Economía y Sociedad - Sobre Populismos y el Brexit

Algunas Ideas

Vaya por delante que quería escribir sobre Pablo Laso y su magnífica victoria en la final de la liga ACB, de como ha sido capaz de recuperar la historia del Real Madrid de baloncesto a partir de volver a las raíces del mismo, y de la importancia que tienen los valores y la cultura en el ADN de cualquier empresa y grupo humano, pero sin embargo, lo ocurrido ayer en Reino Unido me ha hecho cambiar de idea. Confieso estar preocupado ante lo que se puede avecinar. No pretendo tampoco hacer politica en este post, pero sí que necesito ordenar ideas y poner algo de luz ante las decisivas elecciones de mñana en nuestro país.

La UE tiene un grave problema, y lo tiene desde hace ya casi 8 años. Hoy en día nuestros políticos e instiuciones siguen siendo incapaces de solventar una crisis que parece interminable y que, efectivamente, cobra entre sus víctimas a una generación perdida que en este tiempo ha visto cómo le ha sido muy difícil encontrar un trabajo y labrarse un futuro. Europa no crece, no genera riqueza y las herramientas de política econóimca que podrían haber ayudado a dejar atrás tan dura coyuntura han resultado ser ineficaces por el difícil equilibrio entre una política monetaria común, una política fiscal descentralizada (pero con unos mínimos objetivos de déficit compartidos) y una Europa que ha demostrado ir a dos velocidades.

Buena parte de los problemas de la UE tienen su origen en Maastrich, en cuyo tratado se sentaron las bases para una política monetaria común, pero se dejaron al "libre albedrío", si cabe la expresión, temas capitales para el correcto funcionamiento de la política económica como una política fiscal común, e incluso la tan manida unión bancaria. Las cosas funcionaron razonablemente bien durante un tiempo, pero con la crisis la casa se vino abajo, dejando entrever una preocupante falta de cimientos. Hoy Europa tiene una tasa de paro históricamente alta pese a la mejoría del mercado laboral español del último año, y además, ha vivido en términos generales una devaluación interna en la mayoría de países que no ha hecho sino aumentar la brecha entre ricos y pobres. El caldo de tasas de paro elevadas, un aumento de la desigualdad y el incremento de la inmigración como consecuencia de la globalización que vivimos, es inmejorable para el auge de partidos y políticas populistas, las cuales, vestidas de izquierda o de derecha, tienden a fomentar los nacionalismos exacerbados, la xenofobia y el odio, culpando de los males del país al que pase por delante, obviando el más mínimo análisis crítico y riguroso. Y como vivimos en una sociedad en la que Sálvame Deluxe sigue siendo el programa más visto, tampoco pedimos pedir peras al olmo.  ¿Quién puede estar en contra del trabajo para todos? ¿O de la salud universal? ¿O de la educación pública y de calidad? ¿Quién puede negarse a una renta mínima habiendo tantas familias en apuros?  En momentos  de desesperanza prometer, y que el mensaje cale, es fácil. Lo difícil viene después, cuando hay que hacer realidad los discursos, cuándo se tienen financiar los mismos, y cuando se tiene que explicar, cuando a menudo estas políticas fracasan o no se pueden acometer (como el ejemplo de Grecia nos demuestra), que ni la UE, ni España roban a nadie, que la libre circulación de trabajadores ha traído más soluciones que problemas, porque ha mejorado un mercado laboral que funcionaba mal, y que ser contribuyente neto dentro de un país o área económica común, queridos Nigel Farage, Artur Más o Oriol Junqueras, tienen más ventjas que inconvenientes a medio y largo plazo.

En situaciones criticas como la actual, no necesitamos charlatanes, sino políticos que estén a la altura, que tengan amplitud de miras y que tomen decisiones que realmente importan a la gente, no que abran debates y referéndums estériles que a largo plazo nos van a llevar a situaciones peores al actual punto de partida. Lo que le ha pasado a Cameron deberia ser un toque de atenicón para Pablo Iglesias. Democracia toda la del mundo, pero votamos a nuestros líderes para que tomen decisiones que mejoren las vidas de las personas. Nunca la división ha sido mejor receta que la unión. Nunca cerrar fronteras ha sido mejor que abrirlas. Nunca los límites al comercio internacional han traído más riqueza que la apertura al mismo. Necesitamos proyectos que sumen, no que dividan. Los Konrad Adenauer, Jean Monet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul Henri Spaak, Walter Hallstein y Altiero Spinelli, vivieron una situación mucho más complicada allá en los años 50 cuando dieron lugar al germen de lo que luego ha terminado siendo la UE. El resultado fue que durante los siguientes 60 años Europa vivió una prosperidad y una paz que jamás había conocido previamente. De aquellos polvos surgieron los estados de bienestar tal y como los conocemos a día de hoy en Europa. Nunca antes habíamos estado tanto tiempo sin guerrear los unos contra los otros, Y justo ahora que vienen curvas, en lugar de proponer más unión, más integración, mejorar lo construido, de valorar lo recorrido juntos, hay quién nos viene a decir que tenemos que desandar todo el camino. Y lo peor, hay quién les cree y les vota. 

Cuando Robert Mundell planteó la moneda única, partió de un principio que en Europa no se ha dado: la libertad de circulación de trabajadores haría que el mercado laboral se ajustase de forma natural, haciendo que la gente se desplazase de un país a otro sin problemas. Es decir, que si en España hubiera en un momento dado una tasa de paro muy elevado, y si en Reino Unido o en Alemania, hubiera en ese mismo momento una demanda de mano de obra en ese momento, la gente no tendría problemas en coger las maletas e irse. En parte ese fenómeno se ha dado, pero también ha sido insuficiente. En el fondo se obviaron una serie de condiciones de contingencia que son claves, como son las culturales y las idiomáticas, las cuales han sido un impedimento para que esto funcionara como debiera, pero la libre circulación de trabajadores ha permitido a Reino Unido, por ejemplo, "importar" miles de trabajadores cualificados de nuestro país. Como decía antes, la UE tiene mucho que mejorar, pero el momento exige más integración, más Europa, lo que se traduce en mayor coordinación en política económica, pero también en más educación, menores barreras y una ineludible vuelta a los valores que en su día favorecieron la constitución de la CECA.

Día de reflexión por lo tanto, en vísperas a un día que se antoja trascedental para el futuro de España y puede que de Europa. Por favor, que salga lo que salga, el proyecto sume y adhiera voluntades, que no divida y no se escude en populismos, sino que proponga políticas que mejoren la vida de las personas, o que al menos les devuelvan la esperanza de que el futuro vuelve a depender de ellas. En ningún lugar del mundo hay un sistema tan garantista como el Europeo, pero para mantenerlo hay que recuperar el viejo espíritu de trabajo, superación y sacrificio de los años 50, de generar riqueza y atraer talento. Todo ello lo conseguiremos trabajando juntos, no rompiendo puentes.

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