Economía - Sobre los Planes de Rescate y sus Implicaciones
Acerca de un Puzzle con Múltiples Soluciones
Parece que tras meses y meses de mucho hablar, comienzan a concretarse los diferentes planes de los gobiernos para reactivar la economía. Hace apenas un par de semanas, el Congreso de los EEUU aprobaba el Plan de Rescate de Obama, el llamado New New Deal del que ya dimos algunas pinceladas en este blog hace un mes. En España, también parece que los ayuntamientos comienzan a moverse y a acometer las obras públicas que el plan del gobierno de Zapatero puso como condicionante para la entrega del dinero público, así como también comienza a circular algo de liquidez vía ICO a las empresas (aunque sin alardes, tampoco nos engañemos).
La pregunta que flota en el ambiente es saber si realmente todas estas medidas van a ser efectivas, si realmente nos van a sacar de esta crisis que tiene toda la pinta de ser histórica y materia de estudio de nuestros hijos. No pretendo en este post hacer un análisis típico de contertulio, sin ningún rigor científico, pero tampoco quiero sobrevalorar a la ciencia económica, como el gran Francisco Alcaide ha apuntado en alguna ocasión. Creo que nadie tiene la fórmula mágica para salir de la crisis en la actualidad. Para empezar porque por muchas medidas que se tomen, hay una variable, la confianza, que escapa del análisis macro y microeconómico ,además de depender de múltiples factores que mucho me temo no están al alcance de los planes de rescate. Pero para seguir porque en la ciencia económica influyen otras tantísimas variables, a menudo imponderables, que hacen que el economista tenga que suponer que 2 + 2 son 4 céteris paribus, lo cual dificulta hasta extremos insospechados el acierto.
Todo ello sabiendo que estamos ante un puzzle con distintas soluciones posibles y que no se sabe (todavía) cuál es la mejor. Es muy posible que dentro de 50 años lo sepamos, o puede incluso que no, porque 80 años después, Friedmanistas y Keynesianos siguen debatiendo sobre el crack del 29. En cualquier caso, partimos de una base: La economía son ingresos y gastos. Si hoy me gasto lo que no tengo, o más de lo que soy capaz de ingresar, me estaré endeudando para el día de mañana y mi renta disponible será menor para acometer distintos tipos de inversiones.
Digo esto porque la moda estos últimos meses es hablar del aumento del gasto público. Tanto que a los países no les importa incurrir en un déficit en las cuentas del estado. La situación es tan grave que no queda más remedio que dejar en números rojos las cuentas nacionales con tal de salvar todo el sistema económico de los diferentes países. Ahora bien, ¿somos conscientes del peaje que eso va a suponer? ¿Existe en todo esto alguna lección perversa que hayamos pasado por alto?
Supongamos que un padre tiene varios hijos y que cuando el mayor llega a la Universidad, le paga la matrícula, las clases de inglés y, además, le ayuda a comprarse un coche. El chico parece responsable, pero comienza a correr con el mismo y los viernes a cogerlo con alguna copa de más. El padre mira hacia otro lado. Oye al chico derrapar cuando sale por la mañana y algún día le ve dando tumbos cuando llega de juerga, pero no le dice nada. De repente, un día el hijo se estrella con el coche, quedando éste prácticamente siniestro. Al chico, afortunadamente, no le pasa nada. ¿Qué debe hacer el padre?
La solución de Krugman sería la siguiente: El padre compra el coche a su hijo por su valor actual de mercado (es decir, cero), no escatima ni un céntimo en arreglarlo y al tenerlo listo, lo pone a la venta. Mientras, le paga el abono transporte a su hijo e incluso un taxi si es preciso para ir a Inglés, pero con una particularidad, lo hace con unos tickets que tan solo valen para ir a dichos sitios. Le sigue pagando la matrícula de la carrera y se mentaliza para quedarse sin vacaciones durante un tiempo porque lo importante es invertir en el hijo, para que el día de mañana afronte el futuro en la mejor posición posible. La educación universitaria de sus hijos pequeños estará más o menos garantizada, pero se acabaron no solo las vacaciones, sino la Play, el vino en las cenas y cualquier otro gasto que no sea estrictamente necesario. Además, el jamón será de York y la ropa de H&M y Lefties.
Si extrapolamos el ejemplo a la economía, el flamante Premio Nobel propone nacionalizar temporalmente los bancos por lo que valen ahora (comprar el coche por su valor actual), venderlos una vez reflotados y aumentar el gasto público pero en inversiones que vayan a ser rentables para el estado a medio y largo plazo (educación, sanidad, eficiencia energética y obras públicas necesarias). Los banqueros se quedarían sin juguete, por lo que recibirían una lección pública por sus excesos (como el hijo mayor) y además serviría de escarmiento a futuros ejecutivos. El precio a pagar es que el estado se tendrá que apretar y mucho el cinturón para salir de esta crisis.
La solución de Obama: El padre le da al hijo en metálico el valor del coche antes del accidente, el cual no se sabe si va a dar para la reparación, pero sobre todo, si lo va a emplear para arreglarlo. Le paga el abono transporte pero uno que valga sólo para ir a clase, y asume, al igual que en el ejemplo de Krugman, que toca apretarse el cinturón, pero prescinde de momento tan solo de los restaurantes de lujo y el caviar.
Es decir, el nuevo presidente de los EEUU pretende dar un cheque a los banqueros para que salgan adelante aunque es una incógnita saber si dicha inyección va a ser suficiente. Quiere, como ya ha dicho públicamente, invertir en energías renovables, educación y sanidad, y asume que tocará recortar otros gastos públicos en el futuro, si bien por lo pronto ya anunciado que retirará tropas de Irak y pedirá mayor presencia de otros países en Afganistán (lujos asiáticos en estos días). No hay escarmiento a los banqueros y lo que es peor, queda la sensación de que pueden seguir haciendo de las suyas porque "papá" estado va a seguir estando detrás por si se la pegan.
La solución de Zapatero: En la versión española se asume que la reparación no es tan cara, pero nuestro presidente subscribe en parte el plan de Obama. Dinero al chico para que, en principio, arregle el coche. Se le da el abono transporte, pero uno estándar que le permite ir a cualquier lado, con lo cual el chico puede ir a clase y hacer algo productivo, o irse a la bolera, lo cual le entretendrá un rato pero no le aportará nada para el futuro.
Es decir, la primera parte está clara. Dinero a los bancos para que reactiven la economía. La segunda consiste en dar el dinero para obras públicas pero a través de los ayuntamientos. Si se lo van a gastar en eficiencia energética o en obras que mejoren la competitividad de nuestra industria fenomenal, si se lo van a pulir en poliderportivos o en mejorar las plazas de los ayuntamientos, vamos de cráneo, porque será como tomarse una aspirina estando enfermo de cáncer. Aliviará el dolor momentáemente pero no solucionará nada. En cuanto al futuro, pues Dios dirá, porque como el dinero no se emplee en lo que se debería emplear, ya veremos si da para todo.
La solución alemana: La primera parte la han asumido como Obama y Zapatero. Dinero al chico para que arregle el coche. La segunda no tiene desperdicio. Le dan al chico cheques de gasolina aún no teniendo el vehículo y le aumentan la paga del fin de semana, esperando que con ello vaya a la Universidad.
El gobierno de Merkel ha apostado por respaldar a los bancos pero no quiere aumentar el déficit público. Es decir, propone una bajada de impuestos y equilibrio presupuestario. El que dichas medidas se utilicen con responsabilidad queda en manos de las empresas y consumidores germanos. Se supone que el día de mañana habrá recursos. La incógnita es saber cómo va a finalizar la economía alemana este periplo.
Si a todo esto que se ha expuesto le añadimos que el coche es clave para el desarrollo económico de los países y para nuestro estado del bienestar, podremos entender que la solución está llena de interrogantes y que este puzzle con tantas soluciones es más que complejo. ¿Qué alternativa es mejor? ¿Cuál nos va a sacar del hoyo? El debate está servido. Hagan juego señores...
Parece que tras meses y meses de mucho hablar, comienzan a concretarse los diferentes planes de los gobiernos para reactivar la economía. Hace apenas un par de semanas, el Congreso de los EEUU aprobaba el Plan de Rescate de Obama, el llamado New New Deal del que ya dimos algunas pinceladas en este blog hace un mes. En España, también parece que los ayuntamientos comienzan a moverse y a acometer las obras públicas que el plan del gobierno de Zapatero puso como condicionante para la entrega del dinero público, así como también comienza a circular algo de liquidez vía ICO a las empresas (aunque sin alardes, tampoco nos engañemos).
La pregunta que flota en el ambiente es saber si realmente todas estas medidas van a ser efectivas, si realmente nos van a sacar de esta crisis que tiene toda la pinta de ser histórica y materia de estudio de nuestros hijos. No pretendo en este post hacer un análisis típico de contertulio, sin ningún rigor científico, pero tampoco quiero sobrevalorar a la ciencia económica, como el gran Francisco Alcaide ha apuntado en alguna ocasión. Creo que nadie tiene la fórmula mágica para salir de la crisis en la actualidad. Para empezar porque por muchas medidas que se tomen, hay una variable, la confianza, que escapa del análisis macro y microeconómico ,además de depender de múltiples factores que mucho me temo no están al alcance de los planes de rescate. Pero para seguir porque en la ciencia económica influyen otras tantísimas variables, a menudo imponderables, que hacen que el economista tenga que suponer que 2 + 2 son 4 céteris paribus, lo cual dificulta hasta extremos insospechados el acierto.
Todo ello sabiendo que estamos ante un puzzle con distintas soluciones posibles y que no se sabe (todavía) cuál es la mejor. Es muy posible que dentro de 50 años lo sepamos, o puede incluso que no, porque 80 años después, Friedmanistas y Keynesianos siguen debatiendo sobre el crack del 29. En cualquier caso, partimos de una base: La economía son ingresos y gastos. Si hoy me gasto lo que no tengo, o más de lo que soy capaz de ingresar, me estaré endeudando para el día de mañana y mi renta disponible será menor para acometer distintos tipos de inversiones.
Digo esto porque la moda estos últimos meses es hablar del aumento del gasto público. Tanto que a los países no les importa incurrir en un déficit en las cuentas del estado. La situación es tan grave que no queda más remedio que dejar en números rojos las cuentas nacionales con tal de salvar todo el sistema económico de los diferentes países. Ahora bien, ¿somos conscientes del peaje que eso va a suponer? ¿Existe en todo esto alguna lección perversa que hayamos pasado por alto?
Supongamos que un padre tiene varios hijos y que cuando el mayor llega a la Universidad, le paga la matrícula, las clases de inglés y, además, le ayuda a comprarse un coche. El chico parece responsable, pero comienza a correr con el mismo y los viernes a cogerlo con alguna copa de más. El padre mira hacia otro lado. Oye al chico derrapar cuando sale por la mañana y algún día le ve dando tumbos cuando llega de juerga, pero no le dice nada. De repente, un día el hijo se estrella con el coche, quedando éste prácticamente siniestro. Al chico, afortunadamente, no le pasa nada. ¿Qué debe hacer el padre?
La solución de Krugman sería la siguiente: El padre compra el coche a su hijo por su valor actual de mercado (es decir, cero), no escatima ni un céntimo en arreglarlo y al tenerlo listo, lo pone a la venta. Mientras, le paga el abono transporte a su hijo e incluso un taxi si es preciso para ir a Inglés, pero con una particularidad, lo hace con unos tickets que tan solo valen para ir a dichos sitios. Le sigue pagando la matrícula de la carrera y se mentaliza para quedarse sin vacaciones durante un tiempo porque lo importante es invertir en el hijo, para que el día de mañana afronte el futuro en la mejor posición posible. La educación universitaria de sus hijos pequeños estará más o menos garantizada, pero se acabaron no solo las vacaciones, sino la Play, el vino en las cenas y cualquier otro gasto que no sea estrictamente necesario. Además, el jamón será de York y la ropa de H&M y Lefties.
Si extrapolamos el ejemplo a la economía, el flamante Premio Nobel propone nacionalizar temporalmente los bancos por lo que valen ahora (comprar el coche por su valor actual), venderlos una vez reflotados y aumentar el gasto público pero en inversiones que vayan a ser rentables para el estado a medio y largo plazo (educación, sanidad, eficiencia energética y obras públicas necesarias). Los banqueros se quedarían sin juguete, por lo que recibirían una lección pública por sus excesos (como el hijo mayor) y además serviría de escarmiento a futuros ejecutivos. El precio a pagar es que el estado se tendrá que apretar y mucho el cinturón para salir de esta crisis.
La solución de Obama: El padre le da al hijo en metálico el valor del coche antes del accidente, el cual no se sabe si va a dar para la reparación, pero sobre todo, si lo va a emplear para arreglarlo. Le paga el abono transporte pero uno que valga sólo para ir a clase, y asume, al igual que en el ejemplo de Krugman, que toca apretarse el cinturón, pero prescinde de momento tan solo de los restaurantes de lujo y el caviar.
Es decir, el nuevo presidente de los EEUU pretende dar un cheque a los banqueros para que salgan adelante aunque es una incógnita saber si dicha inyección va a ser suficiente. Quiere, como ya ha dicho públicamente, invertir en energías renovables, educación y sanidad, y asume que tocará recortar otros gastos públicos en el futuro, si bien por lo pronto ya anunciado que retirará tropas de Irak y pedirá mayor presencia de otros países en Afganistán (lujos asiáticos en estos días). No hay escarmiento a los banqueros y lo que es peor, queda la sensación de que pueden seguir haciendo de las suyas porque "papá" estado va a seguir estando detrás por si se la pegan.
La solución de Zapatero: En la versión española se asume que la reparación no es tan cara, pero nuestro presidente subscribe en parte el plan de Obama. Dinero al chico para que, en principio, arregle el coche. Se le da el abono transporte, pero uno estándar que le permite ir a cualquier lado, con lo cual el chico puede ir a clase y hacer algo productivo, o irse a la bolera, lo cual le entretendrá un rato pero no le aportará nada para el futuro.
Es decir, la primera parte está clara. Dinero a los bancos para que reactiven la economía. La segunda consiste en dar el dinero para obras públicas pero a través de los ayuntamientos. Si se lo van a gastar en eficiencia energética o en obras que mejoren la competitividad de nuestra industria fenomenal, si se lo van a pulir en poliderportivos o en mejorar las plazas de los ayuntamientos, vamos de cráneo, porque será como tomarse una aspirina estando enfermo de cáncer. Aliviará el dolor momentáemente pero no solucionará nada. En cuanto al futuro, pues Dios dirá, porque como el dinero no se emplee en lo que se debería emplear, ya veremos si da para todo.
La solución alemana: La primera parte la han asumido como Obama y Zapatero. Dinero al chico para que arregle el coche. La segunda no tiene desperdicio. Le dan al chico cheques de gasolina aún no teniendo el vehículo y le aumentan la paga del fin de semana, esperando que con ello vaya a la Universidad.
El gobierno de Merkel ha apostado por respaldar a los bancos pero no quiere aumentar el déficit público. Es decir, propone una bajada de impuestos y equilibrio presupuestario. El que dichas medidas se utilicen con responsabilidad queda en manos de las empresas y consumidores germanos. Se supone que el día de mañana habrá recursos. La incógnita es saber cómo va a finalizar la economía alemana este periplo.
Si a todo esto que se ha expuesto le añadimos que el coche es clave para el desarrollo económico de los países y para nuestro estado del bienestar, podremos entender que la solución está llena de interrogantes y que este puzzle con tantas soluciones es más que complejo. ¿Qué alternativa es mejor? ¿Cuál nos va a sacar del hoyo? El debate está servido. Hagan juego señores...
Comentarios
La Ciencia Económica tiene detrás complejísimas fórmulas matemáticas que la sustentan. A menudo nos olvidamos que como toda Ciencia Social deberíamos afrontarla desde el rigor pero con la sencillez suficiente para que todo el mundo la viera como algo asequible. Si lo he logrado un poquito, la alegría es doble.
Un beso
Me encantó la comida el otro día!
Un fuerte abrazo
Un fuerte abrazo
En cualquier caso, sólo reiterar lo dicho.
Un abrazo