Empresa y Sociedad - Sobre el cambio necesario
Algunas Reflexiones
Llevo unas últimas semanas bastante intensas a nivel laboral, dónde he podido volver a pulsar de primera mano cómo se encuentran nuestras entidades financieras. Después de mis desencuentros con ellas el año pasado (véase el marketing bancario es mentira I y II) y aún reconociendo que hoy todavía mantengo determinados litigios con alguna, lo cierto es que tengo que reconocer que mis reuniones con los banqueros son un buen termómetro para ver cómo evoluciona realmente nuestra economía. Si hace unos meses uno notaba un cambio y podía percibir como muy poco a poco los directores de oficina volvían a salir a buscar clientes, hoy, por el contrario, percibo que el miedo vuelve a estar detrás de la mayoría de las decisiones de nuestro sector financiero.
Porque parece claro que la crisis de deuda pública ha sido un palo muy duro, no ya sólo para determinados estados, sino para la propia banca Europea. La difícil situación por la que atraviesa España está haciendo, además, que nuestro sistema financiero se encuentre en solfa y que vea cómo vuelve a tener tantas dificultades o más que en el 2008 para obtener financiación en el mercado interbancario. Es decir, que estamos tan mal como en el 2008. Incluso peor, porque durante estos dos últimos años, el Banco Central Europeo ha estado inyectando liquidez a las diferentes entidades financieras de la UE para que el crédito fluyera hacia empresas y familias, con la circunstancia de que este dinero dónde ha ido a parar realmente es a la mayoría de emisiones de deuda pública de los estados miembro de la unión. Dos años después, las empresas siguen sin poder financiarse y los bancos, lejos de recuperarse, están peor.
Siendo todo esto cierto, hace una semana salían publicados unos datos en prensa que a mi me resultaron muy llamativos. La deuda española, entre entidades financieras, hogares, administraciones públicas y empresas no financieras suma ya el 400% del PIB de nuestro país. Si desglosamos por partes, la deuda de las instituciones financieras supone el 107% del PIB, la de los hogares otro 89% del PIB, la de empresas no financieras un ¡143%! y la de las administraciones públicas un no menos despreciable 51%. Tal situación no es asumible para ninguna economía y toca hacer autocrítica, porque sin ir más lejos, en el año 2000, estas mismas instituciones sumaban tan sólo un 150%. Analizando la evolución 2000 - 2009, las causantes del desbarajuste actual son, fundamentalmente, empresas no financieras y entidades financieras. Si las primeras apenas sumaban un 60% en el año 2000, las segundas no llegaban al 10%.
Ha llegado el momento, por lo tanto, de pensar cuánto de crecimiento real ha habido en nuestra economía en estos últimos años y cuánto ha sido única y exclusivamente fruto de la juerga crediticia. Este sistema no es sostenible y sólo así se explica la sangría del desempleo, los peores augurios de recuperación para nuestra economía y la falta de confianza de los mercados internacionales. Ha llegado el momento de sincerarnos y de pensar cuánto de la actual situación de muchas empresas es fruto de la falta de liquidez en los mercados y cuánto fruto de una mala gestión.
Porque esa es la crisis de la empresa española. Existen compañías endeudadas hasta las cejas que empleaban el dinero nuevo, no ya para financiar su actividad, sino para tapar agujeros. Han sido, en muchos casos y con perdón por la expresión, una especie de "yonkis" cuya droga era el dinero nuevo que cada año las entidades financieras iban inyectándoles bajo supuestas nuevas inversiones. En cuanto esa liquidez ha dejado de fluir, muchas compañías no han sabido reaccionar porque siguen aprendiendo a vivir este nuevo escenario en el que hay que ser mucho más fino y riguroso a la hora de hacer las cuentas. Porque esa es otra. En muchos casos se han hecho al revés.
¿Alguien se acuerda el número desorbitado de unidades de Porsche Cayenne que circulaban por nuestras carreteras antes del año 2007? ¿Alguien ha reparado en el nivel de vida que a costa de las empresas muchos ejecutivos llevaban (vuelos en business, comilonas semanales en restaurantes caros, etc.)? ¿Alguno se acuerda de cómo casi por aplaudir te regalaban una tarjeta de crédito sin apenas estudiar tu capacidad de pago? Pienso que en nuestras empresas, financieras y no financieras, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Pero no es momento tampoco de atacar sin piedad exclusivamente a nuestras compañías porque la familia española tampoco se queda atrás. La morosidad de éstas denotan también unas ansias de llevar un nivel de vida no acorde a las posibilidades reales de éstas. Empezando por la vivienda, siguiendo por los coches y terminando por el nivel de consumo.
Así pues el camino hacia la recuperación será duro, pero sobre todo necesitará de un cambio cultural enorme por parte de todos los españoles. A los bancos hay que exigirles que cumplan con lo pactado, que sean rigurosos y exigentes, pero también responsables y consecuentes, porque han participado activamente en la construcción de este berenjenal. Pero por encima de todo, lo que más tenemos que tener en cuenta, es que no habrá crecimiento económico sin una purga en empresas y familias. Esto ha sido un empacho y ahora toca dieta blanda, lo cual no se lleva nada bien cuando uno se ha acostumbrado al chuletón. Creo que cuando el otro día David Cameron argumentaba que los británicos habían vivido por encima de sus posibilidades y tardarían décadas en poder volver a llevar ese mismo tren, lejos de ser alarmista señalaba la cruda realidad.
Aunque dicen que quien no se consuela es porque no quiere, me apunto una reflexión que me hizo el otro día un amigo. "Es mejor que el ajuste sea así, aunque sea más duro, que con medidas tipo devaluación de la moneda. Eso haría más pobres a todos los españoles, aunque ellos no se dieran cuenta. Aunque fuera más llevadero en el corto plazo, sería peor de cara al futuro". Que así sea.
PD: Si alguno se ha quedado un poco "plof", que piense que hoy falta un día menos para comenzar la recuperación. Como os decía, el que no se consuela es porque no quiere.
Llevo unas últimas semanas bastante intensas a nivel laboral, dónde he podido volver a pulsar de primera mano cómo se encuentran nuestras entidades financieras. Después de mis desencuentros con ellas el año pasado (véase el marketing bancario es mentira I y II) y aún reconociendo que hoy todavía mantengo determinados litigios con alguna, lo cierto es que tengo que reconocer que mis reuniones con los banqueros son un buen termómetro para ver cómo evoluciona realmente nuestra economía. Si hace unos meses uno notaba un cambio y podía percibir como muy poco a poco los directores de oficina volvían a salir a buscar clientes, hoy, por el contrario, percibo que el miedo vuelve a estar detrás de la mayoría de las decisiones de nuestro sector financiero.
Porque parece claro que la crisis de deuda pública ha sido un palo muy duro, no ya sólo para determinados estados, sino para la propia banca Europea. La difícil situación por la que atraviesa España está haciendo, además, que nuestro sistema financiero se encuentre en solfa y que vea cómo vuelve a tener tantas dificultades o más que en el 2008 para obtener financiación en el mercado interbancario. Es decir, que estamos tan mal como en el 2008. Incluso peor, porque durante estos dos últimos años, el Banco Central Europeo ha estado inyectando liquidez a las diferentes entidades financieras de la UE para que el crédito fluyera hacia empresas y familias, con la circunstancia de que este dinero dónde ha ido a parar realmente es a la mayoría de emisiones de deuda pública de los estados miembro de la unión. Dos años después, las empresas siguen sin poder financiarse y los bancos, lejos de recuperarse, están peor.
Siendo todo esto cierto, hace una semana salían publicados unos datos en prensa que a mi me resultaron muy llamativos. La deuda española, entre entidades financieras, hogares, administraciones públicas y empresas no financieras suma ya el 400% del PIB de nuestro país. Si desglosamos por partes, la deuda de las instituciones financieras supone el 107% del PIB, la de los hogares otro 89% del PIB, la de empresas no financieras un ¡143%! y la de las administraciones públicas un no menos despreciable 51%. Tal situación no es asumible para ninguna economía y toca hacer autocrítica, porque sin ir más lejos, en el año 2000, estas mismas instituciones sumaban tan sólo un 150%. Analizando la evolución 2000 - 2009, las causantes del desbarajuste actual son, fundamentalmente, empresas no financieras y entidades financieras. Si las primeras apenas sumaban un 60% en el año 2000, las segundas no llegaban al 10%.
Ha llegado el momento, por lo tanto, de pensar cuánto de crecimiento real ha habido en nuestra economía en estos últimos años y cuánto ha sido única y exclusivamente fruto de la juerga crediticia. Este sistema no es sostenible y sólo así se explica la sangría del desempleo, los peores augurios de recuperación para nuestra economía y la falta de confianza de los mercados internacionales. Ha llegado el momento de sincerarnos y de pensar cuánto de la actual situación de muchas empresas es fruto de la falta de liquidez en los mercados y cuánto fruto de una mala gestión.
Porque esa es la crisis de la empresa española. Existen compañías endeudadas hasta las cejas que empleaban el dinero nuevo, no ya para financiar su actividad, sino para tapar agujeros. Han sido, en muchos casos y con perdón por la expresión, una especie de "yonkis" cuya droga era el dinero nuevo que cada año las entidades financieras iban inyectándoles bajo supuestas nuevas inversiones. En cuanto esa liquidez ha dejado de fluir, muchas compañías no han sabido reaccionar porque siguen aprendiendo a vivir este nuevo escenario en el que hay que ser mucho más fino y riguroso a la hora de hacer las cuentas. Porque esa es otra. En muchos casos se han hecho al revés.
¿Alguien se acuerda el número desorbitado de unidades de Porsche Cayenne que circulaban por nuestras carreteras antes del año 2007? ¿Alguien ha reparado en el nivel de vida que a costa de las empresas muchos ejecutivos llevaban (vuelos en business, comilonas semanales en restaurantes caros, etc.)? ¿Alguno se acuerda de cómo casi por aplaudir te regalaban una tarjeta de crédito sin apenas estudiar tu capacidad de pago? Pienso que en nuestras empresas, financieras y no financieras, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Pero no es momento tampoco de atacar sin piedad exclusivamente a nuestras compañías porque la familia española tampoco se queda atrás. La morosidad de éstas denotan también unas ansias de llevar un nivel de vida no acorde a las posibilidades reales de éstas. Empezando por la vivienda, siguiendo por los coches y terminando por el nivel de consumo.
Así pues el camino hacia la recuperación será duro, pero sobre todo necesitará de un cambio cultural enorme por parte de todos los españoles. A los bancos hay que exigirles que cumplan con lo pactado, que sean rigurosos y exigentes, pero también responsables y consecuentes, porque han participado activamente en la construcción de este berenjenal. Pero por encima de todo, lo que más tenemos que tener en cuenta, es que no habrá crecimiento económico sin una purga en empresas y familias. Esto ha sido un empacho y ahora toca dieta blanda, lo cual no se lleva nada bien cuando uno se ha acostumbrado al chuletón. Creo que cuando el otro día David Cameron argumentaba que los británicos habían vivido por encima de sus posibilidades y tardarían décadas en poder volver a llevar ese mismo tren, lejos de ser alarmista señalaba la cruda realidad.
Aunque dicen que quien no se consuela es porque no quiere, me apunto una reflexión que me hizo el otro día un amigo. "Es mejor que el ajuste sea así, aunque sea más duro, que con medidas tipo devaluación de la moneda. Eso haría más pobres a todos los españoles, aunque ellos no se dieran cuenta. Aunque fuera más llevadero en el corto plazo, sería peor de cara al futuro". Que así sea.
PD: Si alguno se ha quedado un poco "plof", que piense que hoy falta un día menos para comenzar la recuperación. Como os decía, el que no se consuela es porque no quiere.
Comentarios
Muy buen post. No sé si las cifras son reales, porque ya sabes que últimamente me creo lo justo. Lo malo es que el dinero ha funcionado alegremente y hay muchas empresas con ganas de construir que no han podido acceder a financiación por los desmanes de otros. Pero mi pregunta es ¿ esto no se sabía que iba a ocurrir? ¿es que no había sentido comun? Como digo en mi post del lunes no hay crisis, hay desconfianza y lógica además.
Un abrazo
Un abrazo!
Aunque las cifras las publicó el suplemento de empresas de ABC (con lo cual imagino que cierto sesgo en su exposición tendrá), los datos están sacados de un estudio, así que creo que tienen muchos visos de realidad.
En cuanto a lo de si se sabía que ésto iba a ocurrir, pienso que las personas, cuando estamos en la cresta de la ola, nos pensamos que el castañazo es imposible. Fíjate que hubo quien aventuró que los tiempos de crisis cíclicas se habían terminado, que estábamos ya en un período de crecimiento casi casi eterno... El ser humano en toda su esencia, vaya.
Un fuerte abrazo
Buen post, si señor, repartiendo leña merecida con equidad y en función de diversas responsabilidades.
Sólo recordar que la gente responde a los incentivos, y que los tipos de interés reales negativos son en gran parte producto de la moneda única. Orgías de liquidez son posibles son que se aprecie la moneda común y así es posible financiar de forma barata un déficit por cuenta corriente de dos dígitos. La digestión va a ser gorda...
Eso sí, decir que es mejor no tener tipo de cambio que tocar que tenerlo es mucho decir. El ajuste es mucho más fuerte y se puede dosificar (y se debe dosificar) para no crearle un mono de caballo a la economía. Curioso es tu argumento, porque asume que las durezas del ajuste, cuanto mayores, mejores, ergo la crisis tiene la vacuna contra si misma de hacer inviables (quizá para siempre) determinadas actividades económicas y financieras. Y lo curioso de tu argumentación es que es puramente neoclásica (à la Kydlan y Prescott) y nada neokeynesiana. Entre esto y tus críticas al Plan E, a ver si va a resultar que piensas estar en una acera, y sin quererlo, estás en la otra.
La fusiones frías y las reformas estructurales podrán sin duda ayudar.
Saludos.
Aclaro: mi reflexión es única y exclusivamente microeconómica. Muchas empresas y familias se han metido en una espiral de deuda con significativas similitudes a las estafas de tipo piramidal. El ajuste del que yo hablo es el desapalancamiento de los agentes económicos privados del sistema. Lo de la devaluación de la moneda no lo he introducido con carácter técnico sino como reflexión que me hacía un amigo que trabaja en la City Londinense. Todos tenemos que ajustarnos, incluido el estado, pero mientras éstos ya han comenzado un plan de ajuste (que gustará más o menos), familias y empresas siguen llorando por la falta de liquidez en los mercados financieros. Si me preguntas por mi opinión a nivel macro, me hubiera gustado saber el impacto de determinadas medidas "higiénicas" (reducción de burocracia, eliminación de cargos redundantes entre estado y administraciones autonómicas, restricciones presupuestarias en coches oficiales, etc.)y a partir de ahí hacer números para saber qué otros sacrificios son necesarios.
Que la financiación es clave para el buen funcionamiento del sistema es obvio, tanto como que los bancos han asumido demasiados riesgos partiendo de dos premisas (que la vivienda no iba a bajar y que la liquidez iba a durar eternamente) y que familias y empresas se han sobre endeudado pensando en que ya entraría más dinero el día de mañana si no se podía pagar la factura. Lo triste es que sigue habiendo gente en la empresa que piensa así.
En cuanto a las ideologías, amigo Nanius, permíteme que haga mía una reflexión de Adorno: han superado al hombre y no hay nada más absurdo que ello. En lugar de estar al servicio de la humanidad, nos encontramos a personas al servicio de determinadas ideología. Cualquier planteamiento económico que mejore la dignidad humana me parecerá positivo y contará con mi apoyo. Y sin ánimo de caer en el relativismo, creo que cada tiempo tiene su remedio en función de las circunstancias.
Un fuerte abrazo