Economía - Sobre la Teoría Económica y la Psicología Humana
¿Son nuestras decisiones económicas racionales?
Esta mañana he tenido un debate de lo más interesante con un buen amigo respecto al efecto que la subida del IVA va a tener sobre las arcas del estado. En un momento dado, le he puesto sobre la mesa un ejemplo, sencillo a más no poder, en el que le argumentaba por qué pensaba que el consumo iba a caer con esta medida y por qué para las arcas del estado podría ser peor el remedio que la enfermedad. Él, economista de formación, me rebatía argumentando que me había inventado las elasticidades en la compra de los productos del ejemplo. Y sí, así era, pero yo no quería entrar por ahí. Nuestro debate entonces ha derivado entonces en una conversación en la que él me echaba en cara la simpleza de mi planteamiento y yo lo poco que tienen en cuenta los economistas puros y duros la psicología humana al hablar de macroeconomía. Porque la realidad, o al menos eso creo yo, es que no se pueden separar la una de la otra.
La teoría neoclásica económica parte del supuesto de que el hombre toma todas sus decisiones económicas de manera racional. Sin embargo, la neuroeconomía, también llamada economía del Prozac, la cual se nutre de la neurociencia, la psicología y la economía para estudiar los procesos de compra, nos muestra que no es así. Basta un simple escáner para medir la actividad metabólica del sistema nervioso central, lo cual nos permitirá averiguar si las decisiones de un sujeto tienen más componentes racionales que emocionales y viceversa. De la neuroeconomía ha surgido el neuromarketing, según el cual a través de emociones y recuerdos se puede incentivar las ventas. Su eficacia es palpable fundamentalmente cuando hay interacciones con el consumidor.
Y es que los consumidores toman decisiones de compra todos los días. Según algunos estudios, los hogares españoles realizan una media de 18 visitas mensuales a tinedas, y de cada una de ellas, resulta la venta de por lo menos 9 artículos. Las empresas han tratado de estudiar dónde, cuándo, cómo, cuánto y por qué compran, siendo esta última pregunta una caja negra para los investigadores mercados. Fundamentalmente porque a menudo la respuesta suele estar oculta en la mente del consumidor.
Los últimos trabajos en el mundo del marketing nos hablan fundamentalmente de cuatro factores que influyen en el comportamiento del comprador: factores culturales (cultura, subcultura y clase social), factores sociales (grupos de referencia, familia y roles), factores personales (edad, etapa del ciclo de vida, profesión, situación económica, estilo de vida, personalidad y autoconcepto) y factores psicológicos (motivación, percepción, aprendizaje y creencias). Modelizar el comportamiento del consumidor racional, por lo tanto, es más que complejo.
Es cierto que sobre tres de los cuatro factores se puede actuar rebajando el nivel de incertibumbre. Uno puede observar, por ejemplo, patrones de conducta según la cultura de los individuos, edad, ciclo de vida o profesión, incluso según su grupo de referencia. A través de la observación podrá llegar a hacer clusters o grupos que simplifiquen el análisis y permitan parametrizar de alguna forma ciertos comportamientos del consumidor. Sin embargo, la cosa se complica al hablar de factores psicológicos.
En primer lugar, porque la motivación, definida como la necesidad que lleva a la persona a buscar su satisfacción es una caja negra. Según Freud, las decisiones de compra de un individuo se ven afectadas por motivaciones inconscientes que ni siquiera el propio individuo puede llegar a comprender por completo. ¿Os acordáis del post "Sobre lo racional y lo Emocional"?. Para Maslow las necesidades humanas se ordenan en una jerarquía que incluyen necesidades fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima y de realización personal. De acuerdo con dicho autor, un individuo trata de satisfacer primero su necesidad más importante. Satisfecha ésta, tratará de satisfacer la siguiente.
La percepción no es un concepto menos complejo que el anterior. Todos aprendemos del flujo de información que nos llega a través de los cinco sentidos. Sin embargo, cada uno de nosotros recibe, organiza e interpreta esta información sensorial de forma individual. Es decir, a partir de los mismos estímulos, reaccionamos diferente.
El aprendizaje describe los cambios de comportamiento de un individuo provocado por la experiencia de uso de un producto o servicio, la cual también es completamente individual. El resultado, además, estará determinado por las expectativas previas, lo cual hará que una persona se sienta satisfecha o no con un el citado producto. En función de ello, el individuo se comportará de una forma u otra en la siguiente ocasión que vaya a adquirir algo.
En cuanto a las creencias y actitudes, se basan en pensamientos, opiniones, conocimientos, etc. de un consumidor, los cuales pueden llevar consigo una carga emocional.
Con todo ello, que me perdonen los economistas, pero no puedo estar de acuerdo con la teoría del hombre que se comporta de forma racional a la hora de comprar o tomar decisiones económicas. Y en el fondo no me hace falta tanta teoría para argumentarlo. Somos la generación que ha racionalizado hasta el extremo la compra de la leche, la espuma de afeitar o las verduras congeladas, buscando ahorrar unos céntimos en productos que antes casi se compraban por impulso, para endeudarse hasta las orejas para irse de vacaciones, comprarse una casa o un coche por encima de nuestras posibilidades. Somos los que hace unos días hacíamos desplomarse a las bolsas de medio mundo para el día siguiente batir records históricos de subidas sin que haya cambiado en apenas nada de un día para otro la situación de España. Nos movemos por percepciones, motivaciones y creencias fundamentalmente, nos pesan más otros factores que nos envuelven que la pura racionalidad económica. De no ser así, el marketing no tendría ningún sentido y todos estaríamos inmunizados a cualquier intento de persuasión no basado en cuestiones puramente monetarias.
Es por ello por lo que yo le decía a mi amigo que por todo ésto que he explicado, la subida del IVA puede a tener un efecto nocivo en las arcas del estado. Las personas tendremos que gastarnos más para cubrir nuestras necesidades más básicas, nos quedará menos para la compra de otros productos que satisfagan nuestras necesidades de reconocimiento y estima, los cuales, dicho sea de paso, son los que han tirado de la economía estos años (véase vivienda, automóviles y ocio), aparte de que todo el cocktail de buenas noticias económicas de estos tiempos (auge del desempleo, reducción del crédito, incertidumbre sobre nuestro país, etc.) creen un contexto nada propicio, no ya para aumentar el consumo, sino para mantenerlo. Es decir, se recaudará más por los bienes de primera necesidad, menos por el resto. El impacto global, y me he jugado una cena con él, será negativo.
Por cierto, que se me ha olvidado deciros que nuestro debate ha empezado por las polémicas medidas de Zapatero ayer. No me olvido de ellas, pero me parecen un tema demasiado complejo para abordarlas por las buenas. De entrada decir que me decepciona que haya metido mano a las pensiones y no haya tenido agallas para reducir ministerios y órganismos oficiales antes. De corazón le deseo toda la suerte del mundo, la cual será también la nuestra.
Esta mañana he tenido un debate de lo más interesante con un buen amigo respecto al efecto que la subida del IVA va a tener sobre las arcas del estado. En un momento dado, le he puesto sobre la mesa un ejemplo, sencillo a más no poder, en el que le argumentaba por qué pensaba que el consumo iba a caer con esta medida y por qué para las arcas del estado podría ser peor el remedio que la enfermedad. Él, economista de formación, me rebatía argumentando que me había inventado las elasticidades en la compra de los productos del ejemplo. Y sí, así era, pero yo no quería entrar por ahí. Nuestro debate entonces ha derivado entonces en una conversación en la que él me echaba en cara la simpleza de mi planteamiento y yo lo poco que tienen en cuenta los economistas puros y duros la psicología humana al hablar de macroeconomía. Porque la realidad, o al menos eso creo yo, es que no se pueden separar la una de la otra.
La teoría neoclásica económica parte del supuesto de que el hombre toma todas sus decisiones económicas de manera racional. Sin embargo, la neuroeconomía, también llamada economía del Prozac, la cual se nutre de la neurociencia, la psicología y la economía para estudiar los procesos de compra, nos muestra que no es así. Basta un simple escáner para medir la actividad metabólica del sistema nervioso central, lo cual nos permitirá averiguar si las decisiones de un sujeto tienen más componentes racionales que emocionales y viceversa. De la neuroeconomía ha surgido el neuromarketing, según el cual a través de emociones y recuerdos se puede incentivar las ventas. Su eficacia es palpable fundamentalmente cuando hay interacciones con el consumidor.
Y es que los consumidores toman decisiones de compra todos los días. Según algunos estudios, los hogares españoles realizan una media de 18 visitas mensuales a tinedas, y de cada una de ellas, resulta la venta de por lo menos 9 artículos. Las empresas han tratado de estudiar dónde, cuándo, cómo, cuánto y por qué compran, siendo esta última pregunta una caja negra para los investigadores mercados. Fundamentalmente porque a menudo la respuesta suele estar oculta en la mente del consumidor.
Los últimos trabajos en el mundo del marketing nos hablan fundamentalmente de cuatro factores que influyen en el comportamiento del comprador: factores culturales (cultura, subcultura y clase social), factores sociales (grupos de referencia, familia y roles), factores personales (edad, etapa del ciclo de vida, profesión, situación económica, estilo de vida, personalidad y autoconcepto) y factores psicológicos (motivación, percepción, aprendizaje y creencias). Modelizar el comportamiento del consumidor racional, por lo tanto, es más que complejo.
Es cierto que sobre tres de los cuatro factores se puede actuar rebajando el nivel de incertibumbre. Uno puede observar, por ejemplo, patrones de conducta según la cultura de los individuos, edad, ciclo de vida o profesión, incluso según su grupo de referencia. A través de la observación podrá llegar a hacer clusters o grupos que simplifiquen el análisis y permitan parametrizar de alguna forma ciertos comportamientos del consumidor. Sin embargo, la cosa se complica al hablar de factores psicológicos.
En primer lugar, porque la motivación, definida como la necesidad que lleva a la persona a buscar su satisfacción es una caja negra. Según Freud, las decisiones de compra de un individuo se ven afectadas por motivaciones inconscientes que ni siquiera el propio individuo puede llegar a comprender por completo. ¿Os acordáis del post "Sobre lo racional y lo Emocional"?. Para Maslow las necesidades humanas se ordenan en una jerarquía que incluyen necesidades fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima y de realización personal. De acuerdo con dicho autor, un individuo trata de satisfacer primero su necesidad más importante. Satisfecha ésta, tratará de satisfacer la siguiente.
La percepción no es un concepto menos complejo que el anterior. Todos aprendemos del flujo de información que nos llega a través de los cinco sentidos. Sin embargo, cada uno de nosotros recibe, organiza e interpreta esta información sensorial de forma individual. Es decir, a partir de los mismos estímulos, reaccionamos diferente.
El aprendizaje describe los cambios de comportamiento de un individuo provocado por la experiencia de uso de un producto o servicio, la cual también es completamente individual. El resultado, además, estará determinado por las expectativas previas, lo cual hará que una persona se sienta satisfecha o no con un el citado producto. En función de ello, el individuo se comportará de una forma u otra en la siguiente ocasión que vaya a adquirir algo.
En cuanto a las creencias y actitudes, se basan en pensamientos, opiniones, conocimientos, etc. de un consumidor, los cuales pueden llevar consigo una carga emocional.
Con todo ello, que me perdonen los economistas, pero no puedo estar de acuerdo con la teoría del hombre que se comporta de forma racional a la hora de comprar o tomar decisiones económicas. Y en el fondo no me hace falta tanta teoría para argumentarlo. Somos la generación que ha racionalizado hasta el extremo la compra de la leche, la espuma de afeitar o las verduras congeladas, buscando ahorrar unos céntimos en productos que antes casi se compraban por impulso, para endeudarse hasta las orejas para irse de vacaciones, comprarse una casa o un coche por encima de nuestras posibilidades. Somos los que hace unos días hacíamos desplomarse a las bolsas de medio mundo para el día siguiente batir records históricos de subidas sin que haya cambiado en apenas nada de un día para otro la situación de España. Nos movemos por percepciones, motivaciones y creencias fundamentalmente, nos pesan más otros factores que nos envuelven que la pura racionalidad económica. De no ser así, el marketing no tendría ningún sentido y todos estaríamos inmunizados a cualquier intento de persuasión no basado en cuestiones puramente monetarias.
Es por ello por lo que yo le decía a mi amigo que por todo ésto que he explicado, la subida del IVA puede a tener un efecto nocivo en las arcas del estado. Las personas tendremos que gastarnos más para cubrir nuestras necesidades más básicas, nos quedará menos para la compra de otros productos que satisfagan nuestras necesidades de reconocimiento y estima, los cuales, dicho sea de paso, son los que han tirado de la economía estos años (véase vivienda, automóviles y ocio), aparte de que todo el cocktail de buenas noticias económicas de estos tiempos (auge del desempleo, reducción del crédito, incertidumbre sobre nuestro país, etc.) creen un contexto nada propicio, no ya para aumentar el consumo, sino para mantenerlo. Es decir, se recaudará más por los bienes de primera necesidad, menos por el resto. El impacto global, y me he jugado una cena con él, será negativo.
Por cierto, que se me ha olvidado deciros que nuestro debate ha empezado por las polémicas medidas de Zapatero ayer. No me olvido de ellas, pero me parecen un tema demasiado complejo para abordarlas por las buenas. De entrada decir que me decepciona que haya metido mano a las pensiones y no haya tenido agallas para reducir ministerios y órganismos oficiales antes. De corazón le deseo toda la suerte del mundo, la cual será también la nuestra.
Comentarios
Sin entrar a debatir en lo de l Iva, que francamente no se hasta que punto será positivo o negativo, de lo que si estoy seguro de que al ser casi todo emoción en nosotros, por fuerza, las decisiones se toman más desde el punto de vista emocional que desde el racional.
Por ejemplo, cuando alguien está deprimido tiende a comprar para "tranquilizar" esa depresión. Si un día sale el sol la gente está más dispuesta a consumir (ojo no hablo de temperatura) Ayer, en el metro, la líneas que va al aeropuerto iba llena de rojiblancos que el viaje y entrada les costaría una pasta y así, miles de ejemplos diarios. Si no se consume no creo que obedezca a una racionalidad estricta, sino más bien a una disposición de la renta (que en cualquier caso se gastará) . No lo sé. El tiempo nos lo dirá, pero de alguna manera intuyo que muy bueno no va a ser, como ya comenté aqui con el caso de los hoteles.
En cuanto a lo de las pensiones de Zapatero (una muestrar de cobardía) cuando sabemos que en viajes "oficiales" o para hacerse la foto se gastan un pastón por aquello de que sean del color de sea los políticos creen que tienen, tenemos un destino en lo universal.
Un abrazo
Coincido contigo en que el consumo está muy relacionado con la renta disponible, pero la sobrante, una vez satisfechas necesidades básicas, se gasta o se ahorra. El ahorro en tiempos de crisis alcanza cotas máximas, porque la gente desconfía, siente la incertidumbre, piensa en el por si acaso.
En cuanto a lo de ZP, suscribo tu opinión.
Un fuerte abrazo
Somos un 90% de emociones y un 10% de "racionalidad" en nuestras decisiones...tanto es así que cuando leas esto, dependerá de cómo te haya caido, aunque sea virtualmente, para que lo hagas hasta el final, te saltes líneas o pases a otra cosa...Tranqui, tú me has caido bien.
Saludos
Saludos
Empiezo con el primer comentarista, que creo que desconoce la teoría del consumidor de la microeconomía (me refiero a que no utiliza el concepto de racionalidad de los economistas). Y claro, como el concepto difiere con otras disciplinas como el marketing o la psicología, así no hay quien se entienda. Ha puesto tres ejemplos desafortunados. El primero: la gente compra cuando está deprimida. No se si asume que todo el mundo pasa el día deprimido, pero eso no es relevante. Para la economía, esa persona es completamente racional: tiene unas preferencias por el helado de chocolate (pongamos) cuando está deprimido...nada más. Compra algo que no compraría si no estuviera deprimido, lo cual es perfectamente compatible con la teoría del consumidor. Lo mismo a consumir cuando hace más calor (no entiendo si eso existe, pero se que puede deberse a muchos factores, y que no conozco un sólo estudio robusto y sin sesgos sobre la cuestión, por favor, mandameló). En cuanto a lo del Atleti, más largo me lo fiáis... Que tu no lo hicieras no significa EN ABSOLUTO que sea racional; simplemente significa que tiene otras preferencias a las tuyas; y significa que son internamente consistentes en el sentido de que ningún hincha se arrepiente de comprar su entrada al precio que le venga en gana: conoce sus opciones y es consciente de sus restricciones: sus preferencias le empujan a gastarlo en un partido mientras que otro se lo gasta en el cine o comprando dodotis. No hay más.
Sigo con Fernando: ningún economista defiende que el modelo de racionalidad sea perfecto, pero para lo esencial es razonable. La predictibilidad en la conducta y la explicación razonable de las pautas del consumo caben dentro del modelo de decisión del consumidor. El consumidor es soberano y tiende a no equivocarse: no suelo ver a consumidores equivocados que piden créditos si no lo necesitan, que buscan trabajos de noche si prefieren trabajar de día, que vayan a un restaurante indio si detestan la comida india, que se endeuden enormemente si tienen miedo, etc. Si te endeudas sobre tus posibilidades, por ejemplo, no es que seas irracional: es que tienes unas expectativas sobre un mundo incierto que finalmente no se cumplen, y actuas por incentivos de tipos de interés reales negativos y orgía colectiva de liquidez, te endeudas y plás, quedas entrampado: la racionalidad económica nada tiene que ver con adivinar el futuro. Hay gente que se sobreendeuda porque cree que las cosas seguirán bien (poco paro, créditos baratos) y tiene también unas preferencias sobre el riesgo y una determinada red de ingresos y familiares determinada...lo cual no garantiza el éxito, ni tampoco significa irracionalidad. Uno tiene opciones e información limitada, y puede querer probar el nuevo colacao fresa y si no le gusta, créeme que no lo vuelve a comprar...
Me explico. Dices "Nuestro debate entonces ha derivado entonces en una conversación en la que él me echaba en cara la simpleza de mi planteamiento y yo lo poco que tienen en cuenta los economistas puros y duros la psicología humana al hablar de macroeconomía", para, acto seguido, enumerar todo el tipo de conductas económicas del modelo económico común, a saber: que la gente tendrá más dificultades para cubrir sus necesidades más basicas, en parte ahorrando de bienes de esos de estima (coches y casas nuevas), todo acentuado por la incertidumbre derivada de un alto paro, un bajo credito, etc. Como consecuencia de ello, se resentirá el consumo y las arcas públicas. ¿nos hemos vuelto locos? ¿Dónde entra aquí la historia irracional? Según parece de tu post, la gente no sólo no está loca y es imprevisible, sino que te permite predecir una conducta general: menor consumo por mayores impuestos, bajo crédito, alto paro y mucha incertidumbre. Mucho Freud y mucho Maslow, pero has hablado como un economista, y al pie de la letra... no has discutido NI UN SÓLO presupuesto de la teoría del consumidor; es más te has servido de él para tu análisis de coyuntura. Este post, te lo digo desde el absoluto respeto y cariño, es el más absolutamente esquizofrénico que he leido, epistemológicamente hablando. Estás hablando de que el consumidor tipo tiene, dadas sus restricciones (deudas, riqueza, información) cierte tendencia a recortar de muchos bienes antes que los que considere de primera necesidad. Es decir, los bienes de primera necesidad son "inferiores" (aquéllos en los que sube su consumo en proporción cuando sube su precio, como en este caso por la subida del IVA), mientras que el resto de bienes son "normales" (en la jerga económica), porque se restringe su demanda cuando se disminuye la renta. Además, los bienes de primera necesidad son más importantes para el consumidor en su cesta de consumo, es decir, su elasticidad-precio es menor (restrinjo menos de un 1% su consumo cuando mi renta disminuye un 1%). Fernando, pura microeconomía básica. Esto no tiene nada que ver con Freud, tiene que ver con el razonable modelo microéconomico básico que estás utilizando para ganarle la discusión a tu amigo. Esquizofrénico, insisto.
Bueno, entrando un poco en materia, admito parte de la crítica, pero hay otra parte en la que, o no me he explicado bien, o creo que tú no me has entendido. En cualquier caso, no pretendo que nos pongamos de acuerdo. El debate es interesante y nos enriquece a todos, aún cuando haya discrepancias.
Respecto a la teoría del consumidor racional. OK a que cada persona tiene preferencias. Está claro que la satisfacerá de acuerdo con su renta disponible. Pero según la teoría del consumidor racional, éste actuará eligiendo aquel mix que dentro de sus posibilidades le genere más utilidad. El ejemplo del Atleti sí que me parece el peor que has podido poner. Según la teoría del consumidor, quitando al colectivo masoca, ganar debería aportar más utilidad que perder. Sin embargo, no somos del equipo que más partidos gana, sino del que sentimos como nuestro. Como modelo, la teoría del consumidor racional está muy bien, pero no olvides que todo modelo es una simplificación de la realidad.
En cuanto al modelo de racionalidad, OK, acepto la crítica, pero unas expectativas fuera de lo razonable atacan frontalmente al modelo de racionalidad, que de nuevo es una simplificación de la realidad.
Desde el cariño te digo, querido Nanius, que pegas un patinazo sin precedentes al tildar de mera entelequia teórica un trabajo empírico basado en la observación de miles de personas. ¿De verdad crees que los trabajos de Freud y Maslow son pura teoría? Espero que mi madre, psicóloga de profesión, no entre a comentar este post...Nada que ver, amigo, con la hipótesis de partida del modelo del consumidor racional…
Existen personas en este país que, pese a que su situación laboral es estable y no vean peligrar su puesto de trabajo, retraen su consumo por el por si acaso. Esto no es racional, es puramente emocional. La prueba de todo ello la tienes en el aumento del ahorro. ¿O es que puede ahorrar una familia con todos sus miembros o parte de ella en paro? Este es otro dato empírico, por cierto, no una mera entelequia teórica.
Existe, por lo tanto, una parte basada en la teoría del consumidor racional: habrá quien tenga menos renta disponible y pueda consumir menos al costarle más satisfacer sus necesidades más básicas, pero existe también quien no habiendo empeorado su situación, se abstenga de consumir más por una mera cuestión psicológica. Ese fenómeno se da, porque no puede explicarse el freno del consumo en toda Europa por el mero aumento del paro. Ningún país serio tiene nuestra tasa de desempleo, pero el consumo se ha retraído igualmente.
Por último, esta mañana le he escrito un mail a mi amigo Fer, que así se llama, con los datos del INE referentes a las subidas históricas del IVA en España. Es cierto que la del año 95 no afectó a la recaudación (ya estábamos en recuperación). Sin embargo la del 92 hizo que en el 93 cayeran los ingresos del estado por este concepto un 10,95% exactamente. En el fondo todo lo que hablemos al respecto son meras hipótesis, pero habiendo históricos conviene estudiarlos y tenerlos en cuenta.
En cuanto a los países que nos citas, Grecia está en quiebra. Comparar cualquier medida con las nuestras me parece aventurado. Respecto a Portugal, conozco menos su situación, así que espero que entiendas que no me pronuncie. Y en cuanto a Inglaterra... Sus perspectivas económicas son bastante mejores, tiene la libra y no el euro, y su tasa de paro es incomparable con la nuestra. ¿De verdad es buen ejemplo?
Lo dicho, me alegra leerte aún cuando discrepemos.
Abrazos
Tienes razón. Ser del atleti es completamente irracional (al menos lo era hasta el miércoles pasado), jaja. No! Es absolutamente racional, desde un punto de vista económico, ser del atleti: el hincha tiene en su función de utilidad el color rojiblanco y no los títulos. Así que seguir siendo colchonero (ver los partidos, ir al campo, etc) le proporciona utilidad aunque pierda el equipo. Aquí nadie resbala, y no es un mal ejemplo. Vuelves a mis-entender que las preferencias son exágenas y difícilmente intercomparables; tu piensas que no ir a caballo ganador (Barça o RMadrid) no es racional y estás haciendo un juicio de valor sobre qué tiene que haber en la función de utilidad del hincha para que sea racional. Yo simplemente he observado el principio de preferencia revelada: revela una preferencia a favor del atleti, luego para él un buen destino de su tiempo y dinero va a dicho equipo, porque le genera utilidad. No hay más.
Freud y Maslow son una entelequia teórica, no en el sentido de que no hicieran trabajo empírico, sino que su trabajo me parece alejadísimo de una pregunta cercana y de naturaleza esencialmente económica: ¿Subirán los ingresos totales al subir el IVA? Entelequia teórica es una constatación en ese sentido, por lo que cualquier ánimo de entender mi falta de respeto a sus disciplinas o trabajos es absurda. Precisamente, si acaso, tendría que haberse interpretado al revés: me he servido de ambos científicos para denunciar que no predicas con el ejemplo al explicarnos sus teorías, y acabas utilizando el estándar economist toolbox.
Por favor no le pongas problemas a esta concepción que no sufre, y mantente crítico con los que sí sufre. No vale decir que la teoría del consumidor falla por los precautionary savings, cuando tal cosa no es cierta.
Por último, en cuanto a tu amigo, creo que tus cifras, aunque ciertas, no te dan la victoria, porque tienen una completa endogeneidad. El evento interesante no es si suben o bajan los ingresos públicos al subir el IVA, sino POR SUBIRLO. Si tu subes el IVA para evitar una crisis cambiaria y la economía ya va en picado, entonces tu no tienes razón. Lo interesante es si, controlados esos factores ajenos a la subida del IVA, subirlo te genera más o menos recaudación total. Es decir, com siempre dicen los economistas, CETERIS PARIBUS, todo lo demás constante. Esos datos tienen que venir de un modelo y no pueden venir (por el problema de endogeneidad recién comentado) directamente de los datos sin cocinar, porque entonces obtienes correlación y la discusión versa sobre causalidad...
un abrazo y hasta la próxima
Creo, además, que poca gente aguantaría con tanta deportividad el que le tilden un post como "epistemológicamente esquizofrénico". Etimológicamente, me parece un poco fuerte, te lo tengo que decir.
Tengo muy claro que soy una gota en un océano con todo por aprender y por demostrar. Y ojalá que nunca pierda el norte en ese sentido, porque en esta vida sólo se crece desde la humildad y siendo uno mismo.
Tras releerte y darle una pensada, creo que no estamos diciendo cosas opuestas, sino complementarias. Yo lo que te digo es que en la formación de la función de utilidad del hombre económico pesa más la parte emocional que la racional. Nada más.
En cuanto a lo del IVA, por lo pronto en mi conversación con Fer me pedía que aportara datos sobre la recaudación. Bueno, ahí están. De momento no se rechaza la hipótesis. Como científico que imagino que eres, sabes que nunca se acepta una hipótesis, sino que no se rechaza. Queda mucho por estudiar al respecto, eso está claro. De todas formas, veremos qué pasa dentro de unos meses.
Un abrazo
me gusta que te lo tomes todo con deportividad, esa es la idea, también para mi. Yo paso por aquí para que aprendamos y nos entretengamos. A ambos nos viene muy bien que nos lleven la contraria, porque afilamos nuestros argumentos y los revisamos a la luz de los de los comentadores. Ya sabes mi opinión sobre la libertad ideológica y lo importante que resulta establecer y construir un debate público robusto de los que tanto escasean en España. Por tanto, si no cumplo con dichos objetivos, pues dejo de pasarme y listo (lo digo de buenas)
Eso si, al calor de la discusión, también se dicen cosas en tono vehemente por parte de ambos. Por mi parte, las justifico, y creo no haberte perdido el respeto, sino lo contrario. Hay que saber encajar los golpes, y tu tb los asestas, y enérgicos.
Era en el sentido que he argumentado, por ejemplo, lo que he dicho, que tu argumentación era esquizofrénica dialécticamente. Lo he argumentado y no pasa nada, porque no lo digo con bilis, sino con respeto. Nos has criticado el aparataje de los economistas pero te has servido de él como cualquier persona.
Una actitud muy elegante tuya es la de decir que puede que hayamos dicho cosas complementarias. Mi opinión es que esto no sucede, y no pasa absolutamente nada por tener diferencias de opinión. Pero si te refieres a que la recaudación de impuestos subirá si baja el IVA, como yo digo que bajará, pues entonces sí es complementaria en el sentido de que planteamos el mismo mecanismo, pero en magnitudes distintas. En ese sentido si son complementarias las cosas que exponemos, y con eso me quedo. Perdona el retraso y un abrazo para todos.
Pues a mi, me está pareciendo un debate muy interesante aunque me hayan dado cerita y los puntos de vista no es que no coincidan es que están en frecuencias diferentes. Creo , y así lo he visto yo, que en este debate no hay "mala leche" ni animadversión y si mucho diálogo, aunque este sea en un tono diferente.
En fin, que me gustan estos debates pase lo que pase finalmente
Un abrazo para todos
:-)
En fin,Nanius, que yo creo que todo aclarado.Defendemos los argumentos con pasión (lo ves, al final somos seres emocionales, jejeje).
Me estoy leyendo un libro súper interesante llamado "El Desarrollo Sostenible: Su dimensión ambiental y educativa". Su escritora es María Novo. Lo cierto es que lo comencé en verano pero lo dejé un pelín abandonado por otras lecturas que me demandaba más la tesis. Su primer capítulo es muy recomendable. Habla, al calor de la historia del pensamiento, de cómo la visión mecanicista del mundo se impuso en las ciencias sociales, fundamentalmente la económica, para anular otras visiones más vinculadas a otros apectos tácitos. Os lo recomiendo.
Abrazos