Sociedad - La Quiebra Moral de Nuestro Sistema Político

A vueltas con la Legalidad y la Legitimidad

El pasado 25-S, mientras miles de personas se manifestaban frente al Congreso, nuestros diputados, por unanimidad, aprobaban No bajarse los sueldos. Ha pasado de puntillas por nuestros medios de comunicación, pero es así. Con la ley en la mano, parece ser, que uno no puede manifestarse delante del Congreso. Aquello, como digo, parece, es ilegal. Sin embargo, el trasfondo de lo que allí se cocía era legítimo. Las familias ya no pueden más, y toda la carga del ajuste se lo están llevando tanto ellas como las PYMES, muchas de ellas en manos de familias también. Es legal que los parlamentarios no se bajen el sueldo, sin embargo, con la que está cayendo, no es legítimo. Ese matiz no terminan de captarlo nuestros políticos.

Reconozco que me ha llevado un tiempo preparar esta entrada. Creo que era imprescindible tomarse algo de distancia para coger perspectiva y tratar de abordar estas convulsas últimas semanas con cierta objetividad. Y en el fondo, tras leer, escuchar, pensar, vuelvo al post que escribí el pasado mes de julio. Hemos retrocedido a varios siglos antes del Contrato Social de Rousseau, en virtud del cual nosotros cedemos parte de nuestra libertad, aquella que tendríamos de vivir en la naturaleza sin ataduras, en pos de que unos gobernantes fijen unas normas mínimas de convivencia acordes al sistema de valores de una colectividad. Puede que lo que voy a decir sea un poco duro, pero de un tiempo a esta parte nuestro Contrato Social está roto, y lo está en buena parte por la calaña que tenemos metida en las instituciones.

El maravilloso artículo que escribió César Molinas en El País hace unas semanas me pareció muy ilustrativo. Nuestros políticos han creado una especie de casta que se apoya mutuamente y que en lugar de fijar unas reglas del juego que garanticen la igualdad de oportunidades buscando a través ella una mayor generación de riqueza, se dedican a detraer la misma de todos los sectorse para mantener sus prebendas y privilegios. No es normal que nuestro país tenga 300.000 políticos más que Alemania. No es normal tampoco que nuestro país lidere el ranking de vehículos oficiales cuando se sabe que hay ministros en Finlandia, por ejemplo, que van al parlamento en bicicleta. No es justo que desde que comenzó la crisis, el sector privado haya destruido 4 millones de puestos de trabajo, los salarios se hayan contenido, en algún caso disminuido y nos hayan subido los impuestos a todos. No parece de recibo que antes de limpiar empresas públicas ineficaces, donde se han colocado a dedo a enchufados, chufleteros y abrazafarolas, antes de eliminar burocracia innecesaria y quitar a todos los amigos cuyo único mérito es ser, precisamente, amigo de, se haya bajado a capón el salario a todos los funcionarios. Como apunta Fernando Díaz, cómo no tenemos gestores de lo público, en lugar de largar a los ineficientes, encabronamos a los buenos, que son muchos por cierto. No parece razonable que en lugar de meterle mano al estado de las autonomías, para hacerlo simplemente sostenible, se recorte en educación y sanidad. Si los políticos leyeran un poco más, se quedarían alucinados con lo que se dice fuera de España ante el tiro en el pie que nos hemos pegado.

Pero en este escándalo hay también más partícipes. El caso no es tan sangrante como en EEUU, pero empieza a parecerlo. Alucino con que Zapatero indultara a Alfredo Sáez, Consejero Delegado del Banco Santander, condenado a tres meses de carcel e inhabilitación profesional por el tribunal supremo, y que poco después dicho banco se portara de maravilla con el PSOE. Me quedé de piedra al saber que durante toda la legislatura de Zapatero, éste, vía deducciones, había favorecido que las grandes empresas de nuestro país dejaran de pagar  más de 29.000 millones de euros al año en el impuesto de sociedades. De los 45.000 millones recaudados en 2007 a los apenas 16.000 en 2011. A Rajoy, en menos de un año, ya le vamos conociendo. La subida del IVA, acompañada de una rebaja en las cotizaciones sociales sólo puede favorecer a las empresas más grandes también. Se busca con ella una devaluación fiscal, por cuánto las exportaciones no llevan IVA y las empresas pueden ser más competitivas al pagar menos tributos. Pero ello tiene sentido cuando eres un monstruo, con miles de empleados y presencia multinacional. Para las PYMES, que suponen el tejido empresarial más importante del país, es un tiro de gracia. ¿Queréis más? ¿Qué podemos decir de la burbuja inmobiliaria, que enriqueció a muchísimos políticos corruptos, favorecida por unas Cajas con unos Consejos de Administración en los que abundaban políticos de todos los partidos y sindicatos? ¿Mera casualidad? Ah, pero no os preocupéis, que no sólo están las cajas en el ajo. Isabel Tocino y Abel Matutes son consejeros del Banco Santander, Aznar de Endesa y buena parte del equipo económico del PSOE de los 90 también anda metido en las grandes corporaciones del IBEX. El caso Gürtel, la Operación Malaya, la Operación Campeón, el Caso de las Gasolineras, los Trajes de Camps y así un largo etcétera son una puñetera vergüenza y lo peor es que no parece que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. En el ajo también quiere participar el poder judicial, cada vez más politizado, cada vez más presionado por el gobierno de turno.

La regeneración de nuestra clase política es muy complicada por el actual sistema de partidos que tenemos. A arriba llegan los más pelotas, los que han tragado más sapos, los que cual si fueran una especie de "mafia", han sabido no disentir del pensamiento único, de la línea oficial del partido, de ese espíritu maquiavélico según el cual para alcanzar el poder todo es válido. Gracias a ello tenemos especímenes como el que ayer dimitió tras decir que las leyes son como las mujeres y que están para violarlas. Es vomitivo.

El juez Pedraz no debió decir lo que dijo en su auto, pero razón no le faltaba. La sociedad está muy alejada, y cada vez lo estará más de nuestros dirigentes. No reconocemos en ellos los valores que creo compartimos una mayoría, pero sobre todo pienso que hay un hartazgo real de que la factura de esta coyuntura tan difícil se reparta de una forma tan desigual. Aún así, quizás lo que más duele, es que los que menos paguen, los que siempre se escaqueen, sean siempre los mismos: la clase política y todos los que hacen posible que ésta se mantenga con un  trasfondo bastardo, que no es otro que buscar que las leyes les favorezcan en sus propósitos.

Cuando la legalidad se aleja de la legitimidad, las sociedades se levantan. Siempre ha sido así, y a nuestros políticos no les queda más remedio que asumir que tenemos un problema que comenzará a resolverse, no tanto cuándo acierten con sus decisiones, como cuándo empiecen a comportarse con decoro y a sensibilizarse de verdad con una sociedad que, como decía al principio, ya no puede más. 

Nuestro sistema político, al igual que el financiero, está quebrado moralmente. Tiempos difíciles para la esperanza.

Comentarios

David García Goñi ha dicho que…
No puedo estar más de acuerdo, es más, añadiría, que el problema no es sólo español, estamos viviendo un problema de quiebra moral en los sistemas políticos en general. Las oligarquías actuales no representan en la mayoría de los casos lo que el pueblo necesita y por contra se esfuerzan en mantener un sistema que ayuda a los intereses de los políticos y a los de otros que llenan sus bolsillos con sus decisiones.

A nadie le extraña que desde Europa le digan a España todo lo que tiene que recortar, la reforma laboral que tiene que aplicar, que tiene que subir los impuestos, … y no le digan que mande a la calle a casi medio millón de políticos que sobran, y que además han demostrado que no han hecho bien su oficio.

Ciertamente Fernando, estamos en una quiebra moral, y eso no lo cura un rescate, posiblemente lo agrave.

Un abrazo.
Fernando López ha dicho que…
Excelente Fernando. Tienes la habilidad de ofrecer una visión bastante ajustada a la que se percibe por la sociedad. Com o bien apuntas, todo es un sistema de castas y mangoneos varios que impiden que realmente avanzemos.

Un fuerte abrazo
Anónimo ha dicho que…
De casualidad llego aquí. De un blog a otro, como si de oca en oca se tratase, llegué y tuve que pararme ante un titulo tan cierto y sorprendente.

La verdad es que, desde mi humilde opinión, hace mucho tiempo que vivimos en una crisis moral, que ha estallado fuertemente ahora y se nos ha juntado con todo, pero la crisis moral se inició en el momento en el que daba igual a quien pisotear porque conseguirías algo mejor.

Creo, que legalidad normativa ha habido poca, hay poca y habrá poca mientras vivamos en un mundo en el que se hará "lo que yo diga" y cambiemos las propias normas a golpe de martillo o a gusto del consumidor. La inestabilidad de nuestro sistema politico, jurídico, financiero...cada vez ha ido a más y cada vez tiene más víctimas, pero todo eso lo hemos ido permitiendo entre todos poquito a poco. Hemos ido permitiendo unas leyes y unos políticos que hacían lo que a mi me convenía, hemos ido viviendo en un yo, mi, me, conmigo, plagado de derechos olvidando muchas veces nuestras obligaciones, una de ellas, ser críticos y juzgar a nuestros representantes a través de los medios que tenemos.

Estoy de acuerdo contigo, pero...aún siendo tiempos dificiles para la esperanza, debemos luchar por mantenerla y cambiar las cosas desde nuestros pequeños círculos.

Un saludo y enhorabuena por el blog
Fernando ha dicho que…
David, muy de acuerdo contigo, como ya te dije a través de Facebook. Ante una quiebra moral, no hay rescate que valga. La solución debe surgir desde dentro y vía regeneración.

Como siempre, millones de gracias por pasarte y por tu comentario

¡Un fuerte abrazo!
Fernando ha dicho que…
Fernando, millones de gracias por pasarte y por tu comentario, como siempre. Muy de acuerdo. El problema es cómo le metemos mano al sistema. ¿Desde dentro? ¿Desde fuera? ¿Tenemos fuerza para ello?

Difícil cuestión!

Un fuerte abrazo
Fernando ha dicho que…
Anónimo, millones de gracias por pasarte por el Disparadero. ¡Bienvenido! Te pido disculpas también por tardar en responderte, pero he tenido unos días un tanto convulsos. Trabajar en una bodega y estar en plena vendimia tiene estas cosas.

Decirte que estoy muy de acuerdo contigo, que creo que lo clavas. Matizar que tal vez yo no diría que no ha habido legalidad, sino legitimidad. El matiz es importante. Nuestro sistema es legal, otra cosa es que se hayan desarrollado unos sistemas que realmente se hayan alejado mucho de lo deseable. Y estamos de acuerdo: no se puede hablar sólo de derechos y olvidarnos de las obligaciones.

¡Espero leerte por aquí a menudo! Mil gracias por tus palabras también

Un abrazo

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