los jugadores son los activos y tienen un poder descomunal dentro del vestuario. Jóvenes y ricos, con un ego gigante. Es por ello por lo que los entrenadores apenas duran dos o tres años. Y cuando se van, a menudo, es porque han sido cesados, por cuanto son muy pocos los que tienen la honradez de reconocer que los ciclos se acaban, incluso cuando desde fuera los éxitos impiden verlo, y que es justo en ese instante cuando llega el momento de dejarlo.

La decisión de Zizou me ha pillado por sorpresa ya que creía que se sentía con fuerzas suficientes para seguir y gestionar el cambio, pero como dije también en su día, la peor decisión es la que no se toma. Dar un paso a un lado pensando en el bien común no sólo es una decisión valiente y honesta, sino que manda un mensaje demoledor al resto de la sociedad desde un club donde todo es noticia. Empezando por aquellos que se atrincheran en la Moncloa sin pensar en lo que es mejor para nuestro país. Pero de eso, en fin, tal vez de eso hable otro día. O no. Hoy toca expresar mi admiración por aquel al que en su día tuve como referente en el campo y ahora también como modelo de liderazgo. Me quito el sombrero.

Merci, Zizou.

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