Economía - Capitalismo: ¿Ideología o Maquinaria?

Reflexiones Acerca de la Conferencia del Dr. Kjell Nordström

Una de las ponencias que tuvieron lugar esta pasada semana en Londres corrió a cargo del Dr. Kjell Nordström, autor, entre otros, de libros como "Funky Business" o "Karaoke Capitalism". Finés de nacimiento y sueco de adopción, el Dr. Nordström está considerado como uno de los principales gurúes a nivel mundial en el Management. Como ponente es brillante. Plantea ideas de gran complejidad de forma sencilla y amena, logrando de esa forma captar la atención de la audiencia. Tengo que decir que me lo pasé francamente bien en su conferencia y posterior mesa redonda.

La ponencia del profesor Nordström versaba sobre la Innovación, sobre las pautas que tendrían que tener en cuenta las empresas en un futuro inmediato para poder competir y diferenciarse en un mundo tan complejo como el actual. Pero no voy a hablar de ello en este post. Quiero hacer hincapié en el punto de partida de la exposición de este afamado Dr. sueco: "Dice la gente que el capitalismo está muerto, y yo digo que no, que el capitalismo está más vivo que nunca". "La gente cree que el capitalismo es una ideología, cuando en realidad es una maquinaria que expulsa a todos aquellos agentes ineficientes". "General Motors tiene un problema, no el capitalismo".

¿Tiene razón el profesor Nordström? ¿Es el capitalismo una maquinaria o realmente es una ideología? No me voy a meter en grandes divagaciones filosóficas acerca de la historia del capitalismo, la lucha de clases o los principales economistas de la historia. Ni siquiera me siento capaz de responder a la pregunta planteada. Simplemente voy a apuntar algunas ideas para fomentar el debate.

De forma muy generalista, podríamos dividir la historia de nuestra economía en dos. Una, hasta la Revolución Industrial, y dos, tras la revolución industrial. Hasta la misma, las sociedades europeas, pese a la aparición de la burguesía a finales de la edad media, se dividía principalmente entre ricos y pobres, opresores y oprimidos. La Revolución Industrial trajo una serie de mejoras en los medios de producción que, con luces y sombras, terminó mejorando el nivel de vida de todos los países industrializados. El desarrollo económico ha estado vinculado desde entonces al desarrollo humano, al menos en los países de la OCDE. Aunque ha habido períodos de gran explotación de la clase obrera, aunque han existido abusos por parte de los empresarios y violencia por parte del proletariado, lo cierto es que empresarios y trabajadores viven mucho mejor hoy que en el siglo XVIII, al menos en las economías desarrolladas. Tenemos, en los países desarrollado, un sistema de protección social sin precedentes que nos ha permitido tener una esperanza y una calidad de vida nunca soñados. Y todo ello ha sido bajo el paraguas del capitalismo, pero...

Desde hace algunas décadas, comienza a vislumbrarse una creciente externalización de las cadenas de valor de las empresas ubicándose, en muchos casos, en países en vías de desarrollo. El motivo no es otro que optimizar costes y mejorar la competitividad de las compañías. Las empresas han ganado más dinero que nunca en estos años. Sin embargo, aunque existen naciones que se han subido al carro del desarrollo, las diferencias entre ricos y pobres son más grandes que nunca. Tenemos un ejemplo opuesto al anterior: desarrollo económico no ligado al desarrollo humano. Economía global pero riqueza local. También bajo el paraguas del capitalismo, el cual no aporta respuestas sobre cómo se ha de distribuir la riqueza.

La crisis actual ha venido tras años de beneficios record de la banca. Ello se ha traducido en una serie de bonus e incentivos escandalosos para los directivos de la misma amparados por el buen trabajo realizado (en teoría). Sin embargo, todo esa grandeza se ha venido abajo como un castillo de naipes. El beneficio de las compañías, como se ha demostrado, ni ha generado riqueza para los accionistas ni ha mejorado la sociedad, como debería haber sido el caso de cumplirse las ideas de Adam Smith. Basta con echar un vistazo a las cifras de paro, pérdidas de valor de acciones y carteras de inversión, así como la destrucción de riqueza en los principales países de la OCDE durante estos últimos meses. Dicho de otra forma, la maximización del beneficio no implica (al menos en estos tiempos) generación de riqueza. Necesitamos otro tipo de medidas para estimar el impacto de las empresas en la sociedad: generación de puestos de trabajo, satisfacción de los stakeholders o nivel de vida de las comunidades locales donde se asientan las empresas... algo que nos permita evaluar la riqueza que las compañías generan. Esto es complejo, así que os dejo, queridos lectores, que aportéis ideas.

De acuerdo con Paul Krugman, durante el período 1947 - 1976 se generó más riqueza que en el período 1976 - 2005 (medida en renta per cápita). Todo ello teniendo en cuenta el impacto de la II Guerra Mundial. La segunda etapa transcurre bajo la influencia de Milton Friedman y sus ideas liberalistas que restaron protagonismo al estado. Ha habido más ricos en este último período, pero también más diferencias entre éstos y los pobres.

Los estados intervienen, en teoría, en pos de mejorar el sistema y permitir el correcto funcionamiento del mercado. Ahora bien, cuando subvencionan actividades y empresas no competitivas, ¿no están vulnerando las reglas del juego? ¿No se fomenta de esa forma, la expulsión de agentes que resultan ineficientes de forma artificial? Política y economía, interesante debate. ¿Podría asumir un gobierno el coste social de dejar de la mano de Dios a industrias no competitivas?

Milton Friedman ponía como límites a la actuación de la empresa la ética y la ley. ¿Podemos afirmar que todas las empresas son éticas y cumplen con la legalidad vigente, máxime cuando hay países con un PIB menor que la facturación de algunas multinacionales y que han iniciado una carrera a la baja en cuanto a derechos de los trabajadores (e incluso derechos humanos) para atraer capital extranjero?

¿De quien es el problema, del capitalismo o de las personas que formamos parte del mismo? ¿No será que la crisis en realidad es de valores? ¿A quién y cómo compramos y consumimos? ¿Es sostenible nuestro sistema o precisamente porque no es sostenible la maquinaria nos dice que así no podemos seguir?

El debate está servido y creo que con muchas interrogantes... Os toca.






Comentarios

Pedja ha dicho que…
No tengo ni idea de economía, sólo lo que aprendo de amigos como tú o como Paco. Allá va mi opinión:

El sistema no es sostenible, a este ritmo la Tierra y sus recursos naturales se agotan.

Dos, a pesar de que pienso que las diferencias se reducen y que algunos países del Tercer Mundo están saliendo de la miseria (China, India, Brasil, etc.), no podemos basarnos en un modelo económico que ignora el bienestar de tres cuartas partes de la humanidad.

Tres, soy un firme partidario del modelo socialdemócrata desarrollado en los países nórdicos, donde el Etado presta una elevada protección social y, al mismo tiempo, hay un eficaz sector privado. Un abrazo¡¡
Fernando ha dicho que…
Pedro, muchas gracias por participar. Creo que apuntas cosas muy interesantes que tal vez se merezcan más que un mero comentario, así que paso a contestarte en un pequeño post.

Vaya por delante que yo siempre he pensado que para saber de economía, sobre todo hay que tener sentido común y en eso, amigo mío, tú eres un fenómeno. Sabes mucho más de economía que muchos economistas.

Un fuerte abrazo

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