Empresas - Sobran Jefes, Faltan Líderes
Reflexiones sobre las empresas del siglo XXI
"Necesito un par de manos, pero siempre vienen con una cabeza", decía Henry Ford con cierta ironía apenas comenzado el siglo XX. Por aquel entonces las empresas eran el fiel reflejo de la sociedad de entonces. Jerarquizada, con escasísima formación, plagada de relaciones asimétricas en todos los niveles y con una gran necesidad de control en los puestos de trabajo como consecuencia de todo lo anterior. Unas cuantas décadas después, Peter Drucker ya advertía que "la gente está cada vez más preparada y por lo tanto son trabajadores del conocimiento, a los que hay que dar espacio y responsabilidad, no solo control".
Sin lugar a dudas, uno de los problemas que uno encuentra en su día a día empresarial es que sigue habiendo mucho directivo que no se ha dado cuenta de que el mundo en estos últimos 100 años ha evolucionado más que en los 500 anteriores. Y lo que es más llamativo, sólo hemos visto la punta del iceberg. Las revolución tecnólogica con internet a la cabeza está suponiendo un nuevo orden economico mundial de consecuencias impredecibles las cuales aún desconocemos. Las redes sociales, Google o Youtube han permitido la interactividad total y la apertura de expectativas, las cuales ahora son globales. De un tiempo a esta parte nos hemos vuelto más emocionales, escépticos incluso, tal vez porque hemos constatado que la ciencia, desgraciadamente, no nos ha dado todas las respuestas que esperábamos. Se da la paradoja de que tal vez seamos la generación más formada de la historia, pero posiblemente también, y como consecuencia de ello, la más homogénea en cuanto a formación reglada se refiere, lo que le confiere un poder brutal al conocimiento tácito. Éste será el que marque las diferencias. Y todo ello en un mundo cada vez menos jerárquico, acostumbrado a hablar de tú a tú independientemente de nuestro interlocutor.
El cambio para la empresa es brutal, porque ningún grupo, ya sea humano o animal, puede sobrevivir sin jerarquía. Ocurre, sin embargo, que ésta no puede ser a la vieja usanza. El líder marca objetivos, hace equipo, motiva, aporta valor añadido al grupo, define objetivos, toma decisiones, premia, corrije, influye sobre sus subordinados pero no manda en el sentido tradicional, respeta, escucha, dialoga, se toma tiempo para conocer a sus colaboradores (como le gusta decir a Paco Alcaide) y precisamente por ello sabe a quién le puede dar la mano sin peligro de que le cojan el brazo . Los jefes de toda la vida, esos mismos que jugaban con el miedo del trabajador a perder su empleo, tienen los días contados. Podrán sobrevivir por un tiempo en compañías "jurásicas" alejadas de la realidad, pero ninguna de estas organizaciones podrá adaptarse a un entorno tan complejo como el actual con herramientas propias del siglo pasado. El líder predica con el ejemplo y se hace respetar, atrae talento, lo retiene y lo que es más importante, crea espacios dónde se puede dar rienda suelta a la creatividad de cada uno, permitiendo el desarrollo profesional de las personas. Ahí marca diferencias el conocimiento tácito frente al explícito, para para verlo debemos crear ecosistemas propicios. Hoy puede que no lo veamos claro, incluso que suene inmoral con los más de 4 millones de parados que tenemos en España, pero lo cierto es que las tornas virarán más pronto que tarde y fidelizar a los empleados competentes será clave para el éxito empresarial.
Así pues vienen tiempos en los que la confianza desplazará, al menos en parte, al control, ya que de lo que se trata es de hacer más dueños de su trabajo y responsables de su función a cada uno de los trabajadores de la compañía. En este nuevo escenario sobrarán jefes y muy probablemente faltarán líderes. Bonito reto para las escuelas de negocio y universidades.
Os recomiendo que os leáis "Un mundo sin jefes " del Expansión & Empleo de El Mundo del pasado 12 de diciembre de 2010.
¡Feliz Epifanía!
Comentarios
Habrá que trabajar más estos aspectos.
Un abrazo y felices reyes
¡Feliz año! Y muchas gracias por pasarte, como siempre. Vi tu post en thinking souls, mil gracias también por citarme. A ver si comento allí y en Soul Business, porque últimamente voy de cráneo.
Estoy muy de acuerdo contigo. Es cierto que hay jefes a la vieja usanza que ralentizan el cambio y trabajadores que no quieren complicarse la vida, que no pasan de sota, caballo y rey. Lo cierto es que el trabajador que marcará la diferencia, aquel que será importante, será el que piense, el que tome decisiones, el que, en definitiva, se haga responsable de su propio trabajo.
Esto tendrá una contrapartida importante para el trabajador que a veces obviamos. Mayor libertad implica mayor responsabilidad.
Suscribo tu última frase: la clave está en la confianza mutua, la cual, como bien apuntas, escasea en momentos duros.
Un fuerte abrazo y felices reyes
Al hilo de tu reflexión, he recordado los comentarios de uno de mis hijos, que acaba de licenciarse en una escuela de negocios y está en su primer trabajo. El pobre cada día se sorprende más de que en cuestiones de liderazgo -entre otras cosas- la realidad esté todavía tan alejada de lo que ha aprendido en la escuela.
Yo, lo del mundo sin jefes, lo veo muy lejos.
Un saludo
Hace bien poco todavía escuché decir a un jefe dirigiendose a un empleado que se atrevía a proponer..."que sea la última vez que propones, para eso, ya estan otros".
Así las cosas, como comenta Fernando, no se si fue antes la gallina o el huevo, no se si el jefe acalla al empleado implicado por miedo, o el empleado está desmotivado y por eso acalla.
Resoplo, y remo.
un abrazo de feliz año, M.
Toca arrimar el hombro.
Un abrazo
Subrayo, no obstante, el comentario de Fernando López Fernández. Las actuales circunstancias son un freno.
Saludos!
Es muy difícil saber que fue antes, el huevo o la gallina, pero lo que sí que creo es que en el momento en el que el trabajador se sienta con mayor libertad, tendrá mucha mayor responsabilidad con la empresa y consigo mismo, porque las posibilidades de crecimiento se las marcará cada uno. Ahí se podrá ver quién es bueno y quién no. No habrá excusas, para bien y para mal.
¡Feliz año!
Un abrazo
Un abrazo