Deportes: Pido el Nobel (de Economía) para Federer y Nadal
Reflexiones Acerca de dos Fenómenos
El domingo pasado fui de los de los españoles que se levantaron a ver el partidazo que nos ofrecieron Rafa Nadal y Roger Federer en la final del Open de Australia. La victoria del manacorí volvió a ser épica, en un encuentro que pasará a la historia por múltiples cuestiones. Algunas deportivas. La derrota de Federer en la final de un Gran Slam en pista rápida, creo que marca un antes y un después. Hasta la fecha Nadal había sido mejor en tierra, el año pasado por fin logró derrotar a Federer en Hierba, pero le faltaba una gran victoria sobre el suizo en una superficie como la de Australia o el Open Usa. Lo ha hecho, y con ello creo que le ha asestado un golpe moral tremendo a su amigo Roger Federer. Tampoco se puede obviar que Rafa ha mejorado una barbaridad su juego. Aquellos que dicen que es un tenista defensivo que se basa en su físico, no tienen ni pajolera idea, y perdón por la expresión. Nadal ha mejorado en todo. Hacer 25 errores no forzados como hizo en la semifinal contra Verdasco en 5 sets, implica un grado de perfección en la ejecución de los golpes al alcance de muy pocos. Recordemos que esta gente se juega los partidos a 200 km/h y a esa velocidad, cualquier irregularidad en el golpeo se paga caro.
Pero la victoria de Nadal pasará a la historia también por las lágrimas de Federer y el respeto con el que el español supo ganar. Los duelos de Roger y Rafa serán recordados como ejemplo de competitividad bien entendida, como los partidos entre dos caballeros que dan lo mejor de sí mismos, luchan hasta la extenuación y cuya rivalidad es exclusivamente deportiva. Ambos encarnan los valores a los que aspira nuestra sociedad, son un modelo para jóvenes y no tan jóvenes y un ejemplo... para todas nuestras empresas.
Los partidos enter Nadal y Federer deberían ser de visión obligatoria en todas las facultades de economía y escuelas de negocio del mundo. Ambos nos enseñan como la competencia noble y leal lleva a los participantes en un mercado a sacar lo mejor de sí mismos, a ser más eficaces en su actividad y, sobre todo, a ganarse la legitimidad de la sociedad en la que se desenvuelven. Da igual que uno sea seguidor de Rafa o de Roger, porque ambos se han ganado el respeto de todo el mundo, y hasta me atrevería a decir que si no gana uno, sus seguidores querrán que lo haga el otro. Porque ambos han hecho grande el tenis, porque todos disfrutamos de su lucha y coraje. Las empresas deberían aprender a competir para ser mejores, tener corazón y alma para superarse y tratar de ganarse la aprobación de la sociedad, y no centrarse, como lo hacen a menudo, en ver la manera de poner zancadillas a la otra.
Admiro mucho a Krugman, Stiglitz, Sen, Samuelson y Keynes, me fascina la inteligencia de Friedman, pero ninguno me ha convencido tanto como Nadal y Federer de la importancia de saber competir y de hacerlo honestamente. Desde aquí pido el Nobel de economía para ambos.
Pero la victoria de Nadal pasará a la historia también por las lágrimas de Federer y el respeto con el que el español supo ganar. Los duelos de Roger y Rafa serán recordados como ejemplo de competitividad bien entendida, como los partidos entre dos caballeros que dan lo mejor de sí mismos, luchan hasta la extenuación y cuya rivalidad es exclusivamente deportiva. Ambos encarnan los valores a los que aspira nuestra sociedad, son un modelo para jóvenes y no tan jóvenes y un ejemplo... para todas nuestras empresas.
Los partidos enter Nadal y Federer deberían ser de visión obligatoria en todas las facultades de economía y escuelas de negocio del mundo. Ambos nos enseñan como la competencia noble y leal lleva a los participantes en un mercado a sacar lo mejor de sí mismos, a ser más eficaces en su actividad y, sobre todo, a ganarse la legitimidad de la sociedad en la que se desenvuelven. Da igual que uno sea seguidor de Rafa o de Roger, porque ambos se han ganado el respeto de todo el mundo, y hasta me atrevería a decir que si no gana uno, sus seguidores querrán que lo haga el otro. Porque ambos han hecho grande el tenis, porque todos disfrutamos de su lucha y coraje. Las empresas deberían aprender a competir para ser mejores, tener corazón y alma para superarse y tratar de ganarse la aprobación de la sociedad, y no centrarse, como lo hacen a menudo, en ver la manera de poner zancadillas a la otra.
Admiro mucho a Krugman, Stiglitz, Sen, Samuelson y Keynes, me fascina la inteligencia de Friedman, pero ninguno me ha convencido tanto como Nadal y Federer de la importancia de saber competir y de hacerlo honestamente. Desde aquí pido el Nobel de economía para ambos.
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