Economía - La SGAE contra el Mercado
Acerca de Detectives, Copias de CD´s y Otros Asuntos
Hace unos días leí una noticia en El Mundo que me dejó cuando menos sorprendido: "La SGAE tendrá que pagar 60.101 euros por grabar una boda sin autorización". Resulta que la Sociedad General de Autores, está mandando detectives por salones de boda y discotecas para "vigilar" que en todos estos sitios se paga religiosamente el canon digital.
Como no soy jurista, no me voy a meter en el entramado legal, del que posiblemente saldría escaldado. Me voy a centrar en algunas ideas que llevo pensando desde hace tiempo y que no vienen sino a incidir en lo absurdo del planteamiento de la SGAE. Y que vaya por delante que soy de los que cree que tiene que haber un organismo que vele por los intereses de los artistas, que defienda sus derechos de autor ante posibles atropellos, plagios o abusos de su obra.
Hace ya varios años, cuando la tecnología comenzó a desarrollarse, aparecieron las compañías discográficas. Grababan a los artistas permitiendo a las personas, en cierto modo, escuchar a sus cantantes favoritos cuando y como se quisiera. El negocio funcionó y era rentable. Gracias a la promoción que hacían las discográficas, los músicos llegaban a todas partes y podían dar conciertos por todo el mundo porque su público, en algunas ocasiones, era global. Aquello era una máquina de hacer dinero de la que se beneficiaban artistas y empresarios.
Detrás de todo aquello había una verdad económica irrefutable. La gente creía que aquellos productos que las discográficas ponían a la venta, valían el dinero que se exigía a cambio. Lo que ocurre es que ha habido un cambio de escenario. La tecnología ha evolucionado una barbaridad de la mano de la informática y, ahora, en unos pequeños aparatitos llamados MP3, I-Pod o similar, uno puede llevar la música de 1.000.000 de cd´s juntos. La sociedad también ha cambiado. Ahora la gente es de usar y tirar y nada es para siempre. Hoy consumo y mañana me olvido. Ante esta situación, la industria discográfica se encuentra en una disyuntiva. O cierra el chiringuito o se adapta a los tiempos. Para lo segundo, o se bajan los salarios los ejecutivos, se paga menos a los artistas y se editan menos cd´s o, por el contrario, con algo de imaginación, se transforma internet en una oportunidad en lugar de una amenaza. Lo que parece claro es que el sistema actual no es sostenible.
La SGAE, que no deja pasar una, se ha erigido como la salvadora de los artistas. Ahora no solo hay que pagar un canon digital cada vez que uno se compre un cd virgen o un reproductor MP3, sino que nos manda detectives a salas de conciertos y bodas para comprobar que no se está incumpliendo la ley. Una ley que a mi me parece absurda. Internet ha permitido entrar en canales comerciales a grupos que ni en sueños lo hubieran logrado. Ha permitido una difusión aún mayor y más barata de la música por todo el mundo. Y hasta me atrevería a decir que ha colaborado contra el calentamiento global y el abaratamiento del crudo. ¿Cuántos CD´s se han dejado de fabricar gracias al desarrollo de las telecomunicaciones? ¿Realmente Internet está pervirtiendo la filosofía inicial de las compañías discográficas, la cual era fundamentalmente divultgativa?
Si tuviera la solución a este embrollo, me hubiera dirigido ya al Sr. Bautista para aportarle mis ideas, pero me temo que no es el caso. Lo único que se me ocurre decir es que a Mozart, Beethoven o Bach, no les hizo falta ninguna discográfica en su día para vivir de la música, y que su obra ha llegado a nuestros días sobreviviendo a muchas épocas sin industrias que la promoviese. Es innegable reconocer la valía de las discográficas en la difusión de los artistas, pero los tiempos han cambiado. A lo mejor lo que tienen que replantearse unos y otros es qué tipo de música se está vendiendo para que la gente ya no esté dispuesta a pagar por ella. Pero lo que es realmente curioso, lo que verdaderamente me llama la atención, es que mientras todas las empresas se desviven por adecuar su producto lo más posible a los clientes, la SGAE y la industria discográfica parecen empeñadas en darnos lentejas... Allá ellos. Ya se sabe lo que pasa cuando no las tomas.
Hace unos días leí una noticia en El Mundo que me dejó cuando menos sorprendido: "La SGAE tendrá que pagar 60.101 euros por grabar una boda sin autorización". Resulta que la Sociedad General de Autores, está mandando detectives por salones de boda y discotecas para "vigilar" que en todos estos sitios se paga religiosamente el canon digital.
Como no soy jurista, no me voy a meter en el entramado legal, del que posiblemente saldría escaldado. Me voy a centrar en algunas ideas que llevo pensando desde hace tiempo y que no vienen sino a incidir en lo absurdo del planteamiento de la SGAE. Y que vaya por delante que soy de los que cree que tiene que haber un organismo que vele por los intereses de los artistas, que defienda sus derechos de autor ante posibles atropellos, plagios o abusos de su obra.
Hace ya varios años, cuando la tecnología comenzó a desarrollarse, aparecieron las compañías discográficas. Grababan a los artistas permitiendo a las personas, en cierto modo, escuchar a sus cantantes favoritos cuando y como se quisiera. El negocio funcionó y era rentable. Gracias a la promoción que hacían las discográficas, los músicos llegaban a todas partes y podían dar conciertos por todo el mundo porque su público, en algunas ocasiones, era global. Aquello era una máquina de hacer dinero de la que se beneficiaban artistas y empresarios.
Detrás de todo aquello había una verdad económica irrefutable. La gente creía que aquellos productos que las discográficas ponían a la venta, valían el dinero que se exigía a cambio. Lo que ocurre es que ha habido un cambio de escenario. La tecnología ha evolucionado una barbaridad de la mano de la informática y, ahora, en unos pequeños aparatitos llamados MP3, I-Pod o similar, uno puede llevar la música de 1.000.000 de cd´s juntos. La sociedad también ha cambiado. Ahora la gente es de usar y tirar y nada es para siempre. Hoy consumo y mañana me olvido. Ante esta situación, la industria discográfica se encuentra en una disyuntiva. O cierra el chiringuito o se adapta a los tiempos. Para lo segundo, o se bajan los salarios los ejecutivos, se paga menos a los artistas y se editan menos cd´s o, por el contrario, con algo de imaginación, se transforma internet en una oportunidad en lugar de una amenaza. Lo que parece claro es que el sistema actual no es sostenible.
La SGAE, que no deja pasar una, se ha erigido como la salvadora de los artistas. Ahora no solo hay que pagar un canon digital cada vez que uno se compre un cd virgen o un reproductor MP3, sino que nos manda detectives a salas de conciertos y bodas para comprobar que no se está incumpliendo la ley. Una ley que a mi me parece absurda. Internet ha permitido entrar en canales comerciales a grupos que ni en sueños lo hubieran logrado. Ha permitido una difusión aún mayor y más barata de la música por todo el mundo. Y hasta me atrevería a decir que ha colaborado contra el calentamiento global y el abaratamiento del crudo. ¿Cuántos CD´s se han dejado de fabricar gracias al desarrollo de las telecomunicaciones? ¿Realmente Internet está pervirtiendo la filosofía inicial de las compañías discográficas, la cual era fundamentalmente divultgativa?
Si tuviera la solución a este embrollo, me hubiera dirigido ya al Sr. Bautista para aportarle mis ideas, pero me temo que no es el caso. Lo único que se me ocurre decir es que a Mozart, Beethoven o Bach, no les hizo falta ninguna discográfica en su día para vivir de la música, y que su obra ha llegado a nuestros días sobreviviendo a muchas épocas sin industrias que la promoviese. Es innegable reconocer la valía de las discográficas en la difusión de los artistas, pero los tiempos han cambiado. A lo mejor lo que tienen que replantearse unos y otros es qué tipo de música se está vendiendo para que la gente ya no esté dispuesta a pagar por ella. Pero lo que es realmente curioso, lo que verdaderamente me llama la atención, es que mientras todas las empresas se desviven por adecuar su producto lo más posible a los clientes, la SGAE y la industria discográfica parecen empeñadas en darnos lentejas... Allá ellos. Ya se sabe lo que pasa cuando no las tomas.
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