Economía - La Demagogia Energética

Algunas Ideas

El crecimiento económico está íntimamente ligado al consumo de energía. Es por ello por lo que una política energética pensada como Dios manda es imprescindible cuando se trata de proyectar el progreso de un país a largo plazo.  No soy un especialista en cuestiones medio ambientales o tecnológicas, así que baste esta entradilla del post para explicar que mi aproximación a la materia será económica y aséptica desde un punto de vista ideológico. Que nadie pretenda ver en estas líneas una apología de nada, sino una mera invitación a la reflexión.

Y este tema viene a colación por lo leído y visto semanas atrás con el asunto de las prospecciones en Canarias. Creo que no he visto tanta demagogia junta en mucho tiempo. O bueno, sí. Cada vez que se habla de cuestiones energéticas en el ámbito politico se abre con demasiada frecuencia lo que mi padre tilda de "open de chorradas". Por ejemplo, al gobierno canario no le tiembla la voz para poner el grito en el cielo ante las citadas prospecciones de Repsol, obviando que unos pocos metros más allá, podría hacer lo mismo Marruecos sin que pudiera hacer nada al respecto. Imagino que el gobierno que preside Paulino Rivero sólo tiene coches híbridos oficiales y no utiliza ningún aire acondicionado en el archipiélago que no provenga de energías puramente renovables. Aún cuando pueda tener su parte de razón, que no se la niego,estamos centrado el debate en la paja y no en la viga.

A Zapatero, por su parte, no le importaba gritar bien alto que renegaba de la energía nuclear, pero no tenía reparos en permitir que las empresas españolas comprasen la misma a centrales francesas ubicadas al otro lado de los Pirineos para paliar el déficit energético de nuestro país. Al PP no le ha preocupado cargarse la apuesta por las renovables convirtiendo nuestro país en una república bananera sin seguridad jurídica de ningún tipo. Y sinceramente, su nula estrategia energética permite buscar petróleo en Canarias y cercenar un posible motor económico de la recuperación.

Todas las fuentes de energía tienen pros y contras, eso es cierto, pero creo, ahora que está tan de moda hablar del derecho a decidir, pienso que es más útil votar sobre el modelo energético que sobre la monarquía, la república o el futuro de Cataluña. Y que nadie se me enfade, pero es que este tema es esencial para el bienestar de la ciudadanía. Hasta la irrupción de los llamados BRIC, por cada 1% que crecía el PIB mundial, la demanda de energía lo hacía en un 0,85%, siendo la gran mayoría de las fuentes finitas, o lo que es lo mismo, no renovables, con fecha de caducidad. En los últimos años, esa proporción se elevó hasta el 1,15% debido al auge sobre todo de China. El que no quiera ver el problema, sinceramente es que está ciego.

El petróleo sigue siendo la fuente de energía por excelencia por mucho que la gente se rasgue las vestiduras. Hay muchos intereses creados en torno al mismo, es cierto, pero también lo es que su transporte, empleo y uso es relativamente sencillo. El fin del petróleo vendrá marcado por el coste económico y energético de su extracción. Es decir, cuando haya que invertir más dinero del que se obtendría con la venta del mismo, o cuando la energía empleada supere a la que se podría obtener con la combustión del llamado oro negro. Las reservas son no recuperables cuando estamos ante estos dos casos, pero la mejora de las técnicas de extracción y los avances tecnológicos han permitido que muchas reservas hayan pasado a ser recuperables en los últimos años. Aún así, dejando al margen el consabido impacto que tiene su combustión y extracción sobre la salud, el clima y el medio ambiente, la realidad es que el petróleo se acabará. Es finito, y aunque es posible que el pico de Hubbert esté un poco más lejos de lo que se preveía, además de por lo dicho referente a la tecnología por el famoso "fracking", lo cierto es convendría ir buscando alternativas. Pese a todo, a corto plazo, nuestro mix energético necesitará algo de petróleo. Otra cosa es que se plantee una estrategia ordenada de salida y una eficiencia energética que limite su consumo todo lo posible.

La energía nuclear de fisión es finita por cuanto el uranio también lo es. Otra cosa es que se lograra la llamada energía nuclear de fusión, la cual terminaría con todos nuestros problemas energéticos pero requiere inversión y determinación política. De momento es ciencia ficción, pero conviene no dejarla de lado. Pese a todos los inconvenientes que tiene la energía nuclear de fisión, los cuales son de sobra conocidos, conviene leer a James Lovelock, uno de los padres del ecologismo moderno. A día de hoy, es menor el impacto de esta fuente que la del petróleo, por ejemplo, por lo que yo creo que el debate no debería cerrarse del todo si ponemos los pros y contras de todas las energías y analizamos su impacto económico. Y ojo, que en dicho impacto hay que incluir también el asunto de las externalidades, las cuales, explicadas de un modo sencillo, son fallos del propio mercado que permiten la divergencia entre el impacto económico y medio ambiental (en este caso) de la actuación de una compañía. Es decir, en un mercado perfecto, los beneficios económicos de una empresa irían alineados con el impacto social y medio ambiental de su actividad. Sin embargo, las externalidades negativas permiten trasladar a la sociedad parte de esos costes. Por muchos impuestos que pague una petrolera, los beneficios que obtiene son muy superiores a los que en un mercado perfecto le correspondería, por cuanto los problemas de salud que generan las partículas de diesel en las ciudades, por ejemplo, o vertidos como el de Shell en el Golfo de México, tienen un impacto brutal en las comunidades locales y obligan a los gobiernos a destinar más recursos de los debidos para paliar dicha externalidad.

Las renovables tienen la ventaja de ser inagotables, pero el inconveniente de que su generación y explotación aún todavía no está lograda del todo. Nos han vendido el mantra de que no son rentables, pero esa es una gran falacia. El disparate político permitió en la Unión Europea financiar no la inversión en el activo, que hubiera sido lo suyo, sino en la tarifa. Y así es imposible que las cuentas salgan. Además, la gente que carga contra las renovables desde un punto de vista económico, ignora verdades empresariales descomunales como las economías de escala y, sobre todo, la curva de experiencia. Ambas explican por qué comprarse un coche hoy en día es algo mucho más asequible que a principios del siglo XX. O por qué hace 40 años comprarse un ordenador para el uso personal era algo impensable y ahora todos tenemos al menos uno en casa. Las energías renovables serán más caras en el corto plazo, pero reducirán las externalidades de las energías finitas, lo que a largo plazo les confiere un carácter estratégico.   

Centrar el debate en las prospecciones en Canarias es hacer demagogia. Es preciso un gran pacto de estado acerca del modelo energético a largo plazo, y en el mismo deberían ir ganando peso de forma paulatina las renovables sabiendo que en el corto siempre será necesario un mix de todas. Como decía al principio, no se trata de hacer apología, sino de pura racionalidad económica. Reducir tu dependencia energética del exterior no sólo te aísla de los Putin, Sadam, Gadaffi y compañía, sino que disminuye tus necesidades de importar petróleo, gas natural o similares, lo que repercute en el saldo de exportaciones netas e impacta positivamente en el crecimiento. En paralelo, permitiría a nuestro país terminar de desarrollar una industria generadora de bienes de equipo que podría ser puntera a nivel global, por cuanto pocos países tienen un clima tan benigno como el nuestro para la explotación de este tipo de energías. Tenemos empresas muy importantes líderes mundiales en la materia. Convendría no olvidarlo. Como tampoco conviene obviar que la apuesta por las renovables será global de forma paulatina. Se acabó el petróleo barato, por mucho que ahora EEUU ya no necesite importarlo por el consabido "fracking". A nivel micro, además, entiendo que a medio plazo, permitiría una mayor estabilidad en el coste energético, lo que favorecería a familias y empresas, e incluso podría ayudar a las exportaciones. 

Parece ciencia ficción de nuevo, lo reconozco, pero lo primero es que realmente haya una auténtica política y estrategia energética para nuestro país, menos dependiente del extranjero y con menor impacto medio ambiental. Al menos es lo que yo creo y lo que me gustaría. Indudablemente no ayuda que los pocos oligopolios que quedan estén en el sector energético. Tampoco que los políticos se coloquen allí habitualmente tras cerrar su etapa en lo público. Pero ese es otro tema para otro día.

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