Economía - Reflexiones Sobre la Actual Coyuntura

Reflexiones Sobre la Actual Coyuntura Económica


Vaya por delante que no quiero hacer un anális macroeconómico ininteligible sobre lo que está aconteciendo en la Economía mundial durante este 2008, pero sí me gustaría apuntar algunas ideas, por supuesto rebatibles, acerca de la actual coyuntura.

Ante todo, creo que estamos viviendo un estado de histeria colectiva que en nada beneficia a salir de la situación actual. Es por ello por lo que pienso que los economistas debemos poner algo de rigor en todas las noticias que cada día nos bombardean desde diferentes medios y que auguran cada vez más nubarrones (y más negros) para el futuro inmediato.

Poner algo de rigor es por ejemplo reconocer que si de algo estamos seguros en la economía, es de que esta es cíclica. Es decir, que ésta son picos y valles y que después de cada caída viene un ciclo alcista. Dicho de otra forma: de las crisis se sale.

Se pone también cordura cuando se evitan debates estériles acerca de si esta crisis es la peor de todas las que han acontecido en la historia. Lo importante de éstas es comprender por qué han pasado, aunque a menudo luego no seamos capaces de preveer este tipo de situaciones. En el fondo son tantas las variables que inciden en la economía y varían tanto su incidencia a lo largo del tiempo, que realmente predecir el futuro en esta materia es, francamente, un ejercicio de fe más que de ciencia. Y lo digo yo, que me considero científico a raíz de mi doctorado.

Hablaremos con rigor si afirmamos que nuestra sociedad (al menos en los países de la OCDE) está mejor preparada que nunca para afrontar una crisis económica. Hace siglos, éstas derivaban en hambrunas y miles de muertos por inanición. Obviando la catástrofe (y la vergüenza) que supone África para nuestra sociedad de la opulencia, lo cierto es que nuestro sistema de garantía social ayuda a aliviar en parte los efectos de coyunturas tan desfavorables.

Que nadie piense que en todo esto que escribo hay ni un sólo ápice de querer restar importancia a lo que estamos viviend0 en lo que va de año. Oir hablar de cifras de Paro que se espera que rocen el 20% durante el 2009 y caídas del PIB como las que se barajan, son palabras mayores y difícilmente digeribles para la mayoría de las familias españolas. Pese a esa protección que tenemos en nuestra querida Europa, la situación se va a tornar cuando menos muy difícil para cientos de miles de familias de todo el mundo.

Dicho lo dicho, toca reflexionar. Tras lo acontecido en los últimos meses en las principales bolsas, hay quien se pregunta si ha llegado el fin del capitalismo como tal, o si realmente la economía de mercado tiene la culpa de todo. Pues bien, yo creo que la culpa no es del sistema, sino de las personas que participan en el mismo. A día de hoy es innegable que ninguna economía ha generado tanta riqueza como la de mercado. Admito la crítica de que ningún otro sistema ha generado tantas desigualdades como este, pero creo que la falta de reparto de la riqueza no viene propiciada por el sistema en sí, sino por la situación de desequilibrio que había en el punto de partida y las actitudes de todos los que participamos en esta economía de mercado.

No soy precisamente un defensor de las ideas de Friedman, vaya esto por delante también. Es más, mi tesis trata de desmontar alguna de sus hipótesis referentes al papel que juega la empresa en la sociedad, aunque eso lo dejo para otro artículo. Pero sí que es cierto que Friedman, en esa libertad de mercado que postula, pone como límites a la actuación de la empresa la ética y las leyes. Posiblemente la mayoría de compañías que nos han metido en el atolladero (empezando por las Fannie Mae y Freddie Mac de turno y seguidas por todos los genios de la titulización de las hipotecas subprime) no han cometido ninguna ilegalidad pero su actuación ha sido carente de toda ética.

No creo que los estados deban intervenir en la economía de por sí, pero sí creo que tienen un papel básico y fundamental que es el marcar las reglas del juego así como vigilar su cumplimiento, y en ello han fracasado estrepitosamente. No es tolerable que las agencias que marcaban el riesgo de los activos financieros basura que se enviaban al mercado fueran juez y parte en la cuestión. Ahí es donde nuestros políticos mundiales deben reflexionar. Los estados deben fomentar la trasparencia y la responsabilidad de las empresas. Justo lo que han pedido tras la cumbre de Washington. Pues señores, para ese viaje no hacían falta tantas alforjas (ni darle a Zapatero el disgusto inicial de no invitarle). La reafirmación de ambas cualidades en el acta final de las reuniones supone reconocer implícitamente que los estados, sencillamente, "no han estado" a la altura de las circunstancias. Por ahí va mi primer "palo": Creo que no tenemos políticos con suficiente determinación para hacer frente a empresas que en ocasiones tienen más poder que muchos estados.

Otro aspecto que me cuestiona es el de la sostenibilidad de nuestro sistema. Hasta la fecha hemos cosiderado a la misma como un sinónimo de ecologismo y responsabilidad social de las empresas. Correcto. Yo creo profundamente que la empresa debe ser sostenible desde los puntos de vista social y medio ambiental, pero también desde el punto de vista económico. Y desde luego creo que nos estamos alejando de conseguirlo.

Aportaré datos. Poco antes del batacazo de las bolsas en Septiembre de 2008, el Petróleo llegó a cotizar a 147 $ el barril. Se habló entonces de que si el mercado de futuros, que si los especuladores, la OPEP y no sé que más. Por todos es sabido que el crecimiento económico (medido por el PIB) viene acompañado de un incremento de la demanda de energía y, por lo tanto, de petróleo. En las últimas décadas por cada 1% que creía el PIB, la demanda de energía lo hacía en un 0,64%. El Petróleo supone el 40% de las materias primas demandadas para la generación de energía.

Pues bien, desde el año 2004 esa relación se ha visto alterada notablemente a la alza por el crecimiento desorbitado de China y la India, los dos países más poblados del planeta. La creciente industrialización y motorización de ambos explican dicho cambio. Con el parón de la economía, ha caído la demanda de energía (y por lo tanto de petróleo) y éste ha vuelto a un precio "normal". El precio del crudo había llegado a unos niveles inaceptables para nuestras economías y el riesgo de una inflación descontrolada era más que evidente. Primera conclusión: nuestro modelo energético es insostenible ya no solo desde el punto de vista medio ambiental, sino desde el punto de vista económico. No se puede obviar que el FMI ya ha advertido de la aparición de nuevas economías emergentes en África que sufrirán un proceso parecido al de China y la India y que un nuevo ciclo de crecimiento volverá a disparar el precio de las materias primas.

Una vez pasado el sofocón del Petróleo, nos encontramos con el escándalo de las hipotecas subprime. De repente se caen todos los sistemas financieros del mundo y resulta que buena parte del crecimiento y fortaleza de nuestras economías dependían de que los llamados NINJA (No Income, No Job, No Assets) por el gran Leopoldo Abadía, hiciesen frente a sus hipotecas. Segunda conclusión: el afán desaforado por el beneficio cortoplacista ha derivado en una perversión del objetivo de la maximización de éste, resultando un descalabro mundial de las economías. Un sistema financiero que no sea sostenible, estará mucho más expuesto a las crisis como esta. Debemos reinventar el mismo sin atajos.

Pensar que una crisis financiera no va a afectar a la economía real, es como seguir creyendo en los Reyes Magos. Los bancos no tienen liquidez y los que la tienen, no quieren soltarla por la desconfianza que hay. Si se cierra el grifo a las empresas, muchas solventes van a quebrar porque no van a tener liquidez para afrontar su ciclo productivo. Ello conllevará un aumento del paro. Y con ello una caída del consumo. La caída del consumo implicará menores ventas y, por lo tanto, menor producción. Las empresas tendrán que ahorrar costes y se irá más gente a la calle. Quiero creer que todo ésto se controlará antes de que lleguemos a sufrir una deflacción (caída generalizada de precios).

A eso hay que sumarle el problemón de España, cuyo crecimiento de los últimos años ha venido marcado por una industria menos competitiva que la del resto de países desarrollados y un auge desaforado de la construcción. La crisis de las constructoras e inmobiliarias va a deparar (y ya está deparando) más Martinsas - Fadesas. Si éstas dejan de pagar a los bancos, los problemas de liquidez aumentarán aún más y el ciclo anteriormente descrito se retroalimentará.

Todas las inyecciones de liquidez proyectadas por los entes encargados de fijar la política monetaria no tendrán ningún sentido si todos los que participamos en esta economía de mercado no aprendemos la lección aunque reinventemos el sistema. Más pronto que tarde, superaremos la conyuntura. No perdamos de vista lo apuntado inicialmente: la economía es cíclica. En nuestra mano está que la recuperación nos fortalezca y el ciclo alcista sea duradero.



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