Sociedad - Responsabilidad Social Corporativa y Responsabilidad Social Ciudadana

Algunos Apuntes

Mis últimos dos post sobre la quiebra moral de nuestro sistema financiero y nuestro sistema político han dado mucho de sí. Lo cierto es que he encontrado muchas adhesiones, pero también algunas críticas referentes, fundamentalmente, al papel que le quedaba a la ciudadanía en todo este embrollo. Y estoy muy de acuerdo con ellas. En el fondo nuestras empresas e instituciones suelen ser una representación de al menos una parte de nuestra sociedad. Si ambas están enfermas, una parte de esta última también lo está.

Cuando se habla de Responsabildad Social Corporativa (RSC), se hace alusión a que la empresa es ciudadana corporativa, y bajo ese punto de vista, es sujeto de derechos y obligaciones. Pero no sólo eso, también se debe comportar de acuerdo a unos valores para que su desempeño sea también legítimo. Si no, es penalizada dentro del sistema. Al final, las leyes siempre van por detrás de la moral, de lo considerado como deseable o no. Antes, en una economía local, el lapso entre que un problema surgía y éste se legislaba, no era tan grande, pero pensemos ahora en la economía global. Esta distancia se ha hecho sideral, a veces incluso inabarcable. Los gobiernos son nacionales y los organismos internacionales no tienen apenas fuerza legislativa, o cuando la tienen, como el caso de la UE, dejan a menudo el desarrollo de las normas y reglamentos en manos de los gobiernos locales. Por el contrario, la mayoría de las vicisitudes a las que se enfrentan los países y las empresas son mundiales.

Existen dos problemas fundamentales que derivan de lo anterior: uno, que no existe una moral universal. Siguen existiendo países en los que, por ejemplo, el trabajo infantil no sólo no está prohibido, sino que tampoco está mal visto. Y dos, los problemas globales requerirían legislaciones mundiales, y ello es una auténtica quimera. Pensemos por ejemplo en la UE. No somos capaces de ponernos de acuerdo ni estando en el precipicio, por ejemplo. Ambas circunstancias hacen que todos los problemas tarden en ser abordados conforme a derecho, lo que obliga a las empresas a adoptar en muchas ocasiones iniciativas voluntarias para tratar de ganar cuota de mercado o no ser expulsadas del mismo. Los gobiernos se mueven con lentitud, pero la ciudadanía, gracias a internet, se moviliza a toda pastilla y está mejor informada que nunca. El ejemplo de las reducciones en las emisiones de CO2 como reclamo comercial en las empresas del automóvil es un magnífico ejemplo.

Lo que quiero decir con lo expuesto hasta aquí, es que los gobiernos tienden a ser ineficaces a menudo, y que su catadura moral, de la cual ya hemos discutido en este foro, no sólo imposibilita su agilidad, sino el que puedan dar respuestas de interés general a determinadas cuestiones. El gobierno siempre tiene intereses, termina siendo juez y parte, y las personas que conforman el mismo son la viva imagen de la teoría de la agencia que afecta a las empresas de todo el planeta.

Todo ello confiere a la ciudadanía una responsabilidad enorme en el cambio social. Claro que existen compañías dirigidas por ejecutivos con grandes valores morales que llegan por convencimiento al camino de la RSC, pero por lo general, las empresas se mueven por puro beneficio. Si queremos fomentar el cambio, necesitamos aportar argumentos pragmáticos a las compañías. La democracia no se ejerce cada cuatro años en las urnas. Tampoco esporádicamente en determinadas manifestaciones o concentraciones. La democracia se ejerce en el día a día, con nuestras decisiones de compra, con nuestras decisiones de inversión, con nuestras actitudes ante determinadas circunstancias. Las empresas cambiarán a medida que les apretemos.

No tenemos excusa. Como consumidores tenemos más dónde elegir que nunca, y tenemos, gracias a internet, mayor información que nunca para hacerlo en consecuencia. España sigue yendo a la cola en inversión socialmente responsable e incluso en la compra de productos de comercio justo. Pero no sólo eso. La creciente preocupación de la población norteamericana ante el calentamiento global, ha empujado a WallMart (que no es precisamente ejemplar) a exigir a sus proveedores que registren su huella de carbono en su packaging si quieren venderse en sus establecimientos. En Europa seguimos a años luz en esta cuestión. Podemos elegir y premiar comportamientos, penalizar otros, excluir del mercado a quiénes no se comporten decentemente. ¿Por qué en España, dónde nuestro sistema financiero ha sido de todo menso ejemplar, la banca ética está tan poco desarrollada? Cuanto mayor sea el nicho de ciudadanos que quieran ejercer su ciudadanía de forma socialmente responsable, mayores serás las empresas que, aunque sólo sea por puro egoísmo pragmático, tratarán de hacer bien las cosas. No pretendo ser un iluso. Las empresas perfectas no existen, fundamentalmente porque están formadas por personas y las personas nos equivocamos, pero también creo que al sistema, nos guste más o menos, lo mueve el dinero. El quid de la cuestión estriba en saber cómo empleamos el mismo. No podemos quejarnos de las multinacionales explotadoras cuando somos cómplices de su riqueza, por ejemplo. Cómo tampoco debemos quejarnos de los recortes si somos de los que pedimos que determinados trabajos nos los hagan sin IVA. No digo que no haya que salir a la calle, sólo que es insuficiente. Al sistema se le gana atacándole cómo menos se lo espera y por diferentes flancos. Al menos eso siempre he creído.

Termino haciendo una breve reflexión sobre los gobiernos. Hace algunos siglos las personas esperaban que fuera la Iglesia la que resolviera nuestros problemas. Durante el siglo XX fue el estado el que se convirtió en la panacea. Creo que ha llegado el momento de asumir que dicha etapa también ha terminado para siempre. Nadie va a hacer más por nosotros que nosotros mismos por los motivos anteriormente expuestos. Bienvenidos a la era de la ciudadanía socialmente responsable. Somos ciudadanos con derechos y obligaciones legales, pero también con una responsabilidad moral ante la historia. El momento lo exige. Ejerzamos nuestra democracia en consecuencia.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Fernando.

Interesantes reflexiones e interesante publicación.

Yo inicié un master en RSC, y estudiando y viendo todo esto que dices -y más cosas-, me dí cuenta de que la ciudadanía socialmente responsable sólo se conseguirá a través de la Educación. Creo que es ahí donde se encuentra la clave del cambio.

Desgraciadamente, la mentalidad española dista mucho de ejercer por sí misma ese tipo de ciudadanía en estos momentos. La esperanza está en la formación de las futuras generaciones como esos ciudadanos social y políticamente responsables.

Me ha gustado mucho tu exposición.

Felicidades.
Fernando ha dicho que…
Anónimo, muchas gracias por pasarte y bienvenid@ al Disparadero. Millones de gracias también por tus palabras, de verdad.

Decirte que estoy muy de acuerdo contigo. Que es necesario educar en valores y hacer comprender a las personas que somos más libres que nunca, pero que la libertad debe ejercerse con responsabilidad. Si no, el modelo no funciona.

Un fuerte abrazo
Fernando López ha dicho que…
Hola Fernando:

Coincido con anónimo en que solo a través de la educación se puede conseguir el cambio. Eso si, más la que la mentalidad española es la de todos porque está muy bien eso de ser responsables dentro de casa y obviar lo que hay fuera de ella, que es lo que ocurre a menudo, incluso en las sociedades más avanzadas al respecto.

Un abrazo
Fernando ha dicho que…
Fernando, muy de acuerdo contigo. Como apuntaba una vez, creo que era Paco, si todos cuidásemos nuestras ciudades como la puerta de nuestras casas, sin duda alguna éstas serían mucho más limpias. A ser ciudadano se enseña en casa, pero hay que ser ciudadano también fuera de ella.

Un fuerte abrazo!

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