Vinos del Mundo - Reflexiones post Vinorell

Sobre Vinos y otras ideas

Este pasado fin de semana el trabajo me ha llevado a Hamburgo. Celebraba allí nuestro principal importador alemán, Rindchen´s Weinkontor, una particular feria anual dónde da cabida a todos sus proveedores de todo el mundo. Así que en la cámara de comercio de Hamburgo nos juntamos representantes de más de 150 bodegas procedentes de 15 países, teniendo la posibilidad de intercambiar opiniones con profesionales y consumidores alemanes. El evento está perfectamente organizado. Cada visitante tiene un catálogo dónde apunta los vinos que ha catado durante la jornada, pudiendo hacer un pedido allí mismo a un precio especial. Para los bodegueros, es también una oportunidad fantástica para hablar cara a cara con tus clientes, actuales y potenciales, conocer de primera mano sus opiniones y gustos, y de paso contarles algo más de lo que haces. Casi 4.000 personas pasaron entre sábado y domingo por allí y, como casi siempre, me vuelvo con una sensación muy positiva. Los vinos españoles gustan, cada vez más, e incluso comienza a haber un "run run" de que en los próximos años le vamos a comer parte de la tostada a Italia gracias a la excelente relación calidad precio de nuestros caldos.

En lo que a PradoRey respecta, salí de nuevo muy satisfecho. Los vinos gustaron mucho y para mi fue muy enriquecedor comprender in situ que los vinos que allí llaman más la atención, no son los que más reconocidos tenemos en España. Ello me ha hecho pensar también mucho al respecto, pero esas reflexiones casi las dejo para el final del post.

Como siempre que salgo fuera, me escapo un ratito en momentos puntuales para catar cosas diferentes, conocer qué se está haciendo fuera de nuestras fronteras y ver por dónde van las nuevas tendencias. Me reafirmo en lo comentado en alguna ocasión: cada vez se hacen mejores vinos en cualquier lugar. La competencia, al igual que en casi todas los sectores, ya es global. Es cierto que en nuestro país tenemos tantos vinos buenos, que casi se podría decir que existe una barrera de entrada tácita que nos da algo de tregua. Sin embargo, no es menos cierto que cada vez somos más bodegas y que el consumo de vino está estancado, si no decrece, en España. La solución pasa por exportar, pero afrontamos entornos cada vez más competitivos y difíciles.

En esta ocasión, y corroborando un poco lo expuesto, he podido disfrutar de algunos de los mejores vinos de cada zona. Comenzando por Alemania, no puedo dejar de hablar de los maravillosos Riesling del Valle de Mosela. Destaco los de la bodega Weingut Markus Molitor. Especialmente llamativos me parecieron dos vinos del año 2007, procedentes de parcelas vecinas pero con suelos diferentes, así como un vino dulce del año 2006, vendimia tardía, que me pareció una auténtica joya. Sin dejar Alemania, también probé los vinos de Klaus, un bodeguero de la zona de Rheinhessen, la región vitivinícola más extensa, con unos viñedos ubicados a una altitud algo mayor que los del resto del país germano. De su bodega, Weingut Scherner Kleinhanb, pude probar un extraordinario Pinot Blanc del año 2010 (Weissburgunder) y un sorprendente Pinot Noir del año 2009. Por último caté dos Riesling de la zona de Rheingau, de la bodega Weingut George. Ambos eran del año 2010, ambos de suelos muy diferentes, como los de Weingut Markus Molitor, y ambos de matices aromáticos y gustativos muy diferentes. Extraordinarios los dos. Para que nos quedemos con el dato, quitando los de la primera bodega traída a colación, el resto de vinos alemanes citados se movían entre los 6 y 8 euros botella PVP. Ahí queda eso.

No pude evitar la tentación de probar también vinos eslovenos. Los desconocía pero había oído hablar bien de ellos. En este caso caté los que elabora Puklavec &Friends, bodega cercana a la frontera del país balcánico con Austria. Tenían tres vinos blancos del año 2010 de tres variedades distintas: Welschriesling, Sauvignon Blanc y Furmint. Los tres eran fáciles de beber, sencillos, pero extraordinariamente bien hechos. Muy frescos, muy francos, con aromas más que interesantes y un paso en boca largo y muy agradable. Entre 5 y 7 euros PVP cada uno de ellos. De nuevo para tomar nota.

De Italia también caté cosas interesantes. Empecé con unos Barolos de Virna Borgogno, de los años 2006 y 2007. No me convencieron tanto. Demasiado clásicos, aparentemente alcohólicos, aunque no tuvieran luego tanto grado, y con un precio que rozaba los 24 euros. Reconozco no ser muy de Chiantis, pero los de Az. Agricola i Sodi, de la Toscana, me sorprendieron gratísimamente. Probé un Chianti Classico del año 2009 con muchísima fruta, muy bien elaborado y realmente agradable tanto en nariz como en boca. Luego dos Riservas, del 2008 y 2007, donde se podía apreciar el paso por la barrica pero sin que la fruta perdiera presencia. Para ser vinos italianos, además, el precio era bastante razonable, ya que el primero se encontraba por debajo de 10 euros PVP y los otros entre 15 y 17 euros PVP. Terminé mi cata de vinos italianos con los de la bodega Tenuta Carlina, también de la Toscana. Allí probé dos Brunello di Montalcino, uno del año 2002 y otro del año 2003. Me gustó más el segundo, pero me parecieron ambos vinos sensacionales. Es cierto, en cualquier caso, que Brunello di Montalcino es una de mis debilidades cuando se habla de vinos italianos. Ahora bien, el precio, casi 40 euros PVP cada una de esas botellas, obliga.

De Francia caté dos vinos. Por un lado, un Chateau Desmirail Grand Cru Classé del año 2006, de Burdeos, de la bodega Lucien Lurton &Fils. Francamente interesante, muy agradable, con una intensidad aromática muy alta, una madera muy bien integrada y una fruta algo madura pero muy persistente. El paso en boca era muy aterciopelado. El precio, en cualquier caso, rozando los 30 euros PVP por botella. Por otro lado, probé una Garnacha del año 2008 de la zona de Languedoc Rousillon, elaborada por la bodega Domaine de la Pertuisane también muy original. Resaltaba en nariz y en boca todas las virtudes de las buenas garnachas por un precio razonable para ser un vino francés, 17,80 euros.

De Argentina me llevé alguna de las sorpresas más agradables. De la Bodega Familia Schoreder, probé dos Pinot Noir excelentes, de los años 2007 y 2009. Personalmente me quedo con el segundo pese a su juventud. Reunía todas las virtudes del Pinot Noir, con un paso en boca realmente agradable. El precio, por debajo de 10 euros PVP. De Bodega Atamisque probé un Malbec Catalpa del año 2009 extraordinario. Realmente de los mejores vinos argentinos que he probado jamás. Muy redondo, largo, aterciopelado, y con una nariz muy agradable. Su PVP, 10,95 euros.
Por útimo tuve la oportunidad de catar dos Pinot Noir de Nueva Zelanda, de la bodega Schubert Wines, de las añadas 2007 y 2008. Notablemente mejor el segundo, con unos aromas francamente interesantes y el alcohol mejor integrado que en el primero. Los precios en este caso estaban rondando los 30 euros PVP.

En lo que respecta a las bodegas españolas, nos acompañaban buenos amigos de la Ribera del Duero y Rueda, así como nuevos amigos, al menos en lo que a mi respecta, de diferentes lugares de España. Todos con productos de primer nivel, muy bien trabajados con mimo desde la cepa y con unos resultados más que interesantes. Gran relación calidad precio, como es habitual en nuestro país, y con uvas autóctonas en su mayoría: Tempranillo, Mazuelo, Garnacha, Verdejo o Moscatel entre otras.

Así pues me volví ayer pensando en el avión que, pese a la que está cayendo, el mundo crece en términos económicos, al igual que el consumo de vino, pero en mercados no tradicionales, a menudo alejados de nuestras fronteras. Para sobrevivir, sobre todo teniendo en cuenta lo dicho al principio, que en España hay más vino que nunca y el consumo per cápita es  también más bajo que nunca, no quedará más remedio  que reorientar nuestras empresas y buscar nuevos puntos de venta que puedan paliar las penurias de nuestra querida piel de toro. Reto difícil a la par que apasionante. Tenemos una industria súper competitiva en calidad y precio que tiene la ardua tarea de competir con Francia e Italia, habituales dominadores del sector, pero que para ello deberá también reinventarse.

Por un lado, y llueve sobre mojado, reforzando la marca España en primer lugar, para luego dar cabida en ella, bajo ese paraguas, a las denominaciones de origen con sus particularidades y aspectos diferenciales. Por otro, reforzando lo autóctono, que es lo que nos hacer realmente diferentes. Pensemos que en este mundo tiene más posibilidades de triunfar el que hace algo distinto que el que lo hace mejor. Por un momento pensemos en todos los Pinot Noir que he citado en este post procedentes de todas las partes del mundo. Tempranillo, Verdejo, Garnacha o Mazuelo, son variedades que no se dan en todas partes y mucho menos con la calidad que se dan aquí.

Hay que seguir apostando por la calidad, como se viene haciendo de un tiempo a esta parte en los procesos productivos, pero también por la profesionalización y promoción a todos los niveles. Necesitamos que los consejos reguladores sean más proactivos en el apoyo a la promoción de las bodegas, que se fomenten las alianzas para que las bodegas sin masa crítica puedan salir a exportar y que de alguna manera desde las administraciones públicas se fomente la colaboración entre sectores y comarcas, de tal forma que el enoturismo no se quede en esfuerzos puntuales de una bodega, sino que entre todos los agentes implicados se fomente un turismo cultural de calidad que vincule afectivamente al consumidos con nuestros vinos. Y ello hay que hacerlo fuera, no en casa, creando rutas, facilitando recorridos, fomentando acuerdos.

Termino haciendo también cierta autocrítica hacia las bodegas. Tendemos a pensar que todos los clientes del mundo son como los nuestros, y tendemos también a pensar que nuestros gustos son los "buenos". Si vamos a lanzarnos a conquistar el planeta con nuestros vinos, no queda otra que resetear en parte nuestra mente y entender que cada país es diferente, y que cada consumidor también. Digo esto porque hace un año y medio, Rindchen nos pidió un vino un tanto especial: quería algo un poco más antiguo, más tradicional, pero que no llegara a ser un Reserva. De aquella petición, salieron varias alternativas y entre ellas nuestro cliente eligió un lote que era el último que a nivel interno hubiéramos escogido. Aquel vino salió a la calle con el nombre de PradoRey Hoyo de Hornajo 2004, con 10 meses de barrica americana y un sabor bastante más clásico. Estos dos días, venían clientes exclusivamente a probar ese vino, y de los que probaban todos, ese era de los que más éxito tenía, apuntándose la mayoría de los consumidores varias botellas de ese vino para comprar al final de la feria. La moraleja de esta historia es que en el mundo del vino comienza a ser necesario tener la cintura suficiente para adaptar tus productos a los diferentes mercados existentes. Por supuesto que habrá productos más o menos estandarizados, pero cada vez tendrá más sentido que el cliente venga a catar contigo antes de hacer los coupages y tenga voz, incluso voto, en el proceso de elaboración.

Este año 2011 no niego que he ido bien servido en lo que a ferias y eventos se refiere. Comencé en Prowein (Düsseldorf) en Marzo, seguí en Shrewsbury (Inglaterra) en Mayo, celebrando también una cata en Londres ese mismo mes. En Junio tocó Vinexpo, en octubre Hamburgo. Terminaré en Noviembre con dos actos que no puedo revelar aún, en Valencia y Madrid, donde vamos a presentar algo muy especial del que os iré revelando detalles. Para el año que viene me esperan China, Alemania (varias veces), Inglaterra y puede que Brasil. Me gusta, no puedo negarlo. Pero además es lo que toca. Bonito reto.

Comentarios

Fernando López ha dicho que…
Hola Fernando:

En primer lugar enhorabuena por las buenas sensaciones que traes de Hamburgo y del trabajo que estáis haciendo.

Me ha gustado eso de probar nuevas cosas, estar atento a los gustos de mercado y cambiar la forma de pensar o empatizar con los clientes. es un buen camino que seguro que da sus frutos.

Un fuerte abrazo y a seguir paseando y poniendo en valor nuestros caldos.
Katy ha dicho que…
Enhorabuena por tu optimismo, por tu buen hacer, por tu felicidad y alegría.
Es inevitable esbozar una sonrisa y pensar si has catado todos estos vinos a la vez sería difícil tenerse de pie y menos razonar como lo has hecho.
Conviene ver lo que hay fuera para apreciar lo tuyo.
Un abrazo y que la vida te sonría
Fernando ha dicho que…
Hola Fernando: Muchas gracias por pasarte y por el comentario. La verdad es que en este mundo que vivimos hay que abrir la mente y empatizar, como bien apuntas, para no quedarte rezagado.

En nuestro caso es muy importante comprender que no todos los clientes son como tus clientes, y que conquistar nuevos mercados exigirá flexibilidad sin dejar de ser uno mismo. Difícil equilibrio, pero un reto apasionante.

Un fuerte abrazo
Fernando ha dicho que…
Katy, millones de gracias por pasarte y por el comentario. Aclarar que el vino que se cata no se bebe, se escupe, jeje. Imagínate si no, menuda cogorza, jaja.

En cualquier caso, totalmente de acuerdo contigo: probar cosas nuevas te abre la mente, pero también te reafirma. Como le decia a Fernando, la clave estriba en mantener un sano equilibrio entre tus señas de identidad y lo que el mercado te reclama.

Un fuerte abrazo

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